Pornograf¨ªa total
La modernidad era iluminada, pero la posmodernidad aspira a ser transparente.
La demanda de transparencia es una de las exigencias m¨¢s obsesivas de nuestro presente. En la econom¨ªa, en la pol¨ªtica, en la moral, en la alimentaci¨®n, en el sexo, el suceso es contempor¨¢neo si posee la condici¨®n de la transparencia. La carne de buey del Centre d'Information des Viandes (CIV) franc¨¦s ofrece todas las garant¨ªas de ser totalmente carne de m¨²sculo y estar cortada con hacha, gracias a Le Contrat de Transparence. Pero en la otra carne humana y sexual, el enorme auge de la pornograf¨ªa, dentro o fuera de Internet, tiene sin duda que ver con el inter¨¦s por lo expuesto, lo pan¨®ptico, lo plenamente revelado. Desde Gran Hermano hasta la Casa de Cristal de Chile, desde las obras di¨¢fanas de Foster para el municipio de Londres hasta el pabell¨®n de la UEFA en Nyon de Patrick Berger, todo es transparente. La pornograf¨ªa es un signo de nuestra ¨¦poca, en uno u otro sentido moral o ideol¨®gico, econ¨®mico o carnal. Las adjudicaciones de telefon¨ªa m¨®vil o las estafas de Enron, WorldCom, Xerox, etc¨¦tera, fueron posibles porque no eran transparentes.
En las habitaciones de hoteles de alto 'standing' se han descubierto c¨¢maras destinadas a grabar escenas ¨ªntimas que luego se vend¨ªan a 'voyeurs' o se pasaban por Internet
En la actualidad domina el porno espect¨¢culo en coherencia con las superproducciones de efectos especiales. Hay quien lo defiende como un g¨¦nero m¨¢s, junto al western o el 'thriller'
El cine porno actual apareci¨® en los a?os setenta, cuando la industria cinematogr¨¢fica eligi¨® la v¨ªa de pel¨ªculas m¨¢s violentas y atrevidas para ganar la competencia a la televisi¨®n
Los festivales de cine er¨®tico han ido proliferando a lo largo del mundo en los a?os noventa, desde Cannes a Las Vegas. En Espa?a, en 1995, apenas se realizaban cinco t¨ªtulos de pel¨ªculas porno y en 2001 se acercaban a cien
Los ministerios, los presupuestos, los programas del Gobierno o de la oposici¨®n deben producirse hoy, seg¨²n la reclamaci¨®n general, de lo expl¨ªcito, y la vigilancia militar, pol¨ªtica, industrial, es cada vez mayor a escala internacional mediante la agencia NSA y el voraz sistema Echelon, pero no se diga ya de la exhaustiva observaci¨®n de los ciudadanos tras los atentados del 11-S. El mundo se reclama a s¨ª mismo como un cuerpo desnudo, y la democracia ser¨ªa como el Estado a plena luz. ?C¨®mo extra?arse del apogeo de la pornograf¨ªa tradicional o no tradicional?
En Internet, gracias a la webc¨¢mara, cada uno puede filmarse bostezando en su sill¨®n al modo de los internautas insomnes. La webc¨¢mara transmite la propia intimidad a los dem¨¢s y la canjea por la intimidad webcamarizada de los otros. Dentro de la Red se intercambian las intimidades como uno de los factores de mayor atractivo de la comunicaci¨®n interpersonal. Pero adem¨¢s de esta copulaci¨®n de intimidades, todav¨ªa puede pensarse que cabe penetrar m¨¢s. En las habitaciones y cuartos de ba?o de hoteles de alto standing, tanto en Madrid como en otras capitales de Europa, se han descubierto c¨¢maras para grabar escenas ¨ªntimas que se venden a voyeurs o se pasan por Internet. Se calcula que hay m¨¢s de 150.000 p¨¢ginas as¨ª en la Red.La visi¨®n y el espionaje de la intimidad del otro se corresponden con el auge general del porno. El voyeurismo, exasperado por explorar cualquier resquicio, ha sido refrendado por la estela de atenci¨®n que suscitaron los reality shows y sus diversas variantes (Gran Hermano, Supervivientes, Fantas¨ªa) relacionadas con el morbo de contemplar la vida secreta de los otros y como se?al, a la vez, de contemporaneidad. Una contemporaneidad en la que se anuncia el fin de los 400 a?os de la noci¨®n de privacidad y el triunfo de la informaci¨®n en vivo y en directo.
Sin duda no por casualidad, el mismo profeta del cine sin artificios, el l¨ªder de la corriente llamada DOGMA, Lars von Tiers -ganador de la Palma de Oro de Cannes 2000 con Bailar en la oscuridad-, es uno de los impulsores actuales del cine porno. Fue el promotor de Puzzy Power, productora independiente de cine porno feminista, y posee, como testimonio ideol¨®gico, la inclusi¨®n de una penetraci¨®n real en una secuencia de su pel¨ªcula Los idiotas. Casi al mismo tiempo, en Francia, en 1999, un grupo de mujeres se incorporaban ins¨®litamente a la realizaci¨®n de cine porno. Virginie Despentes retaba a la censura con Baise-moi (F¨®llame), Catherine Breillart rod¨® Romance, cinta famosa, entre otras extremosidades, por los 24 cent¨ªmetros de pene de su protagonista, Rocco Siffredi, y Brigitte Ro¨¹an dirigi¨® Post coitum.
Bandera poderosa
?Feminismo a trav¨¦s del porno? Un feminismo peculiar que no condena la aparici¨®n de la imagen chic y sexy de la mujer en los medios de comunicaci¨®n de masas, sino que se complace en su exhibici¨®n desnuda como una bandera poderosa. Las feministas de toda la vida se mostraron siempre en contra del g¨¦nero pornogr¨¢fico, pero en los a?os ochenta aparecieron empresas productoras de porno dirigidas por mujeres y con pel¨ªculas escritas y dirigidas por ellas. Sus pel¨ªculas tienen m¨¢s argumento y m¨¢s psicolog¨ªa que las realizadas por hombres y para hombres. El 99% del cine porno sigue en manos de los hombres, pero ahora aumenta la participaci¨®n de las mujeres y tambi¨¦n se mistifica la noci¨®n de porno. Realizadores como David Cronenberg y John Waters han coqueteado con la X, contratando a actrices porno como protagonistas de algunos de sus filmes, siempre con la idea de que, en un futuro no demasiado lejano, los l¨ªmites que separan lo real de lo fingido en materia er¨®tica y cinematogr¨¢fica se diluir¨¢n. De hecho, ?c¨®mo clasificar pel¨ªculas como Luc¨ªa y el sexo (2001), de Julio Medem, o Intimidad (2001), de Patrice Chereau?Para los ¨²ltimos festivales de cine er¨®tico de Barcelona se han acreditado m¨¢s de 1.000 periodistas de todo el mundo. Otros festivales de cine er¨®tico han ido proliferando a lo largo del mundo en los a?os noventa, desde Cannes hasta Las Vegas. En Espa?a, en 1995 apenas se realizaban cinco t¨ªtulos de pel¨ªculas porno al a?o, y en 2001 se acercaban a 100.
El cine pornogr¨¢fico naci¨® en los burdeles para excitar a la clientela masculina. Estos filmes se llamaban smokers o tambi¨¦n, en Francia, cin¨¦ma cochon. El cine pornogr¨¢fico actual apareci¨® en los a?os setenta, cuando la industria cinematogr¨¢fica eligi¨® la v¨ªa de pel¨ªculas como Perros de paja o La naranja mec¨¢nica, m¨¢s violentas y atrevidas, para ganar la competencia a la televisi¨®n. De este tiempo son tambi¨¦n pornogr¨¢ficas como Garganta profunda, Tras la puerta verde, The devil in Miss Jones, que difundidas en circuitos especiales obtuvieron, no obstante, por su novedad, ¨®ptimas recaudaciones. Frank Lasecca (seud¨®nimo de Paco Gisbert) cuenta en Fantas¨ªas de noche que en los setenta se llev¨® mucho el underground; en los ochenta aparecieron guiones m¨¢s elaborados y en la actualidad domina el porno espect¨¢culo en coherencia con las superproducciones de efectos especiales. De hecho, Lasecca defiende el porno como un g¨¦nero m¨¢s, al estilo del thriller, el western o la comedia musical.
No hay que dar mayor importancia al asunto, a estas alturas en que todo se encuentra sexualizado. La publicaci¨®n de libros er¨®ticos aument¨® en un 324% entre 1990 y 1996, mientras la cifra global de libros publicados creci¨® en un 83% (Gu¨ªa Tem¨¢tica de Books in Print 1997). En EE UU tambi¨¦n, en 2000, mientras de un lado brotaron libros destinados a afirmar la monogamia, de otro aument¨® la producci¨®n de novelas pornogr¨¢ficas. No hay incompatibilidad entre ambas tendencias. Incluso uno de los vol¨²menes del primer grupo lleva por t¨ªtulo Monogamia caliente, en indicaci¨®n de por d¨®nde van las cosas.
Telediarios en cueros
De manera pintoresca, pero en clara conexi¨®n con la tendencia, en Europa del Este se han ensayado en estos a?os telediarios con locutoras y locutores que van quit¨¢ndose la ropa a la vez que leen las noticias. Los hombres y mujeres del tiempo de TV Nova, en la Rep¨²blica Checa, empiezan el programa de madrugada desnudos, y a continuaci¨®n van poni¨¦ndose prendas adecuadas al tiempo que anuncian. En Rusia, los presentadores del informativo principal, La verdad desnuda, realizan entrevistas casi en cueros mientras que la chica del tiempo hace un strip-tease. La oleada de pornograf¨ªa en televisi¨®n, cines, revistas, videogames, galer¨ªas de arte, tel¨¦fonos rosa, anuncios por palabras, v¨ªdeos, pasarelas, publicidad de moda, en el porno-chic (Dior, Ungaro, Yves Saint Laurent, Sisley) se corresponde con una espectacular demanda de pornograf¨ªa dentro de la Red.
Seg¨²n Nielsen NetRating, en enero de 2000, 17,5 millones de navegantes visitaron webs porno, un 40% m¨¢s que en los cuatro meses anteriores, y seg¨²n Rom¨¢n Gubern , el 68% del comercio electr¨®nico actual es de contenido pornogr¨¢fico. 'Precisamente la decadencia de las revistas porno, que han disminuido su tirada hasta m¨¢s de la mitad, obedece a que la emoci¨®n fuerte se ha trasladado a los computers, tan calientes que podr¨ªan derretir el mecanismo', dice Gubern. Ciertamente, gracias a lo que los norteamericanos llaman la triple A: anonimity (anonimato), access (acceso f¨¢cil), affordability (barato), en los ¨²ltimos cinco a?os ha cambiado rotundamente no s¨®lo el modo de producir y distribuir la pornograf¨ªa, sino tambi¨¦n el tipo de p¨²blico que la consume. Al Cooper, psic¨®logo de la Universidad de Stanford, especializado en cibersexo, habla incluso de una 'segunda revoluci¨®n sexual' porque Internet ha ayudado a mucha gente a superar las viejas barreras puritanas y a convertirse, si lo desea, en un habitual consumidor de material er¨®tico. En Internet, los usuarios han formado decenas de tertulias internacionales en las que se habla de sexo, se exponen supuestos de pedofilia y bestialismo, se intercambian textos e im¨¢genes pornogr¨¢ficas
Seg¨²n Berth Milton, due?o de Private, considerado el capit¨¢n del imperio porno, hoy existen unas 300.000 p¨¢ginas en Internet en todo el mundo, y seg¨²n la revista Forbes, la oferta er¨®tica en Internet mueve 1.500 millones de d¨®lares al a?o, m¨¢s que la industria cinematogr¨¢fica en taquilla. El perfil de los clientes del porno digital arroja pocas sorpresas: hombres j¨®venes y de mediana edad, con un nivel de ingresos entre medio y alto. Porque, seg¨²n la Sociedad de Psicolog¨ªa Americana, las dos actividades a las que dedican m¨¢s tiempo los j¨®venes traders y brokers en torno a Wall Street son el footing y la masturbaci¨®n, lo que explicar¨ªa que la web pornogr¨¢fica Danni's Hard Drive registrara un ingreso de 3,5 millones de d¨®lares y hasta 5 millones de visitas diarias en 1998.
En cuanto a Europa, NetValue efectu¨® un estudio en noviembre de 2000 entre cinco pa¨ªses: Espa?a, Alemania, Reino Unido, Dinamarca y Francia, que se?ala a los espa?oles como los m¨¢s mirones entre las cinco nacionalidades. Bagdad, en Barcelona, es uno de los mayores templos europeos del porno en vivo desde hace un cuarto de siglo y su p¨¢gina atrae m¨¢s de 600.000 visitas semanales.
Una investigaci¨®n de la Carnegie Mellon University, de Pittsburgh, publicado en 1995, afirmaba que 'la pornograf¨ªa constituye la aplicaci¨®n recreativa m¨¢s extendida en las redes'. Debido adem¨¢s a la amplia difusi¨®n de la pornograf¨ªa en otros medios tradicionales, las redes privilegian adem¨¢s variantes especializadas como la paidofilia, la hebefilia (con p¨²beres) y parafilias diversas. La modalidad del sadomasoquismo junto a la pedofilia (se abren 100 p¨¢ginas en Internet cada d¨ªa) es la que m¨¢s r¨¢pidamente ha crecido en los ¨²ltimos seis a?os. Paralelamente, en los comercios se expenden v¨ªdeos en los que la violaci¨®n no es simulada y han crecido las pr¨¢cticas de la bukkake (palabra japonesa), en la cual una mujer se ofrece o es forzada a ofrecerse a decenas de hombres que eyaculan sobre su cuerpo, y el fisting, en el que se hunde el pie, la mano, alguna parte del brazo en el sexo de la mujer.
Sadomasoquismo
En el universo pornogr¨¢fico, la variaci¨®n sadomasoquista ocupa el lugar de la droga sexual dura. Sallie Tisdale, autora del best seller Talk Dirty to Me (H¨¢blame obsceno), ha declarado que para algunos ex adictos conspicuos, el sadomasoquismo llena el vac¨ªo que les dejaron el alcohol o las drogas. Pero incluso se trata de algo mucho m¨¢s com¨²n y notablemente lucrativo. La pornograf¨ªa constituye ya una gran industria con sus propios puntos de venta y organizaciones de postal-market. Es ya un servicio que se ofrece en los mejores hoteles, 24 horas sobre 24, y en las televisiones de pago. La revista Forbes, que ha elaborado una lista de las 15 empresas m¨¢s poderosas de la industria del porno en Estados Unidos, sit¨²a como l¨ªder del sector a On Command Corp, que cotiza en el Nasdaq y abastece a 975.000 habitaciones en 2.450 hoteles repartidos en 22 pa¨ªses. Unos 250 millones de personas consumen sus pel¨ªculas o sus juegos, y sus beneficios calculados para el pasado a?o superaron los 325 millones de d¨®lares.
La pornograf¨ªa es, qu¨¦ duda cabe, un espect¨¢culo cotidiano en las vallas, la prensa, la televisi¨®n. Los v¨ªdeos son, dentro de la compra pornogr¨¢fica, el objeto de consumo popular por excelencia, ya sean convencionales o en DVD. La novedad, por tanto, reside en la dificultad para definir actualmente lo pornogr¨¢fico siendo todo un encarnado plat¨®. En la tradici¨®n reciente, la pornograf¨ªa se distingu¨ªa del erotismo no por el desnudo ni por la ostentaci¨®n de caracteres secundarios, porque el culo y el pecho, masculinos o femeninos, se ven mil veces al d¨ªa en cualquier show, sino por tres elementos: la pornograf¨ªa exhib¨ªa radiantes y abiertos los ¨®rganos genitales; la pornograf¨ªa exhib¨ªa minuciosamente y de cerca los actos sexuales; la pornograf¨ªa ten¨ªa por complemento la excitaci¨®n de quien escuchaba o miraba, atendiendo a la autosatisfacci¨®n masturbatoria del personaje. Y algo adem¨¢s nada despreciable: el porno hace creer que toda mujer es voraz, perversa y desea ciegamente al hombre hasta el punto de poder contener sus impulsos. Es decir, toda una fantas¨ªa del hombre que representan el 83% de sus consumidores y que la situar¨ªa, como quiere Lasseca, entre las producciones 'de g¨¦nero'. ?Un g¨¦nero de ciencia-ficci¨®n?
La modernidad era iluminada, pero la posmodernidad aspira a ser transparente.
La demanda de transparencia es una de las exigencias m¨¢s obsesivas de nuestro presente. En la econom¨ªa, en la pol¨ªtica, en la moral, en la alimentaci¨®n, en el sexo, el suceso es contempor¨¢neo si posee la condici¨®n de la transparencia. La carne de buey del Centre d'Information des Viandes (CIV) franc¨¦s ofrece todas las garant¨ªas de ser totalmente carne de m¨²sculo y estar cortada con hacha, gracias a Le Contrat de Transparence. Pero en la otra carne humana y sexual, el enorme auge de la pornograf¨ªa, dentro o fuera de Internet, tiene sin duda que ver con el inter¨¦s por lo expuesto, lo pan¨®ptico, lo plenamente revelado. Desde Gran Hermano hasta la Casa de Cristal de Chile, desde las obras di¨¢fanas de Foster para el municipio de Londres hasta el pabell¨®n de la UEFA en Nyon de Patrick Berger, todo es transparente. La pornograf¨ªa es un signo de nuestra ¨¦poca, en uno u otro sentido moral o ideol¨®gico, econ¨®mico o carnal. Las adjudicaciones de telefon¨ªa m¨®vil o las estafas de Enron, WorldCom, Xerox, etc¨¦tera, fueron posibles porque no eran transparentes.
Los ministerios, los presupuestos, los programas del Gobierno o de la oposici¨®n deben producirse hoy, seg¨²n la reclamaci¨®n general, de lo expl¨ªcito, y la vigilancia militar, pol¨ªtica, industrial, es cada vez mayor a escala internacional mediante la agencia NSA y el voraz sistema Echelon, pero no se diga ya de la exhaustiva observaci¨®n de los ciudadanos tras los atentados del 11-S. El mundo se reclama a s¨ª mismo como un cuerpo desnudo, y la democracia ser¨ªa como el Estado a plena luz. ?C¨®mo extra?arse del apogeo de la pornograf¨ªa tradicional o no tradicional?
En Internet, gracias a la webc¨¢mara, cada uno puede filmarse bostezando en su sill¨®n al modo de los internautas insomnes. La webc¨¢mara transmite la propia intimidad a los dem¨¢s y la canjea por la intimidad webcamarizada de los otros. Dentro de la Red se intercambian las intimidades como uno de los factores de mayor atractivo de la comunicaci¨®n interpersonal. Pero adem¨¢s de esta copulaci¨®n de intimidades, todav¨ªa puede pensarse que cabe penetrar m¨¢s. En las habitaciones y cuartos de ba?o de hoteles de alto standing, tanto en Madrid como en otras capitales de Europa, se han descubierto c¨¢maras para grabar escenas ¨ªntimas que se venden a voyeurs o se pasan por Internet. Se calcula que hay m¨¢s de 150.000 p¨¢ginas as¨ª en la Red.La visi¨®n y el espionaje de la intimidad del otro se corresponden con el auge general del porno. El voyeurismo, exasperado por explorar cualquier resquicio, ha sido refrendado por la estela de atenci¨®n que suscitaron los reality shows y sus diversas variantes (Gran Hermano, Supervivientes, Fantas¨ªa) relacionadas con el morbo de contemplar la vida secreta de los otros y como se?al, a la vez, de contemporaneidad. Una contemporaneidad en la que se anuncia el fin de los 400 a?os de la noci¨®n de privacidad y el triunfo de la informaci¨®n en vivo y en directo.
Sin duda no por casualidad, el mismo profeta del cine sin artificios, el l¨ªder de la corriente llamada DOGMA, Lars von Tiers -ganador de la Palma de Oro de Cannes 2000 con Bailar en la oscuridad-, es uno de los impulsores actuales del cine porno. Fue el promotor de Puzzy Power, productora independiente de cine porno feminista, y posee, como testimonio ideol¨®gico, la inclusi¨®n de una penetraci¨®n real en una secuencia de su pel¨ªcula Los idiotas. Casi al mismo tiempo, en Francia, en 1999, un grupo de mujeres se incorporaban ins¨®litamente a la realizaci¨®n de cine porno. Virginie Despentes retaba a la censura con Baise-moi (F¨®llame), Catherine Breillart rod¨® Romance, cinta famosa, entre otras extremosidades, por los 24 cent¨ªmetros de pene de su protagonista, Rocco Siffredi, y Brigitte Ro¨¹an dirigi¨® Post coitum.
Bandera poderosa
?Feminismo a trav¨¦s del porno? Un feminismo peculiar que no condena la aparici¨®n de la imagen chic y sexy de la mujer en los medios de comunicaci¨®n de masas, sino que se complace en su exhibici¨®n desnuda como una bandera poderosa. Las feministas de toda la vida se mostraron siempre en contra del g¨¦nero pornogr¨¢fico, pero en los a?os ochenta aparecieron empresas productoras de porno dirigidas por mujeres y con pel¨ªculas escritas y dirigidas por ellas. Sus pel¨ªculas tienen m¨¢s argumento y m¨¢s psicolog¨ªa que las realizadas por hombres y para hombres. El 99% del cine porno sigue en manos de los hombres, pero ahora aumenta la participaci¨®n de las mujeres y tambi¨¦n se mistifica la noci¨®n de porno. Realizadores como David Cronenberg y John Waters han coqueteado con la X, contratando a actrices porno como protagonistas de algunos de sus filmes, siempre con la idea de que, en un futuro no demasiado lejano, los l¨ªmites que separan lo real de lo fingido en materia er¨®tica y cinematogr¨¢fica se diluir¨¢n. De hecho, ?c¨®mo clasificar pel¨ªculas como Luc¨ªa y el sexo (2001), de Julio Medem, o Intimidad (2001), de Patrice Chereau?Para los ¨²ltimos festivales de cine er¨®tico de Barcelona se han acreditado m¨¢s de 1.000 periodistas de todo el mundo. Otros festivales de cine er¨®tico han ido proliferando a lo largo del mundo en los a?os noventa, desde Cannes hasta Las Vegas. En Espa?a, en 1995 apenas se realizaban cinco t¨ªtulos de pel¨ªculas porno al a?o, y en 2001 se acercaban a 100.
El cine pornogr¨¢fico naci¨® en los burdeles para excitar a la clientela masculina. Estos filmes se llamaban smokers o tambi¨¦n, en Francia, cin¨¦ma cochon. El cine pornogr¨¢fico actual apareci¨® en los a?os setenta, cuando la industria cinematogr¨¢fica eligi¨® la v¨ªa de pel¨ªculas como Perros de paja o La naranja mec¨¢nica, m¨¢s violentas y atrevidas, para ganar la competencia a la televisi¨®n. De este tiempo son tambi¨¦n pornogr¨¢ficas como Garganta profunda, Tras la puerta verde, The devil in Miss Jones, que difundidas en circuitos especiales obtuvieron, no obstante, por su novedad, ¨®ptimas recaudaciones. Frank Lasecca (seud¨®nimo de Paco Gisbert) cuenta en Fantas¨ªas de noche que en los setenta se llev¨® mucho el underground; en los ochenta aparecieron guiones m¨¢s elaborados y en la actualidad domina el porno espect¨¢culo en coherencia con las superproducciones de efectos especiales. De hecho, Lasecca defiende el porno como un g¨¦nero m¨¢s, al estilo del thriller, el western o la comedia musical.
No hay que dar mayor importancia al asunto, a estas alturas en que todo se encuentra sexualizado. La publicaci¨®n de libros er¨®ticos aument¨® en un 324% entre 1990 y 1996, mientras la cifra global de libros publicados creci¨® en un 83% (Gu¨ªa Tem¨¢tica de Books in Print 1997). En EE UU tambi¨¦n, en 2000, mientras de un lado brotaron libros destinados a afirmar la monogamia, de otro aument¨® la producci¨®n de novelas pornogr¨¢ficas. No hay incompatibilidad entre ambas tendencias. Incluso uno de los vol¨²menes del primer grupo lleva por t¨ªtulo Monogamia caliente, en indicaci¨®n de por d¨®nde van las cosas.
Telediarios en cueros
De manera pintoresca, pero en clara conexi¨®n con la tendencia, en Europa del Este se han ensayado en estos a?os telediarios con locutoras y locutores que van quit¨¢ndose la ropa a la vez que leen las noticias. Los hombres y mujeres del tiempo de TV Nova, en la Rep¨²blica Checa, empiezan el programa de madrugada desnudos, y a continuaci¨®n van poni¨¦ndose prendas adecuadas al tiempo que anuncian. En Rusia, los presentadores del informativo principal, La verdad desnuda, realizan entrevistas casi en cueros mientras que la chica del tiempo hace un strip-tease. La oleada de pornograf¨ªa en televisi¨®n, cines, revistas, videogames, galer¨ªas de arte, tel¨¦fonos rosa, anuncios por palabras, v¨ªdeos, pasarelas, publicidad de moda, en el porno-chic (Dior, Ungaro, Yves Saint Laurent, Sisley) se corresponde con una espectacular demanda de pornograf¨ªa dentro de la Red.
Seg¨²n Nielsen NetRating, en enero de 2000, 17,5 millones de navegantes visitaron webs porno, un 40% m¨¢s que en los cuatro meses anteriores, y seg¨²n Rom¨¢n Gubern , el 68% del comercio electr¨®nico actual es de contenido pornogr¨¢fico. 'Precisamente la decadencia de las revistas porno, que han disminuido su tirada hasta m¨¢s de la mitad, obedece a que la emoci¨®n fuerte se ha trasladado a los computers, tan calientes que podr¨ªan derretir el mecanismo', dice Gubern. Ciertamente, gracias a lo que los norteamericanos llaman la triple A: anonimity (anonimato), access (acceso f¨¢cil), affordability (barato), en los ¨²ltimos cinco a?os ha cambiado rotundamente no s¨®lo el modo de producir y distribuir la pornograf¨ªa, sino tambi¨¦n el tipo de p¨²blico que la consume. Al Cooper, psic¨®logo de la Universidad de Stanford, especializado en cibersexo, habla incluso de una 'segunda revoluci¨®n sexual' porque Internet ha ayudado a mucha gente a superar las viejas barreras puritanas y a convertirse, si lo desea, en un habitual consumidor de material er¨®tico. En Internet, los usuarios han formado decenas de tertulias internacionales en las que se habla de sexo, se exponen supuestos de pedofilia y bestialismo, se intercambian textos e im¨¢genes pornogr¨¢ficas
Seg¨²n Berth Milton, due?o de Private, considerado el capit¨¢n del imperio porno, hoy existen unas 300.000 p¨¢ginas en Internet en todo el mundo, y seg¨²n la revista Forbes, la oferta er¨®tica en Internet mueve 1.500 millones de d¨®lares al a?o, m¨¢s que la industria cinematogr¨¢fica en taquilla. El perfil de los clientes del porno digital arroja pocas sorpresas: hombres j¨®venes y de mediana edad, con un nivel de ingresos entre medio y alto. Porque, seg¨²n la Sociedad de Psicolog¨ªa Americana, las dos actividades a las que dedican m¨¢s tiempo los j¨®venes traders y brokers en torno a Wall Street son el footing y la masturbaci¨®n, lo que explicar¨ªa que la web pornogr¨¢fica Danni's Hard Drive registrara un ingreso de 3,5 millones de d¨®lares y hasta 5 millones de visitas diarias en 1998.
En cuanto a Europa, NetValue efectu¨® un estudio en noviembre de 2000 entre cinco pa¨ªses: Espa?a, Alemania, Reino Unido, Dinamarca y Francia, que se?ala a los espa?oles como los m¨¢s mirones entre las cinco nacionalidades. Bagdad, en Barcelona, es uno de los mayores templos europeos del porno en vivo desde hace un cuarto de siglo y su p¨¢gina atrae m¨¢s de 600.000 visitas semanales.
Una investigaci¨®n de la Carnegie Mellon University, de Pittsburgh, publicado en 1995, afirmaba que 'la pornograf¨ªa constituye la aplicaci¨®n recreativa m¨¢s extendida en las redes'. Debido adem¨¢s a la amplia difusi¨®n de la pornograf¨ªa en otros medios tradicionales, las redes privilegian adem¨¢s variantes especializadas como la paidofilia, la hebefilia (con p¨²beres) y parafilias diversas. La modalidad del sadomasoquismo junto a la pedofilia (se abren 100 p¨¢ginas en Internet cada d¨ªa) es la que m¨¢s r¨¢pidamente ha crecido en los ¨²ltimos seis a?os. Paralelamente, en los comercios se expenden v¨ªdeos en los que la violaci¨®n no es simulada y han crecido las pr¨¢cticas de la bukkake (palabra japonesa), en la cual una mujer se ofrece o es forzada a ofrecerse a decenas de hombres que eyaculan sobre su cuerpo, y el fisting, en el que se hunde el pie, la mano, alguna parte del brazo en el sexo de la mujer.
Sadomasoquismo
En el universo pornogr¨¢fico, la variaci¨®n sadomasoquista ocupa el lugar de la droga sexual dura. Sallie Tisdale, autora del best seller Talk Dirty to Me (H¨¢blame obsceno), ha declarado que para algunos ex adictos conspicuos, el sadomasoquismo llena el vac¨ªo que les dejaron el alcohol o las drogas. Pero incluso se trata de algo mucho m¨¢s com¨²n y notablemente lucrativo. La pornograf¨ªa constituye ya una gran industria con sus propios puntos de venta y organizaciones de postal-market. Es ya un servicio que se ofrece en los mejores hoteles, 24 horas sobre 24, y en las televisiones de pago. La revista Forbes, que ha elaborado una lista de las 15 empresas m¨¢s poderosas de la industria del porno en Estados Unidos, sit¨²a como l¨ªder del sector a On Command Corp, que cotiza en el Nasdaq y abastece a 975.000 habitaciones en 2.450 hoteles repartidos en 22 pa¨ªses. Unos 250 millones de personas consumen sus pel¨ªculas o sus juegos, y sus beneficios calculados para el pasado a?o superaron los 325 millones de d¨®lares.
La pornograf¨ªa es, qu¨¦ duda cabe, un espect¨¢culo cotidiano en las vallas, la prensa, la televisi¨®n. Los v¨ªdeos son, dentro de la compra pornogr¨¢fica, el objeto de consumo popular por excelencia, ya sean convencionales o en DVD. La novedad, por tanto, reside en la dificultad para definir actualmente lo pornogr¨¢fico siendo todo un encarnado plat¨®. En la tradici¨®n reciente, la pornograf¨ªa se distingu¨ªa del erotismo no por el desnudo ni por la ostentaci¨®n de caracteres secundarios, porque el culo y el pecho, masculinos o femeninos, se ven mil veces al d¨ªa en cualquier show, sino por tres elementos: la pornograf¨ªa exhib¨ªa radiantes y abiertos los ¨®rganos genitales; la pornograf¨ªa exhib¨ªa minuciosamente y de cerca los actos sexuales; la pornograf¨ªa ten¨ªa por complemento la excitaci¨®n de quien escuchaba o miraba, atendiendo a la autosatisfacci¨®n masturbatoria del personaje. Y algo adem¨¢s nada despreciable: el porno hace creer que toda mujer es voraz, perversa y desea ciegamente al hombre hasta el punto de poder contener sus impulsos. Es decir, toda una fantas¨ªa del hombre que representan el 83% de sus consumidores y que la situar¨ªa, como quiere Lasseca, entre las producciones 'de g¨¦nero'. ?Un g¨¦nero de ciencia-ficci¨®n?
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