Francia da marcha atr¨¢s en las 35 horas
Este mi¨¦rcoles se aprueba una ley que desmantela la rebaja de jornada por la que se reg¨ªan ya 16,2 millones de francesesEste mi¨¦rcoles se aprueba una ley que desmantela la rebaja de jornada por la que se reg¨ªan ya 16,2 millones de franceses
El pr¨®ximo mi¨¦rcoles, 18 de septiembre, Fran?ois Fillon, titular de la cartera de Asuntos Sociales, presentar¨¢ ante el Consejo de Ministros una ley destinada a la 'armonizaci¨®n r¨¢pida y ambiciosa del salario m¨ªnimo, a ampliar la reducci¨®n de las tasas sociales con el fin de controlar mejor el coste del trabajo y a flexibilizar la jornada laboral de 35 horas semanales para responder mejor a las necesidades de nuestra econom¨ªa y a los deseos de los asalariados'. En la pr¨¢ctica todas esas buenas intenciones se traducen en un retorno efectivo a la semana laboral de 39 horas pues las horas extras, que en la actualidad soportaban un gravamen del orden del 25% entre la 35 y la 39 hora y de un 50% hasta la hora 46, pasar¨¢n a ver su recargo reducido a un 10% mientras no se hagan m¨¢s de 180 horas extras al a?o. La patronal, a trav¨¦s de sus diversas federaciones, llevaba tiempo militando por la abolici¨®n de las 35 horas, reforma-faro del gobierno socialista de Lionel Jospin entre 1997 y 2002.
300.000 empleos creados
La semana laboral de 4 d¨ªas se calcula que hab¨ªa servido para crear 300.000 empleos de entre los 2 millones de nuevos lugares de trabajo puestos a disposici¨®n durante el periodo. Una cifra de 16,2 millones de trabajadores se reg¨ªan por la ley de las 35 horas, es decir, un 90% de las empresas de m¨¢s de 200 asalariados y un 40% de las que tienen entre 21 y 50 trabajadores. S¨®lo en un 10% de las de menos de 20 empleados se aplicaba la jornada laboral reducida. Un m¨ªnimo de 7,5 millones de trabajadores no habr¨¢n conocido nunca los supuestos beneficios de una semana de trabajo de 35 horas.
Entre los efectos de la puesta en marcha de las 35 horas figuraba el que hubiera conllevado un periodo de moderaci¨®n salarial y paz social; la diversificaci¨®n y multiplicaci¨®n de las ¨¦pocas de vacaciones, m¨¢s breves pero m¨¢s frecuentes; la mayor flexibilidad del mercado de trabajo, ya que el c¨®mputo de horas se anualizaba de manera que las empresas pod¨ªan adaptar la plantilla a la demanda real; y el aumento de los contratos a media jornada u horario reducido.
Todos estos fen¨®menos, que pueden ser considerados como positivos en su conjunto, ten¨ªan una serie de contrapartidas: los trabajadores menos cualificados o de servicios externalizados se vieron privados de los ingresos por las horas extras que les permit¨ªan redondear el mes. De ah¨ª que una buena parte del electorado popular rechazase en las urnas la gesti¨®n del gobierno de izquierda plural. Las 35 horas pagadas como 39 -la diferencia fue absorbida por la casi congelaci¨®n salarial- tuvieron tambi¨¦n como consecuencia una mayor exigencia de productividad por hora trabajada, lo que redund¨® en detrimento de los trabajos con menor valor a?adido, es decir, tambi¨¦n los menos cualificados. Por ¨²ltimo, de la misma manera que las 39 horas no se aplicaban de manera rigurosa en sectores como la construcci¨®n, la hosteler¨ªa o la gran distribuci¨®n, con las 35 horas tampoco entraron las reglas del mercado laboral en dichos sectores, con lo que se acrecentaron las diferencias entre unos trabajadores -del sector p¨²blico o de las grandes empresas privadas, as¨ª como las profesiones liberales- que dispon¨ªan de m¨¢s tiempo libre, frente a otros que, a su ya cr¨®nica precariedad, ve¨ªan como se sumaba otro agravio comparativo: seguir trabajando las mismas horas mientras los asalariados mejor pagados trabajaban menos.
El actual gobierno conservador, al reglamentar que, a partir de ahora, las cuatro primeras horas extras semanales s¨®lo sufran un recargo del 10%, admite un aumento del 1% en el salario mensual, aumento que las empresas no pagar¨¢n puesto que los salarios m¨¢s bajos -el m¨ªnimo y todos aquellos que no lo superen m¨¢s all¨¢ de 1,7 veces- ser¨¢n objeto de una reducci¨®n de tasas estimada en total en unos 6.000 millones de euros.
Durante su negociaci¨®n con los sindicatos, Fran?ois Fillon ocult¨® la minusvaloraci¨®n de las horas extras. En realidad ¨¦l sostuvo siempre que entre la 36 y la 39 hora seguir¨ªa existiendo un recargo del 25% pero el primer ministro, Jean-Pierre Raffarin, desvel¨® el 6 de septiembre, en el transcurso de una rueda de prensa y como de pasada, que esas horas s¨®lo costar¨ªan un 10% m¨¢s.
Medida socialista
El dispositivo puesto en marcha por los socialistas era complejo, porque intentaba tomar en consideraci¨®n las diferencias del mercado laboral pero era hijo de un voluntarismo pol¨ªtico-social que ha acabado por ser interpretado de manera tecnocr¨¢tica. El propio Jospin se hab¨ªa declarado favorable a 'suavizar' la aplicaci¨®n de la ley para no condenar al cierre a miles de peque?as empresas. La entrada en vigor gradual y escalonada de las 35 horas hab¨ªa creado, adem¨¢s de diferencias dentro del propio salario m¨ªnimo, un notable caos administrativo en el Ministerio de Empleo.
El gobierno Raffarin quiere 'armonizar' los distintos salarios m¨ªnimos y fundirlos en uno solo. El problema irresoluble lo plantean ciertas sociedades que, votaron en su d¨ªa el paso a las 35 horas, que negociaron las extras con recargos del 25% y del 50% y cuyas plantillas ahora no est¨¢n dispuestas a dar marcha atr¨¢s. Es el caso de Renault y otras grandes o muy rentables sociedades.
La ley del 18 de septiembre no lograr¨¢ pues erradicar totalmente la semana laboral de 35 horas pero s¨ª circunscribirla a reductos de 'aristocracia' obrera o de profesiones liberales. Extra?o destino para una ley pensada para crear empleo y beneficiar a todos los franceses.
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