Las familias y el desplome burs¨¢til
Los esc¨¢ndalos contables de las grandes corporaciones norteamericanas han acentuado la tendencia bajista en los mercados burs¨¢tiles que ya se ven¨ªa manifestando, con gran intensidad, desde el primer trimestre del a?o 2000. Los efectos son devastadores: los ¨ªndices burs¨¢tiles est¨¢n volviendo a los valores alcanzados en 1997. ?En qu¨¦ condiciones est¨¢n abordando las familias espa?olas esta situaci¨®n de los mercados?.
No es necesario realizar un an¨¢lisis muy exhaustivo para constatar que, a partir de la d¨¦cada de los ochenta, las familias han ido transformando profundamente sus h¨¢bitos de inversi¨®n financiera. Las tradicionales cartillas de ahorro, s¨ªmbolo financiero de las familias durante a?os, han acabado arrinconadas frente a sofisticados fondos de inversi¨®n de renta variable, letras del Tesoro o fondos de pensiones desgravables.
La inversi¨®n de las familias espa?olas en acciones y fondos alcanz¨® el r¨¦cord de 530.447 millones de euros en 2000
La capacidad de las familias para gestionar sus activos ser¨¢ determinante a nivel financiero y de la econom¨ªa real
Fue en la segunda mitad de la d¨¦cada de los noventa cuando la inversi¨®n financiera de las familias experiment¨® el cambio cualitativo de mayor intensidad. Como se puede observar en el gr¨¢fico, en el momento de la incorporaci¨®n de Espa?a a la Comunidad Econ¨®mica Europea, la mayor parte de la riqueza financiera de las familias estaba constituida por dinero en efectivo y dep¨®sitos bancarios (un 69% del total), mientras que las acciones no representaban m¨¢s de un 16%. Quince a?os despu¨¦s, en pleno proceso de uni¨®n monetaria, la inversi¨®n en acciones (incluidos ahora fondos de inversi¨®n), super¨® a la de activos tradicionales (46% frente a 39%).
Adem¨¢s, durante todos estos a?os el volumen de inversi¨®n financiera de las familias, una vez descontado el efecto de la variaci¨®n de los precios, casi se triplic¨®, superando a finales de la d¨¦cada de los noventa el nivel del bill¨®n de euros. As¨ª, en el a?o 2000 el volumen de inversi¨®n financiera en acciones y fondos de inversi¨®n en manos de las familias alcanz¨® el record de 530.447 millones de euros.
El cambio en el comportamiento financiero de las familias espa?olas, al igual que en muchos otros aspectos nuestra vida social y econ¨®mica, se produjo de forma tard¨ªa y acelerada respecto de la experiencia de los principales pa¨ªses desarrollados. En Estados Unidos existe una larga tradici¨®n en distribuir la inversi¨®n financiera entre un conjunto amplio y diverso de activos. El volumen de riqueza financiera de las familias norteamericanas es muy alto y creci¨®, como ocurri¨® en Espa?a, a tasas muy elevadas durante la segunda mitad de la d¨¦cada de los noventa. Aun as¨ª el volumen relativo de inversi¨®n en acciones, en torno a un 25% de la inversi¨®n total, ni de lejos, alcanza los niveles mantenidos en Espa?a. En las ant¨ªpodas se encuentra el caso de Jap¨®n, cuyas familias mantienen mayoritariamente su voluminosa inversi¨®n financiera en forma de efectivo y dep¨®sitos y s¨®lo una peque?a parte en forma de acciones, en torno a un 5% de la inversi¨®n total. En Alemania la tradici¨®n de diversificar la inversi¨®n es m¨¢s reciente, comenz¨® a principios de los a?os ochenta. Con todo, el volumen de saldos en efectivo y dep¨®sitos sigue siendo hoy el principal de los destinos de la riqueza financiera de las familias, un 35% del total. Es Francia el pa¨ªs en el que s¨ª encontramos una experiencia semejante a la espa?ola. Una d¨¦cada antes que en Espa?a, las familias francesas, de forma paralela a los procesos de privatizaci¨®n de las empresas p¨²blicas, comenzaron a acumular importantes cantidades de acciones en sus carteras de activos. A finales de los a?os ochenta el volumen de acciones en manos de las familias ya superaba ampliamente el de los activos tradicionales (un 49% frente a un 39%). Los sucesivos vaivenes que se produjeron en los mercados desde esos a?os, no modificaron sustancialmente sus decisiones de inversi¨®n financiera.
Aunque no es este el lugar para exponer las razones que explican este proceso de cambio en el comportamiento financiero de las familias espa?olas, s¨ª quiz¨¢s arroje algo de luz, sobre la respuesta a la interrogante antes planteada, se?alar las que creemos m¨¢s significativas. El crecimiento de la renta de las familias y de su capital humano jugaron un papel fundamental, as¨ª como los bajos tipos de inter¨¦s que se mantuvieron en los ¨²ltimos a?os noventa, que alentaron una decidida estrategia competitiva de los intermediarios financieros para la captaci¨®n del ahorro de las familias. La posibilidad de integrar a las econom¨ªas dom¨¦sticas en el atractivo mundo de las finanzas result¨® clave a las instituciones financieras para no perder cuota de mercado. La euforia alentada por los mensajes de la nueva econom¨ªa, acab¨® por conformar un escenario que result¨® irresistible para las familias, que se lanzaron a la compra de t¨ªtulos de alta rentabilidad y, aunque la euforia del momento no ayudaba a entenderlo, tambi¨¦n de alto riesgo.
Fue por tanto, durante el largo e intenso episodio de crecimiento econ¨®mico que se produjo en la segunda mitad de la d¨¦cada de los noventa, cuando con m¨¢s fuerza se volcaron las familias espa?olas en la inversi¨®n financiera. La rentabilidad media burs¨¢til anual en Espa?a desde 1995 hasta marzo de 2000 (m¨¢ximo hist¨®rico alcanzado por el Ibex 35) super¨® el 67%. En este mismo intervalo de tiempo, la rentabilidad media anual de las imposiciones a plazo apenas alcanz¨® el 4,5%. Los beneficios obtenidos se convert¨ªan en un incentivo adicional que hizo m¨¢s tupido el velo de la ignorancia que imped¨ªa valorar adecuadamente el riesgo de la inversi¨®n. Al margen de los condicionantes pr¨®ximos que explican la severa ca¨ªda de los valores burs¨¢tiles de los ¨²ltimos meses, las p¨¦rdidas medias anuales del 20% en los ¨²ltimos dos a?os y medio, son un fiel reflejo del alto riesgo asumido.
No pod¨ªa existir sustento real para aquellos niveles de rendimiento. Si a principios de 1995 una familia hubiese invertido el equivalente a 100 euros en acciones, en marzo de 2000 su inversi¨®n se habr¨ªa revalorizado hasta los 385 euros. De no haber liquidado esas acciones, su valor en la actualidad rondar¨ªa los 200 euros.
La globalizaci¨®n de los mercados impone hoy en d¨ªa una l¨®gica evidente: los condicionantes a los que se enfrentan los inversores de distintos pa¨ªses s¨®lo se distinguen en peque?os matices; las tendencias claves del rendimiento y el riesgo son homog¨¦neas en el contexto internacional. La estrategia de las familias espa?olas, en su af¨¢n por diversificar el destino de sus inversiones, requiere una gran sofisticaci¨®n. La contrapartida a la mayor rentabilidad que han obtenido en los ¨²ltimos a?os, por la alta tenencia de acciones, es su mayor vulnerabilidad a los vaivenes de los mercados financieros. De ah¨ª que este proceso de ajuste burs¨¢til al que venimos asistiendo les afecte en mayor medida que a las familias de otros pa¨ªses, con la excepci¨®n, claro est¨¢, de Francia.
Si en algo se distinguen de estas ¨²ltimas es que es esta la primera vez que las familias espa?olas afrontan una situaci¨®n de esta naturaleza. De ello deber¨¢n sacar importantes lecciones para el futuro. El enorme volumen de la inversi¨®n financiera que han venido acumulando se ha volatilizado en una parte importante en s¨®lo unos meses. Es este contexto de ciclos alcistas y bajistas al que tendr¨¢n que habituarse. En cualquier caso, la envergadura del fen¨®meno que aqu¨ª tratamos es tal que introdujo un cambio cualitativo de enorme importancia en la econom¨ªa espa?ola. Por supuesto que la capacidad de las familias para gestionar adecuadamente su cartera de activos ser¨¢ determinante en sus decisiones futuras, no s¨®lo de las financieras sino tambi¨¦n, por su efecto sobre el consumo, de las reales.
Ana Esther Castro y Jos¨¦ Francisco Teixeira son profesores titulares del Departamento de Econom¨ªa Aplicada de la Universidad de Vigo.
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