La ¨¦lite china bascula entre el comunismo y la atracci¨®n occidental
La Universidad de Pek¨ªn forma a sus alumnos para que ocupen el poder tras elegirlos entre los mejores del pa¨ªs
El peque?o alboroto que se ha formado en torno al Instituto de Relaciones Internacionales -el viceprimer ministro Qian Qichen inaugura el curso con una conferencia y un debate abierto con los alumnos- apenas tiene incidencia en el resto de este centro de sabidur¨ªa que es la Universidad de Pek¨ªn (Beida). En sus jardines y bajo los sauces de sus estanques cubiertos de flores de loto, decenas de estudiantes siguen inmersos en su lectura mientras cientos de ellos se desplazan en bicicleta a sus respectivas facultades. Ping Hao, catedr¨¢tico de Relaciones Internacionales y vicerrector, recibe a la enviada de este diario en este complicado d¨ªa y reconoce con orgullo que 'los j¨®venes m¨¢s inteligentes entre los 1.300 millones de chinos' cursan sus estudios en esta Universidad que es 'cuna del liderazgo' chino junto con la Universidad Polit¨¦cnica pequinesa de Qinghua.
En Beida estudian los j¨®venes m¨¢s inteligentes entre los 1.300 millones de chinos
El 78% de los estudiantes pertenecen a las Juventudes Comunistas
Beida cuenta con 40.000 alumnos, que siguiendo los nuevos aires de privatizaci¨®n, tienen que pagar alrededor de 600 euros anuales por la ense?anza y otros 250 por el alojamiento y la manutenci¨®n. Aunque estas cantidades son m¨¢s bajas que muchas otras universidades chinas, suponen unas cifras impagables para gran parte de la poblaci¨®n. Consciente de ello, la misma Universidad concede anualmente 5.000 becas, que reciben autom¨¢ticamente los dos alumnos que han realizado los ex¨¢menes de selectividad m¨¢s brillantes de cada una de las 30 provincias del pa¨ªs.
Ping Hao, como un tercio de los alumnos de Beida que ampl¨ªa estudios fuera del pa¨ªs, permaneci¨® cuatro a?os en la Universidad estadounidense de Harvard. ?l volvi¨®, pero otros muchos se quedan en el extranjero y, agradecidos a la instituci¨®n que los form¨®, contribuyen a la fundaci¨®n que permite a Beida seguir con su b¨²squeda de cerebros y apoyarles financieramente.
El Gobierno chino reconoce que para avanzar en la modernizaci¨®n tiene que hacer un enorme esfuerzo en la educaci¨®n, y que si no lo hace, la escasez de profesionales frenar¨¢ el avance. De hecho, en Beida hay 15.000 adultos, en su mayor¨ªa funcionarios, que carecen de formaci¨®n universitaria o necesitan unos estudios de posgrado y el Gobierno env¨ªa a las aulas para que puedan desempe?ar mejor el cargo que se les tiene reservado. Tambi¨¦n hay muchos que pagan de su bolsillo los estudios -para los adultos la ense?anza asciende a 1.000 euros anuales- para ascender en sus trabajos o para mejorar sus propias empresas.
De los 20 millones de estudiantes que terminan los estudios secundarios, s¨®lo siete u ocho millones se presentan al examen de selectividad, una prueba dur¨ªsima que exige al menos un a?o de preparaci¨®n con m¨¢s de 12 horas diarias de estudio. 'Se parece a las pruebas que realizaban los antiguos mandarines del imperio', bromea Ping Hao. De los que se presentan, unos tres millones aprueban e ingresan en las distintas universidades, un n¨²mero muy peque?o para un pa¨ªs tan densamente poblado, tan extenso y con tantos retos a los que hacer frente a corto y medio plazo.
El 78% de los estudiantes de Beida pertenece a las Juventudes Comunistas o tiene carn¨¦ del Partido Comunista Chino (PCCh) si ha cumplido los 28 a?os. Sin embargo, no puede decirse que los j¨®venes est¨¦n muy politizados, por el contrario, son 'muy pragm¨¢ticos', destaca el vicerrector, saben que pertenecen a la ¨¦lite de China, que por el momento no hay m¨¢s partido que el comunista y que para lograr sus aspiraciones profesionales y monetarias el PCCh es una buena v¨ªa.
Una simple ojeada a Pek¨ªn revela la tremenda aceleraci¨®n del desarrollo chino. Los cinco anillos de autopistas que se han creado en menos de 20 a?os han ensombrecido las obras de la Gran Muralla. Lo que en Pek¨ªn se est¨¢ haciendo no tiene parang¨®n en ninguna otra parte del mundo que no sea dentro de la misma China, como en Shanghai, Shenzhen, Chongqing y otras. El v¨¦rtigo del cambio econ¨®mico entra?a un consumismo desconocido antes en China y ha cambiado radicalmente las costumbres de los j¨®venes.
Pero Chen Jiagui, vicepresidente de la Academia de Ciencias Sociales de China, rechaza que haya una 'occidentalizaci¨®n' de la juventud actual y sostiene que lo que existe es una 'penetraci¨®n mutua' entre las dos culturas. Si en las ciudades chinas han crecido como hongos los McDonald's, las discotecas y los j¨®venes visten y calzan como los europeos y estadounidenses, Occidente tambi¨¦n est¨¢ repleto de restaurantes chinos y hay un inter¨¦s creciente por la filosof¨ªa oriental, el taichi y las artes marciales, entre otros.
Como contrapeso de las llamadas 'influencias negativas' que la apertura al exterior ejerce en los j¨®venes chinos, en Beida se hace hincapi¨¦ en las ense?anzas de la filosof¨ªa confuciana. 'El confucianismo es una ideolog¨ªa pacifista que pretende que todo se haga paso a paso, sin conflictos ni enfrentamientos', dice el vicerrector para destacar que ¨¦sta es la pol¨ªtica del Gobierno y el principio de sus relaciones con el mundo.
China a¨²n 'no ha valorado las consecuencias sociales de la pol¨ªtica del hijo ¨²nico' y ha decidido ampliarla hasta el a?o 2010 en aras de un mayor crecimiento econ¨®mico, ya que el pa¨ªs no puede permitirse el lujo de tener m¨¢s de 1.600 millones de habitantes, cifra r¨¦cord que se alcanzar¨¢ hacia el 2020 para inmediatamente producirse una inversi¨®n de la curva de poblaci¨®n, afirma el vicepresidente de la Academia de Ciencias Sociales, Chen Jiagui. Sin embargo, Chen Huijung, que tiene una hija de siete a?os, asegura que teme al futuro que impondr¨¢n estos 'emperadores peque?os' cuando ve el empe?o de la ni?a por ser el centro de todo lo que le rodea.
'Los j¨®venes ni siquiera necesitan la pol¨ªtica de una familia-un hijo porque ellos mismos no quieren casarse, ni les interesan los hijos. Han dejado de escuchar a los padres y se preocupan tan s¨®lo de divertirse y de ganar dinero', afirma Wang Zhimin, que tiene un hijo soltero de 28 a?os.
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