Hombre, s¨ª
En sus memorias el presidente Calvo-Sotelo se describe como persona 'de natural pendenciera'. Quiz¨¢ ello ha podido contribuir a que haya tomado mi juicio hist¨®rico sobre el periodo socialista como una cr¨ªtica a su gesti¨®n de gobierno, lo que dista de ser correcto. [Un aniversario para reflexionar, de Javier Tusell, fue publicado el 3 de septiembre, y la respuesta al mismo de Leopoldo Calvo-Sotelo, Hombre, no, el 6 de septiembre]. No le recordar¨¦ d¨®nde est¨¢n mis afectos y mi ideolog¨ªa, porque ¨¦l de sobra los conoce. Pero quiz¨¢ no sea impropio recordar que, cesado como director general, permanec¨ª en el comit¨¦ ejecutivo de UCD hasta que no hubo con qu¨¦ pagar la luz. Como historiador mantengo mis juicios y creo tener buenas razones.
1. Constituye ya un lugar com¨²n entre los especialistas el considerar que el camino hacia la democracia se desdobla en un periodo de transici¨®n y otro de consolidaci¨®n. En el caso espa?ol el segundo se identifica con el Gobierno socialista. Resulta demasiado optimista considerar que en octubre de 1982 la democracia estuviera totalmente consolidada: la prueba es que hubo un intento militar posterior. Pero, adem¨¢s, los millones de votos recibidos por el PSOE no se entienden sino por el ansia experimentada por los espa?oles de un Gobierno s¨®lidamente asentado, capaz de enfrentarse a cualquier eventualidad. Para muchos de ellos, quiz¨¢ injustamente, los del periodo 1979-1982 no les daban esas garant¨ªas.
2. La pol¨ªtica seguida por el Gobierno de Calvo-Sotelo despu¨¦s del golpe y en relaci¨®n con ¨¦l fue, en mi opini¨®n, correcta. Pero la realidad es que durante toda la transici¨®n la actitud gubernamental ante los altos mandos militares fue defensiva. Los m¨¦ritos de quienes sufrieron esa pesada carga son infinitos, pero ellos mismos han dejado bien claro que de una cesta de manzanas no hab¨ªa manera de extraer una cereza. No hab¨ªa -o eran escas¨ªsimos- los mandos militares democr¨¢ticos.
3. El Gobierno de UCD hizo un serio intento de situar a Espa?a en aquellos contextos internacionales que le correspond¨ªan, pero no lo logr¨® y hubo que esperar al PSOE para alcanzar ese resultado. Claro que no fue culpa de los gobernantes centristas. Al presidente Calvo-Sotelo -y a alguno de sus ministros- les he o¨ªdo decir en p¨²blico que a Giscard habr¨ªa que prohibirle el paso por Espa?a, dada su pol¨ªtica acerca de nuestro ingreso en el Mercado Com¨²n.
4. El Estado de las autonom¨ªas se convirti¨® en una realidad percibida por la mayor¨ªa de los espa?oles en el periodo socialista. Lo que no obsta para que se pueda pensar que, una vez declarada inconstitucional la LOAPA, lo hubiera podido hacer un Gobierno centrista.
5. No creo que ni los socialistas, ni los historiadores de la econom¨ªa, ni los responsables de pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno de Calvo-Sotelo, alguno de ellos desaparecido, suscriban la tesis de que el programa socialdem¨®crata seguido guarde continuidad absoluta antes y despu¨¦s de 1982. Aquel Ejecutivo carec¨ªa de fuerza pol¨ªtica suficiente para cumplir un programa, como bien sab¨ªan quienes formaban parte de ¨¦l.
Es propio de la magnanimidad de los estadistas conceder espacio y argumentos para la alabanza de quienes les sustituyen. Los historiadores, por nuestra parte, sabemos que las demonizaciones siempre son malas y que el pasado no es blanco o negro, sino que se desenvuelve en los infinitos matices del gris. A fin de cuentas el presidente Calvo-Sotelo y este historiador podr¨ªamos llegar a un acuerdo con la sola respuesta a esta pregunta. ?Hab¨ªamos hecho los centristas lo bastante como para ser severamente derrotados en octubre de 1982? La respuesta ser¨ªa: hombre, s¨ª, aun sin especial culpabilidad de los involucrados en la pol¨¦mica. Quiz¨¢ los espa?oles se pasaron un poco en la magnitud del correctivo.
Javier Tusell es historiador.
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