Los olvidados de Sabra y Chatila
Los campos libaneses masacrados hace 20 a?os perviven sin ayuda y en penosas condiciones
Voces europeas y, entre ellas voces espa?olas, pidieron ayer 'paz, tierra y libertad' para los palestinos. Fue en Chatila, en las mismas calles que hace 20 a?os se ti?eron con la sangre de mujeres, ni?os y ancianos, masacrados desde el 16 hasta el 18 de septiembre por milicias falangistas libanesas bajo la complaciente mirada de Ariel Sharon, que por entonces comandaba el Ej¨¦rcito israel¨ª que invadi¨® L¨ªbano en 1982. 'Me dijo un ni?o que no puede jugar al f¨²tbol porque no hay sitio', contaba un manifestante.
Una delegaci¨®n extranjera, formada por representantes parlamentarios, pol¨ªticos, periodistas, miembros de ONG y simpatizantes con la causa palestina, procedentes de Noruega, Italia, Dinamarca, Francia, Reino Unido y Jap¨®n, as¨ª como Espa?a, particip¨® en la manifestaci¨®n que, partiendo del puente del aeropuerto, al sur de Beirut, culmin¨® en el peque?o cementerio de Chatila (de los dos campos es el ¨²nico que queda; Sabra se ha convertido en barrio para libaneses modestos), donde yacen, simb¨®licamente, los cuerpos que pudieron ser rescatados. La manifestaci¨®n forma parte de los actos enmarcados en una visita de solidaridad, y con la matanza de Sabra y Chatila tomada como emblema de una tragedia, la de los palestinos, que parece no conocer final.
'Una mujer de Chatila me dijo que, si pudiera, pedir¨ªa que le dieran un jard¨ªn. Casi me ech¨¦ a llorar', cuenta una viajera espa?ola. Pero ¨¦stos son los problemas menos relevantes de los alrededor de 5.000 refugiados palestinos que todav¨ªa viven en Chatila. El deterioro y la falta de ayuda han reducido el campo a su m¨ªnima expresi¨®n y las dificultades parecen insalvables, como para todos los palestinos refugiados en L¨ªbano. Desde que se fund¨® la hoy maltrecha Autoridad Palestina, todas las ayudas han ido a parar a los territorios ocupados por Israel, en detrimento de los campos libaneses, en donde malviven, hacinados, m¨¢s de 300.000 refugiados palestinos.
La UNRWA (la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos), su principal apoyo, ha recortado presupuesto, y los servicios sanitarios, de los que el Gobierno liban¨¦s no quiere hacerse cargo, se han visto reducidos a l¨ªmites insoportables. En Chatila se muere antes de llegar al hospital. En Chatila se enferma de neumon¨ªa porque las condiciones higi¨¦nicas son deplorables. En Chatila, los enfermos de c¨¢ncer, de h¨ªgado o de cualquier dolencia que no pueda ser tratada con aspirina, no tienen m¨¢s remedio que rezar. En Chatila, el consumo de tranquilizantes har¨ªa palidecer de envidia a un residente de Beverly Hills.
Volviendo a la sombr¨ªa celebraci¨®n de ayer, en el acto final de la jornada estuvieron presentes autoridades palestinas que gobiernan el campo de Chatila, y que ya lo hac¨ªan hace 20 a?os. Por supuesto, tambi¨¦n estaba Hezbol¨¢, el partido de Dios, cuya astucia para pescar en r¨ªo revuelto, mediante obras sociales, es digna de ser tenida en cuenta. En cuanto al Gobierno liban¨¦s, a la manifestaci¨®n de ayer s¨®lo acudi¨® un ministro sin cartera, el cristiano Shara Merhej, a t¨ªtulo personal. Le habr¨ªa resultado dif¨ªcil explicar oficialmente por qu¨¦ la ley impide que los refugiados palestinos trabajen en 73 profesiones (medicina y ense?anza incluidas), posean viviendas o comercios en propiedad y leguen sus posesiones a sus hijos. Le habr¨ªa resultado dif¨ªcil explicar por qu¨¦, de las 4.500 casas que existen en Chatila, menos de un millar reciben luz el¨¦ctrica.
Lo cierto es que, en este nuevo L¨ªbano que pretende sonre¨ªr al mundo s¨®lo con la faz cosmopolita de Beirut, y olvidar la pobreza profunda que atraviesa el pa¨ªs de Tr¨ªpoli a Tiro, los miserables son un estorbo. Como bien dice el escritor Saree Makdisi, no es malo que Beirut se reconstruya, porque eso ha ocurrido siempre en esta ciudad: lo nefasto es esta forma de borrar el ayer, y de montar una ciudad que 'es lo m¨¢s parecido a la World Disney Town Celebration de Florida'.
En ese contexto, los palestinos a¨²n sobran m¨¢s, porque forman parte de lo que as¨ª se conoce como la guerra de los extranjeros, un pasado de guerra civil en el que la situaci¨®n palestina y las potencias ajenas influyeron, pero que fue entusi¨¢sticamente alimentado por las variadas facciones libanesas. Los palestinos de los campos de Beirut, con Chatila, la m¨¢rtir, a la cabeza, ocupan territorios que podr¨ªan servir para construir apartamentos; incluso ser¨ªa mejor arrasarlos, parecen pensar los gobernantes, para atravesarlos con autopistas.
Cualquier cosa, menos darles derechos, y mucho menos nacionalidad, lo que inclinar¨ªa peligrosamente la balanza demogr¨¢fica en favor de los sun¨ªes. Pero los palestinos de Chatila desfilaron ayer, y sintieron, porque hab¨ªa extranjeros, que el mundo les miraba. Y as¨ª era. Gente venida de lejos. Como dijo Alberto Cruz, que encabezaba la delegaci¨®n espa?ola: 'Hemos venido a homenajear a los muertos, pero ellos son el s¨ªmbolo de la tragedia del pueblo palestino, de la injusticia en que viven y es de esto de lo que tambi¨¦n queremos hablar'.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.