Bancos p¨²blicos
El asunto se localiza en una plaza del casco antiguo de la ciudad de Sevilla: la plaza del Pumarejo, en el barrio de San Gil. Hace unas semanas pas¨® por mis manos una hojilla de recogida de firmas para solicitar ante los organismos municipales competentes la retirada de los bancos p¨²blicos situados en dicha plaza.
El argumento esgrimido a favor de la retirada de los bancos era, ni m¨¢s ni menos, que al quitar los citados bancos desaparecer¨ªan de la citada plaza las personas que se inyectan drogas en la calle, las que beben alcohol en las calles y los que duermen en los bancos (cosa que hacen porque no tienen otro sitio), lo cual redundar¨ªa en beneficio del barrio, seg¨²n los promotores de la idea.
No soy vecino del barrio, pero puedo afirmar que he visto a personas drogarse sentados en los bordillos de las aceras, a otras beber alcohol sentados en el suelo y a otras durmiendo sobre cartones en portales o pegados a cualquier pared de la ciudad. La retirada de los bancos no supondr¨ªa para estas personas un gran problema pues entiendo que para ellas la diferencia entre la inc¨®moda dureza del suelo y la c¨®moda dureza del banco es una cuesti¨®n de segundo orden.
El barrio de San Gil forma parte del casco antiguo de la ciudad, lo que quiere decir, a mi entender, que una buena parte de su poblaci¨®n es gente de avanzada edad, personas que agradecen encontrar unos bancos donde descansar durante sus paseos, cuando regresan del mercado o quiz¨¢ cuando vienen de dejar o recoger a sus nietos del colegio. No me imagino a estas personas sentadas en los bordillos de las aceras, ni en los escalones de acceso a los edificios, ni recostados en la pared, con su bast¨®n al lado, para descansar de su paseo.
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