Frustraci¨®n
La marcha de Jos¨¦ Tom¨¢s no puede provocar m¨¢s que un sentimiento de frustraci¨®n. Dicen unos que se toma un a?o sab¨¢tico y otros que se retira. Vaya usted a saber, porque el torero no habla, y, a partir de ahora, tampoco va a torear. ?Por qu¨¦ un hombre joven, con la gloria entre los dedos, dice que no quiero verlo y que me voy? Un misterio que aviva el fuego del mito.
Su marcha, aunque sea moment¨¢nea, es una frustraci¨®n porque se va un artista puro, un privilegiado, un torero grande. Porque su reinado ha sido tan ef¨ªmero... Se esperaba tanto... Vaya donde vaya, est¨¦n donde est¨¦n sus pensamientos y sea cual sea su decisi¨®n futura, justo es reconocer que su irrupci¨®n en los ruedos ha zarandeado la fiesta de los toros hasta reconciliar la decadencia con la pureza.
Tom¨¢s ha devuelto la alegr¨ªa del toreo a pesar de la innata tristeza del torero. Con ¨¦l ha renacido la emoci¨®n, la belleza y la transfiguraci¨®n art¨ªstica de la lucha entre un hombre y un animal salvaje. Devolvi¨® las l¨¢grimas a una afici¨®n hastiada de vulgaridad. La fiesta volvi¨® a tener sentido. Su figura enhiesta y seria, su capote majestuoso, esa chicuelina ajustad¨ªsima, esa elegancia en la plaza, ese toreo eterno con la mano zurda, esos naturales largos, eternos y ce?idos, su desprecio al peligro, su aparente facilidad, ese volapi¨¦ hasta la empu?adura, esa salida a hombros con una sonrisa casi forzada y esa emoci¨®n incontenible en los tendidos.
Quedan los recuerdos, pero sabr¨¢n a poco. Queda ese runr¨²n de un chaval, pariente de Victorino, que dicen que torea como los ¨¢ngeles; queda aquel torero colosal que triunf¨® en San Isidro del 97, 98 y 99; quedan las dos puertas del Pr¨ªncipe en el 2001 y aquel sonado fracaso del mismo a?o en Madrid cuando, en un arrebato de apat¨ªa, le echaron un toro al corral, o los triunfos de esta temporada en esa misma plaza; queda su inexplicable decisi¨®n de no torear ante las c¨¢maras de televisi¨®n, su decisi¨®n caprichosa de no acudir a tal o cual feria... Pero quedar¨¢, sobre todo, la decepci¨®n de quienes esperaban la explosi¨®n jubilosa de alguien llamado a ser una figura hist¨®rica que decide, sin que se sepa por qu¨¦, tirar la toalla.
Quiz¨¢ es que este a?o ha estado dispuesto a dejarse matar 12 tardes y ni una m¨¢s. Quiz¨¢ es que se le ha considerado un genio y s¨®lo es un hombre, con sus dudas, sus miedos y sus inseguridades. ?l sabe mejor que nadie que los mitos est¨¢n mejor sin descubrir. Y a nosotros, ?que nos frustren!
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