Lo que Darwin no explic¨®
Fernando Vallejo, con una prosa de acero, trata a Darwin a hachazos. La coletilla m¨¢s repetida en todo el libro es 'Darwin, que de todo opin¨®/escribi¨®/habl¨® y nada entendi¨®', que resume perfectamente lo que Vallejo piensa del autor de El origen de las especies, el libro que, en 1859, propuso por primera vez en la historia un mecanismo cient¨ªfico por el que la vida cambia, evoluciona. Seg¨²n Vallejo, se trata, despu¨¦s de todo, de una solemne tonter¨ªa que se le hubiera ocurrido a cualquiera que pensara en ello. Algo parecido opina Javier Sampedro, que comienza su libro con una cita de Thomas Huxley, el m¨¢s apasionado defensor contempor¨¢neo de Darwin: 'Qu¨¦ incre¨ªblemente est¨²pido no haber pensado en ello'. Como en la propia evoluci¨®n, criaturas con el mismo origen se van modificando hasta crear seres radicalmente diferentes, como una mosca y un humano.
DECONSTRUYENDO A DARWIN
Javier Sampedro Cr¨ªtica. Barcelona, 2002 223 p¨¢ginas. 20 euros
LA TAUTOLOG?A DARWINISTA Y OTROS ENSAYOS DE BIOLOG?A
Fernando Vallejo Taurus. Madrid, 2002 360 p¨¢ginas. 16,95 euros
Una vez constatada la estupi
dez de la idea, Vallejo se ocupa de sus puntos d¨¦biles, aparentes o reales, y va desgranando una serie de cuestiones que, en su opini¨®n, demuestran que la idea de la selecci¨®n natural es, sencillamente, falsa. No existe y no puede existir, es una tonter¨ªa imposible. Sin embargo, para refutar a quien escribi¨® un libro sobre el origen de las especies 'sin saber siquiera que proven¨ªa de un ¨®vulo fecundado por un espermatozoide', Vallejo llena su libro de frases tan imposibles de demostrar como las que critica. Por ejemplo, asegura que los caballos de carreras no son cada vez m¨¢s r¨¢pidos por evoluci¨®n sino por regresi¨®n: 'No es cierto que los criadores de caballos logren caballos cada vez m¨¢s veloces. Es mera apariencia', afirma el novelista. La selecci¨®n a que los humanos someten a los purasangre lo que hace es purificar la especie de manera que se parezca cada vez m¨¢s al primer caballo, al parecer, el m¨¢s r¨¢pido de todos y que perdi¨® su largo y potente tranco 'por el libre cruce con individuos menos veloces'. Una vez que los caballos actuales corran tanto como el Ad¨¢n equino no podr¨¢n nunca mejorar. Lo que no explica Vallejo es c¨®mo sabe cu¨¢nto corr¨ªan los caballos primigenios.
Por su parte, Sampedro propone algunas adaptaciones evolutivas necesarias para que el darwinismo no chirr¨ªe en algunos momentos concretos, dos, de la historia de la vida. En primer lugar, cuando aparece la primera c¨¦lula, algo que ocurre una sola vez y que, necesariamente, no puede seguir pautas darwinistas para suceder. M¨¢s tarde, el momento en el que el antecesor de todos los seres de simetr¨ªa lateral (como las moscas, las ranas, las culebras, los tiranosaurios, las palomas y las cabras, pero no las medusas, de simetr¨ªa radial) aparece y deja una descendencia con potencialidad para que de ella aparezcan todos los linajes con derecha e izquierda.
Antes de que truene es necesario dejar constancia, como hace Sampedro, de que no le mueve ning¨²n oscuro inter¨¦s creacionista o asimilado en sus cr¨ªticas a Darwin. No hay tal. Es l¨ªcito, y bueno, que al darwinismo se le hagan, desde la ciencia, las cr¨ªticas que cada uno considere oportunas, sean hechas con fundamento, como la de Sampedro, o con imaginaci¨®n, como la de Vallejo. Si hay personas que consideran que Dios cre¨® cada especie en un acto ¨²nico y magn¨ªfico, pues muy bien, all¨¢ cada uno. Pero ampararse en que para no dar argumentos al enemigo hay que mantener un pensamiento monol¨ªtico es ir demasiado lejos. As¨ª, Sampedro, bajo el paraguas protector del genial paleont¨®logo recientemente fallecido Stephen Jay Gould, esgrime sus razones cient¨ªficas para tratar de entender aquellas cuestiones de la evoluci¨®n que la selecci¨®n natural no es capaz de explicar. Sin intereses ocultos, por favor, como tampoco los tiene Vallejo en sus provocadoras tesis.
El mal humor del libro de Vallejo, que acusa constantemente a Darwin, y a muchos de quienes desde entonces han pensado sobre las vuelta de la vida de no saber nada, contrasta con el desparpajo de Sampedro. 'Yo no s¨¦ hasta qu¨¦ punto Mendel entendi¨® o vislumbr¨® algo. Para m¨ª que muy poca cosa': de investigador en investigador, sin dejar t¨ªtere con cabeza, Vallejo parece un maestro que, poco seguro de lo que dice o que carece del suficiente apoyo cient¨ªfico para sus tesis, opta por el perpetuo ce?o fruncido, por el uso de jerga abstrusa, por la cr¨ªtica feroz, y con frecuencia injusta, a sus antecesores. Sampedro, sin embargo, se permite el humor constantemente, quiz¨¢ apoyado por su profundo conocimiento biol¨®gico, adquirido durante sus a?os de investigaci¨®n en uno de los laboratorios de biolog¨ªa m¨¢s famosos del mundo, en Cambridge, Reino Unido, el mismo en el que Watson y Crick hicieron sus trabajos sobre la doble h¨¦lice.
Adem¨¢s, Sampedro tiene la
ventaja de explicarse muy bien. Consigue as¨ª un extraordinario libro de divulgaci¨®n (ni alta ni baja, que no tienen aqu¨ª sentido: buena) que sit¨²a al lector frente a las distintas escuelas de pensamiento evolutivo, sin juzgar a los que investigaron hace 150 a?os a la luz de los conocimientos actuales. Con generosidad, y con rigor, el periodista aborda la evoluci¨®n del evolucionismo y llega hasta nuestros d¨ªas para ofrecer una s¨ªntesis posible de la historia de la vida en la Tierra: muy pocos momentos ¨²nicos de grandes saltos no darwinistas, crisis de especiaciones con cierta frecuencia, como las que propone Gould en su equilibrio puntuado, y selecci¨®n natural en la mayor parte del tiempo de la vida. Nada de adaptaci¨®n, sino mutaciones acertadas en una historia de constantes saltos en el vac¨ªo (jirafas de un solo golpe, camellos justo en el desierto) es, en cambio, la propuesta de Vallejo. En todo caso, dos demostraciones m¨¢s de la buena salud de Darwin.
El cohete y la c¨¦lula
LA APARICI?N, hace unos 1.500 millones de a?os, de la c¨¦lula eucariota (con n¨²cleo) es uno de los dos momentos de la historia de la vida en los que Darwin no consigue explicar qu¨¦ pas¨®. No hay pasos intermedios porque, como dice Sampedro, 'o uno es una bacteria, o uno es un eucariota, o se calla uno'. La acumulaci¨®n, en un solo acto, de las destrezas de varios seres vivos para hacer uno, m¨¢s complejo, es algo que ha ocurrido una sola vez en la vida y que, seg¨²n sugiere Sampedro, se debe a la evoluci¨®n modular. No son peque?os cambios que otorgan ventajas en ese momento (o en el futuro), que son los que hacen que las especies vayan cambiando, sino grandes saltos evolutivos. El segundo momento es cuando aparece el urbilateria, el primer animal con simetr¨ªa bilateral, un ser que debi¨® de vivir hace unos 600 millones de a?os. Aunque a¨²n es desconocido 'su existencia y sus propiedades pueden inferirse con argumentos gen¨¦ticos y evolutivos'. De hecho, pose¨ªa genes que hoy est¨¢n en todos los animales con esta simetr¨ªa, provocando una similitud gen¨¦tica, le sirve a Javier Sampedro para apoyar su teor¨ªa de la evoluci¨®n modular, es decir, de mutaciones en las que la nueva copia no se diferencia en un solo gen, sino en un grupo de ellos. Concretamente, el autor cuenta con detalle la historia de los llamados genes Hox, un grupo de genes que 'confieren identidad a cada compartimento regulando a bater¨ªas completas de otros genes'. Tanto en este segundo caso como en la aparici¨®n de la c¨¦lula eucariota se producen de golpe cambios que no obedecen a la selecci¨®n natural, pero que confieren, de manera inmediata, ventajas sustantivas a quienes los poseen. Tal y como un cohete puede hacer m¨¢s cosas que el pl¨¢stico, el hierro y el hidr¨®geno que lo forman y lo impulsan si los tomamos por separado, la c¨¦lula tiene mayor potencia que las bacterias precedentes y el Urbilateria tiene una capacidad evolutiva mayor que sus antecesores. Al tratarse de paquetes gen¨¦ticos completos, explica Sampedro, de repeticiones ya probadas en la naturaleza, el ¨¦xito es mucho m¨¢s probable.
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