Vuelve Adolfo Aristarain con un hermoso viaje al fondo del exilio interior argentino
Concursa un bello poema pedag¨®gico iran¨ª y se exhibe un filme inclasificable de Kaurism?ki
No se ha borrado el recuerdo de los pasos por el festival donostiarra del cineasta argentino Adolfo Aristarain con Un lugar en el mundo y Mart¨ªn (Hache). Fueron dos viejas obras inolvidables, que ayer cerraron un tri¨¢ngulo irrepetible con Lugares comunes, conmovedor viaje al fondo del exilio interior que desde hace mucho tiempo se ha adue?ado de la vida en Argentina. Fue ayer aqu¨ª un d¨ªa de buen cine, pues lo completaron en el concurso Canci¨®n de invierno, un precioso poema pedag¨®gico de Ir¨¢n, y, fuera de festival, la incatalogable obra maestra del finland¨¦s Aki Kaurism?ki Un hombre sin pasado.
Son muchas cosas al mismo tiempo estos Lugares comunes explorados por la nada com¨²n mirada de Adolfo Aristarain. Llevan dentro el c¨¢lido y elegante relato de un inagotable idilio entre un hombre y una mujer; y el desesperante goteo individual de un enorme desastre colectivo; y el empuje que hoy necesitan las leyes de la supervivencia cuando se instalan en el alma de un hombre de la izquierda con su conciencia intacta; y un llanto sin gritos sobre el ocaso del tiempo de la solidaridad; y una indagaci¨®n en los secretos mecanismos de la inteligencia y de la lucidez; y, sobre todo, la representaci¨®n de una agon¨ªa, de la muerte en vida, de la jubilaci¨®n de la existencia, del exilio interior.
La simple enunciaci¨®n de este cruce de ideas y de acordes argumentales y dram¨¢ticos da idea de la casi mareante complejidad que se mueve en la trastienda de un filme que, sin embargo, es transparente y sigue un discurso sereno e incluso apacible. Es una pel¨ªcula hablada con todas las consecuencias. Est¨¢ llena de palabras como actos. Y es la suya una elocuencia libre e iluminada que se radiograf¨ªa a s¨ª misma con la poderosa evidencia que brota del subsuelo de esta frase, que dibuja con un solo trazo el rugoso fondo del filme: 'La vida y la muerte no son consecutivas, sino simult¨¢neas'. Y es el misterio de esa simultaneidad lo que aborda Lugares comunes. Tan s¨®lo eso, nada menos que eso.
Como hizo desde el comienzo de su carrera cinematogr¨¢fica, con la parte medular de la obra de Aristarain, Federico Luppi da cuerpo al personaje eje de Lugares comunes. Un viejo y recio hilo de inteligencia une a estos dos eminentes artistas argentinos desde las negruras de Tiempo de revancha y Los ¨²ltimos d¨ªas de la v¨ªctima a la luminosidad de estos intensos Lugares comunes que ahora nos traen, arrancado del pellejo de su dolorido y devastado pa¨ªs. Federico Luppi est¨¢ aqu¨ª esta vez escoltado por un reparto corto y exacto, y tiene enfrente, en un apasionante t¨² a t¨², a Mercedes Sampietro, una actriz que en su plenitud sigue disparada hacia arriba, con energ¨ªa de aprendiza. La r¨¦plica que la actriz espa?ola propone a Luppi est¨¢ a la altura de este coloso del cine en nuestro idioma, y eso es mucho decir.
Larga ovaci¨®n
As¨ª lo entendi¨® el p¨²blico de periodistas y espectadores de pago que, en la esponjosa sesi¨®n de la ma?ana de ayer en la gran sala del Kursal, se rompieron las manos en una ovaci¨®n larga y elocuente. La fuerza sugeridora de las elipsis creadas por Mercedes Sampietro -que absorbe con su gesto el gesto de Federico Luppi y as¨ª se duplica misteriosamente a s¨ª misma- en el cierre de Lugares comunes, es uno de esos instantes, s¨®lo posibles en el cine, que electrizan a una masa de contempladores porosos, que saben identificarse con ese misterio. Y esta identificaci¨®n con la actriz se percibi¨® en la intensidad del silencio que supo crear y en la ruptura de ese silencio por un estallido no gradual, sino s¨²bito, de aplausos que al producirse parec¨ªan casi aguantados, contenidos.
El otro filme en concurso viene de Ir¨¢n, se titula Canci¨®n de invierno, y lo dirige Farhad Mehranfar, que hace unos a?os estren¨® en la secci¨®n paralela Zabaltegi sus otras dos pel¨ªculas, Aviones de papel y El ¨¢rbol de la vida. La que trae este a?o a concurso, una pel¨ªcula de gran sencillez y eficacia, un ¨¢gil, emotivo, divertido y viv¨ªsimo poema pedag¨®gico, es el relato de la aventura de una joven maestra ambulante que, en las monta?as del norte de Ir¨¢n, es solicitada -en realidad casi secuestrada- por una campesina viuda para que ense?e a leer a sus cinco hijos, con los que la maestrita acaba entablando una tierna relaci¨®n de hermana mayor. Es una historia de gente joven, limpia, generosa, amable y guapa, que se enfrenta a las agresiones de la pobreza, el aislamiento y la naturaleza abrupta y hostil. Es la historia de una mutaci¨®n en la vida de unos ni?os que van devanando paso a paso su amor al conocimiento, a la m¨²sica y a los misterios de la naturaleza. Imposible de ver o entrever en el cine occidental.
Y, fuera del concurso, en Zabaltegi, se rescat¨® una pel¨ªcula de gran calado y profundo estilo, formalmente muy atrevida, completamente fuera de norma. Es Un hombre sin pasado, una obra desconcertante y singular¨ªsma, de intrincado humor negro, escrita y dirigida por el cineasta finland¨¦s Aki Kaurism?ki, creador de prodigios de cine pobre, de muy bajo presupuesto, como La chica de la f¨¢brica de cerillas, Contrat¨¦ a un asesino a sueldo y Nubes pasajeras. Con esta Un hombre sin pasado gan¨® Kaurism?ki en el ¨²ltimo Festival de Cannes el premio especial del jurado, r¨¦plica prosaica y sin glamour de la codiciada Palma de Oro, que a toro pasado muchos reclamaron para esta notable pel¨ªcula, tambi¨¦n ganadora all¨ª del premio a la mejor actriz -la admirable Kati Outinen- y del premio de la cr¨ªtica internacional.
Babelia
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