Evitar extravagancias
En caso de duda lo mejor es evitar extravagancias. Qu¨¦ m¨¢s quisiera ETA que la suspensi¨®n de la autonom¨ªa vasca. Los aprendices de brujo que invocan para ello el art¨ªculo 155 de la Constituci¨®n hacen el juego a quienes, como Arzalluz, son especialistas en explotar el victimismo con fines no necesariamente respetables. Hace ahora dos a?os, el presidente del PNV lanz¨® en un discurso dominguero el mensaje de que 'si las cosas van as¨ª, los siguientes [detenidos] seremos nosotros'(...), a lo que a?adi¨®: 'Y ojal¨¢ venga ese d¨ªa, porque entonces se acab¨® el cuento'.
La ilegalizaci¨®n de Batasuna, ya sea por la v¨ªa penal o por la Ley de Partidos, est¨¢ llena de dificultades jur¨ªdicas y pol¨ªticas: por la falta de precedentes, por las trampas que los afectados pondr¨¢n a fin de intentar impugnarla, por la reticencia o abierto rechazo del Gobierno nacionalista encargado de aplicar las medidas. S¨®lo faltaba la insinuaci¨®n de que podr¨ªa suspenderse la autonom¨ªa vasca para agravar esas dificultades alimentando la esperanza de quienes llevan meses diciendo que lo que se pretende es ilegalizar ideas y no comportamientos coactivos de tipo terrorista.
En ning¨²n pa¨ªs de nuestro entorno tendr¨ªa existencia legal una organizaci¨®n como Batasuna, que tiene detr¨¢s las pistolas y bombas de un grupo terrorista. Y el caso del Sinn Fein puede ser citado como excepci¨®n, pero no como ejemplo a seguir: 3.500 muertos, intervenci¨®n del ej¨¦rcito y alambradas separando a las dos comunidades como requisito conducente a la negociaci¨®n. La ilegalizaci¨®n no acaba con ETA, pero desinflar el globo hinchado por la impunidad de su entorno se ha convertido en condici¨®n para su derrota pol¨ªtica. Eventuales errores de un juez o vac¨ªos legales surgidos no deber¨ªan hacer perder esa perspectiva.
Que Batasuna tenga grupo propio en el Parlamento vasco o se integre en el mixto no es un asunto trascendente. S¨ª lo es, en cambio, que la Mesa de ese Parlamento se niegue a aplicar una resoluci¨®n judicial. Las opiniones expresadas estos d¨ªas por diversos juristas indican que algunas medidas del auto de Garz¨®n son discutibles, pero no absurdas; no de tal naturaleza que justifiquen una querella por prevaricaci¨®n.
Se ha argumentado que la suspensi¨®n de un partido no tiene por qu¨¦ implicar la de su grupo parlamentario una vez que se admite que sus componentes conservan el acta de diputados. Es lo que defiende el nacionalismo vasco, pero sus razones ser¨ªan m¨¢s atendibles si las instituciones que dirigen hubieran cumplido en la parte que les corresponda las resoluciones judiciales, como ordena la Constituci¨®n. Y en todo caso, hay cauces para recurrir sin salirse del marco legal. Las barrocas explicaciones de Atutxa no demuestran lo contrario. Ayer anunci¨® una denuncia contra Garz¨®n por un presunto delito contra la divisi¨®n de poderes. Es otra desmesura, pero al menos se plantea en el marco legal.
La autorizaci¨®n de las manifestaciones corresponde a la autoridad gubernativa, incluso para decidir si entran o no, seg¨²n quienes las convoquen, en el ¨¢mbito de la suspensi¨®n judicial de Batasuna. No podr¨¢n ignorarse indicios como que est¨¦ prevista su clausura con un discurso de Otegi, como ocurr¨ªa en la del s¨¢bado de la pasada semana. No se hace un favor a la Ertzaintza pidiendo perd¨®n a los manifestantes, como ha hecho el Gobierno de Vitoria, pero las cr¨ªticas de Iturgaiz y otros dirigentes del PP a la actuaci¨®n de los mandos policiales son desmesuradas e injustas.
El momento es delicado. No hay duda del inter¨¦s en deslegitimar, con la excusa de tal o cual aspecto menor, el objetivo de acabar con la impunidad del brazo pol¨ªtico de ETA. Pero precisamente por ello debe evitarse responder a los desplantes desestabilizadores con desaf¨ªos extravagantes. El art¨ªculo 155 se introdujo en la Constituci¨®n como una garant¨ªa gen¨¦rica ante situaciones extremas, de incumplimiento grave por parte de una comunidad aut¨®noma de sus obligaciones institucionales. Antes de llegar a esa situaci¨®n las leyes contemplan alternativas. Pasar por encima de ellas para demostrar la hondura de nuestra indignaci¨®n ser¨ªa la peor de las ocurrencias.
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