El ¨¢ngel del Angliru
Roberto Heras alcanza el liderato tras una extraordinaria ascensi¨®n al puerto m¨¢s temido
Roberto Heras abre los ojos, redondos como platos, emocionados. Est¨¢ en el para¨ªso, que en este caso, ayer, 19.00 horas, no es otra cosa que el interior del coche de su equipo, el asiento de copiloto, el director, Johan Bruyneel, a su izquierda, su mujer, Ana, en el asiento de atr¨¢s. El coche est¨¢ aparcado en un barrizal, en medio de un charco, bajo un diluvio, en la cima del Angliru. Alguien le cuenta una historia, y Heras, el ser m¨¢s feliz del mundo, asiente con la cabeza, s¨ª, s¨ª, as¨ª, as¨ª era. A Heras, un maillot dorado en el regazo, le est¨¢n contando la historia de Charly Gaul, de la alianza del alado escalador luxemburgu¨¦s con la lluvia un d¨ªa alpino de julio de 1958, del d¨ªa en que se subi¨® a una nube, a su nube, y empez¨® a pedalear, ligero, suave como un soplo, por encima de los puertos m¨¢s duros del Tour. La nube, su nube, enviaba un diluvio a la tierra, cuenta la leyenda, pero eso no lo sent¨ªa Gaul, que ni se empapaba ni notaba el agua, ¨¦l estaba en su nube, era un ¨¢ngel, el ¨¢ngel de la lluvia. Y Heras lo oye y sigue diciendo que s¨ª con los ojos iluminados, y dice: 'as¨ª me he sentido yo'. As¨ª fue. S¨ª. Heras en su nube, el diluvio en la tierra y ¨¦l volando sobre el Angliru, el ¨¢ngel del Angliru. No existe el 23,6% de la Cue?a les Cabres, ni la curva del Aviru, ni Cobayos, ni les Cabanes ni les Picones. La carretera no sube ni serpentea, ni se empina ni crece. La carretera, la m¨¢s temida del ciclismo mundial, es una alfombra suave que se extiende, plana, por delante del paso de Heras. 'Es que he elegido bien el desarrollo', dice, el escalador salmantino, el buen pa?o de B¨¦jar. 'He dudado entre el 23 y el 25 y me he decidido por el 25, m¨¢s ligero, que me ha permitido subir siempre sentado: con el agua que hab¨ªa no pod¨ªas ponerte de pie sobre la bici. Te patinaba la rueda de detr¨¢s'.
Vuelta 2002| 15
Gij¨®n-Alto de L'Angliru, 176,7 kms. ETAPA 1. Roberto Heras (US Postal) 5h 1m 2s. 2. Joseba Beloki (ONCE) a 1m. 35s. 3. Franceso Casagrande (Fasso) a 1m 41s. 4. Iban Mayo (Euskaltel) a 1m 54s. GENERAL 1. Roberto Heras (US Postal) 55h 14m 8s. 2. Aitor Gonz¨¢lez (Kelme) a 35s. 3. ?scar Sevilla (Kelme) a 1m 8s. 4. Joseba Beloki (ONCE) a 1m 57s. HOY Jornada de descanso ETAPA DE MA?ANA Avil¨¦s-Le¨®n, 154,7 kms.
Pero tambi¨¦n los dem¨¢s eligieron desarrollos ligeros, de ni?os, de menos de tres metros por pedalada. Pero no era lo mismo. Los dem¨¢s eran humanos. Los dem¨¢s eran ciclistas, lo que es mucho, hombres capaces de esfuerzos sobrehumanos, capaces de sumergirse en la niebla del Angliru, de arrastrar su bicicleta, retorcerse, doblarse, ir de un lado a otro de la carretera, clavarse, arrancar de nuevo entre las vallas, de soportar el acre olor del embrague quemado de los coches que les segu¨ªan; capaces de aguantar la lluvia helada con manga corta, de cruzar la meta temblando, tiritando de fr¨ªo, incapaces de hablar, y, cinco minutos despu¨¦s, salir de una empapada y fr¨ªa carpa como si tal cosa, beberse un caldo o una tisana calentita, sonre¨ªr y decir algo as¨ª como que se hab¨ªan divertido subiendo, y que, como dec¨ªa Flecha, se sub¨ªa mejor sin empujones del p¨²blico, o, como Casagrande, el italiano que pedalea como un playmobil y que fue tercero en la etapa, que tampoco era para tanto, que el Angliru era duro, pero corto.
Hombres dominados por las pasiones. Por el orgullo, como David Millar, el ingl¨¦s soberbio, que se cay¨® dos veces, qued¨® tullido, volvi¨® a subirse dos veces a la bicicleta, ascendi¨® el doloroso Angliru, lleg¨® a un metro de la meta, se baj¨® de la bicicleta, y pas¨® la meta por fuera, entreg¨® su dorsal y se retir¨®, digno y enojado. Por la debilidad, como V¨ªctor Hugo Pe?a, el colombiano eliminado por subir agarrado al coche de su equipo. Dominados por la codicia tambi¨¦n. Como Aitor Gonz¨¢lez.
Vicente Belda, el director del Kelme, el director de Aitor Gonz¨¢lez y ?scar Sevilla, los dos l¨ªderes hasta el s¨¢bado, golpeaba el volante y repet¨ªa: '?A qui¨¦n quer¨ªa eliminar Aitor? ?A qui¨¦n quer¨ªa eliminar Aitor para atacar as¨ª, a siete kil¨®metros, cuando empezaba lo m¨¢s duro, ¨¦l que no es escalador y que ten¨ªa ¨®rdenes de subir a rueda de los escaladores? Si quer¨ªa eliminar a Sevilla no habr¨ªa tenido necesidad de atacar: Sevilla se habr¨ªa quedado solo'. Pero despu¨¦s de que el Kelme trabajara toda la etapa como si fuera el US Postal del Armstrong del Tour, despu¨¦s de que Tauler, el superdotado, volviera a dejar alucinada a la pe?a, un d¨ªa m¨¢s, trajinando a su ritmo infatigable. Marabio, Tenebredo, Cordal, valle arriba, valle abajo, lleg¨® Aitor, que no es Armstrong, y aceler¨®. 'Aitor me ha eliminado', se quej¨® Sevilla, pesado, musculoso, atrancado en lo m¨¢s duro. Aitor aceler¨® y se llev¨® consigo a Heras, ¨¢gil, y a Beloki, que hab¨ªa decidido aislarse del mundo, subir sintiendo s¨®lo su pulso. Se qued¨® cortado Sevilla. Y Aitor subi¨® fuerte, y se crey¨® Armstrong, lo pareci¨®. Potencia pura desafiando las leyes de la f¨ªsica, vatios partidos por kilos, la gravedad y todo lo que los sabios saben y experimentan. Hasta que Heras, en su nube, ligero, suave, aceler¨® un poco y Aitor empez¨® a quedarse. Le superaron luego Beloki, Casagrande, Mayo, le alcanz¨® Di Luca. Pero no se hundi¨®. Perdi¨® el casi liderato (estaba a 1s de Sevilla) pero s¨®lo por 35s.
Se anuncia tormenta en casa Kelme. Algunos se frotan las manos. Mejor un enemigo dividido, dicen. Pero tambi¨¦n se oy¨® una voz. Dijo un director, que no se quiso identificar: 'Mal har¨ªa Belda cargando contra Aitor, que es quien le puede ganar la Vuelta, que no olvide eso'. Eso, si en la Covatilla, por encima de su B¨¦jar, Heras no vuelve a ser un ¨¢ngel.
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