La 'traici¨®n' de Aitor
El Kelme organiza un parip¨¦ para que Sevilla reciba disculpas p¨²blicas de su compa?ero
'Aitor ?d¨®nde vas? ??D¨®nde vas Aitor?! ?Aitor, que queda Quesada, que queda Manzano! ???Aitorrrrr.... !!!' Vicente Belda se qued¨® af¨®nico chillando por el micr¨®fono desde su Mercedes, pero Aitor Gonz¨¢lez, su pupilo, no le oy¨®, no le o¨ªa, no le hizo caso. Aitor Gonz¨¢lez, corredor del Kelme, segundo de la general, se sent¨ªa imbatible, se sent¨ªa pose¨ªdo. 'Cre¨ªa que pod¨ªa ganar la Vuelta', dijo ayer. 'Cre¨ªa que pod¨ªa dejar tirado hasta a Roberto Heras'. Aitor Gonz¨¢lez arranc¨®, atac¨® al pelot¨®n, dej¨® cortado a su compa?ero, y l¨ªder de la Vuelta, ?scar Sevilla, y no gan¨® la Vuelta, no gan¨® a Roberto Heras, no gan¨® a nadie. Se convirti¨® en un personaje odiado, en lo peor que, dicen muchos, pueden ser los ciclistas, se convirti¨® en Aitor el traidor. O en Aitor el tonto, que dice Belda. 'Corr¨ª como un juvenil', resumi¨® el propio Aitor, que, probablemente, terminar¨¢ ganando la Vuelta, pese a todo.
S¨®lo ha pasado una noche desde una cena en la que Aitor, radiante de alegr¨ªa, compartiera mesa con ?scar Sevilla, mustio y triste, puro monos¨ªlabo; o desde que Vicente Belda, que vio que la Vuelta, que tan amarrada ten¨ªa se convert¨ªa, de repente, en 'una trucha reci¨¦n pescada, pero resbaladiza entre las manos'; han pasado casi 24 horas desde que se encerr¨® con sud dos l¨ªderes los en una habitaci¨®n y les hizo los cargos. Y la situaci¨®n, aunque las palabras lo desmientan, se mantiene. Aitor se disculpa p¨²blicamente, dice que se ha equivocado, le pide perd¨®n a Sevilla, dice que no se repetir¨¢; Sevilla, el ni?o bueno de la pel¨ªcula, el l¨ªder traicionado, dice que acepta las disculpas, pide que no se repita, habla de equipo, de ganar la Vuelta juntos, todos unidos, cualquiera de los dos. Las caras, sin embargo, dicen otra cosa. Aitor sigue radiante, la imagen de quien sabe que ha ganado; Sevilla sigue mustio. Es la mejor escenificaci¨®n de una convivencia forzada, es un parip¨¦.
Con todo, la situaci¨®n se resume en un puro error t¨¢ctico. Y no fatal, de todas formas. 'Aitor es un rebelde. Esta botella es Lanjar¨®n, y lo pone en la etiqueta, pero puede llegar ¨¦l y decir que es Bezoya, y no hay quien le convenza de que no los es', dice Belda, para quien la moral es, en todo caso, un concepto secundario cuando se trata de ganar la Vuelta, o por lo menos la moral formal del compa?erismo y que busca un resumen del problema en meros t¨¦rminos t¨¢ctico-estrat¨¦gicos. 'Aitor se equivoc¨® porque no supo leer la carrera. Le llevamos toda la Vuelta conduciendo de la mano. Lo tapamos al principio para que no tuviera presi¨®n, pero el se destap¨® en La Pandera. Despu¨¦s le hemos estado haciendo la carrera, prepar¨¢ndolo para el Angliru. ?l sab¨ªa que no ten¨ªa que moverse, que despu¨¦s de Tauler vendr¨ªan Manzano y Quesada para hacer m¨¢s trabajo, y que ten¨ªa que esperar a que se moviera Heras. Era lo ¨²nico que ten¨ªa que hacer. Y si se mueve Heras y se va con ¨¦l y se queda Sevilla, no pasa nada. Mejor para ¨¦l siempre. Pierde menos tiempo, alcanza el liderato y no aparece como un traidor. Sevilla no era su enemigo porque, virtualmente, contando con la contrarreloj de Madrid, ya estaba por encima de ¨¦l. Sus enemigos eran Heras, Beloki y Mayo, los que ten¨ªa a dos minutos, que empiezan a acerc¨¢rsele'.
Dicen en el entorno de Sevilla que no se quedar¨¢ parado. Dice Belda que est¨¢ preparado para todo, y sonr¨ªe: 'El problema es que el Kelme es un equipo atacante y no nos va bien correr a la defensiva, pero ahora que el l¨ªder es Heras, volveremos a ser los de siempre, que se preparen los dem¨¢s'.
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