Lo que no se sabe
El fiscal general del Estado ha causado un revuelo importante con su discurso, y sus datos, sobre el aumento de la delincuencia en Espa?a. Por supuesto, conviene recibir estas noticias con cierta cautela. El n¨²mero de diligencias que se incoa depende del n¨²mero de denuncias, y el n¨²mero de denuncias, o de denuncias que prosperan como tales, de la presteza de las v¨ªctimas a dirigirse a la polic¨ªa o los tribunales y de la propia eficiencia del aparato policial. De modo que existe una relaci¨®n compleja entre delincuencia real y delincuencia registrada. Esto dicho, los datos son preocupantes. Lo son all¨ª donde no existe equ¨ªvoco, como en las muertes violentas intencionales, que subieron durante el ¨²ltimo a?o un 11%. Y lo son, a qu¨¦ negarlo, en general.
El Gobierno ha estado lento en la percepci¨®n del fen¨®meno. Las desinversiones en seguridad no se pueden justificar alegando un descenso general del gasto p¨²blico. La hip¨®tesis del despiste, o falta de concentraci¨®n, es bastante convincente, y el PSOE ha encontrado aqu¨ª un fil¨®n en absoluto desde?able. Aparte de esto, se han manejado, por una y otra parte, argumentos bastante confusos, que la controversia en torno a la reforma del C¨®digo Penal, y a los cambios en pol¨ªtica de orden p¨²blico, convierten en m¨¢s confusos todav¨ªa. Destacar¨¦ s¨®lo algunos extremos fundamentales.
El C¨®digo de la etapa Belloch fue elogiado, o vituperado, por su car¨¢cter 'progresista'. ?Aumenta un c¨®digo que suprime tipos penales, o alivia el castigo, la delincuencia? La pregunta... no est¨¢ bien planteada. O mejor, no lo estar¨¢ mientras no se distinga entre delincuencia registrada, y delincuencia efectiva. Por definici¨®n, un c¨®digo menos severo tender¨¢ a reducir la delincuencia registrada. Puesto que ser¨¢n menos los motivos que conduzcan a clasificar una conducta como delictiva. Si, pese a todo, la delincuencia registrada aumenta, existir¨¢n razones para sospechar que el C¨®digo no ha tenido un impacto positivo. Pero conviene moverse con tiento por estos vericuetos. Primero, hay que razonarlos. El argumento b¨¢sico ser¨ªa ¨¦ste: no sancionar la conducta X, desclasificada como delictiva, estimula la conducta Y, registrada, ahora s¨ª, como delictiva. Mientras no se se?ale esta trayectoria, y se confirme con datos, las conclusiones ser¨¢n prematuras.
Esto nos lleva a un segundo punto. Es dificil¨ªsimo saber por qu¨¦ se delinque. La relaci¨®n entre condiciones socioecon¨®micas, y delincuencia, por ejemplo, es por completo borrosa. La delincuencia dio un salto cualitativo en Gran Breta?a a mediados de los cincuenta, en la pleamar del Estado Asistencial. En Nueva York, descendi¨® espectacularmente en los noventa, no se sabe por qu¨¦. Existen conjeturas que apuntan a nuevas t¨¦cnicas policiales de persecuci¨®n del delito, consistentes, en esencia, en reprimir el peque?o delito -v¨¦ase Fixing Broken Windows, de George L. Kelling y Catherine M. Coles-. Pero son s¨®lo eso, conjeturas.
Es mucho m¨¢s clara la conexi¨®n entre delincuencia y desarraigo. La pobreza, sin embargo, no se traduce por fuerza en desarraigo. El sistema de castas en India, por poner un caso extremo, reduce el desarraigo, y con ¨¦l, espectacularmente, la delincuencia. Y es evidente que la India es much¨ªsimo m¨¢s pobre que los Estados Unidos, un pa¨ªs cuya poblaci¨®n delinque en porcentajes alarmantes.
Esto nos lleva a otro apartado: el de la inmigraci¨®n. Sobre la inmigraci¨®n ha hecho demagogia el Gobierno, y en no menor medida, la oposici¨®n. Es claro que el inmigrante laboral no tiene por qu¨¦ delinquir. Aunque es igualmente claro que la cuota delictiva de los inmigrantes es muy alta. El 17% de los penados son inmigrantes. El 25% de los que est¨¢n en prisi¨®n, preventivamente o tras un juicio, inmigrantes tambi¨¦n. Negar este dato es balad¨ª. Analizarlo, no tanto. Un factor importante es la delincuencia internacional. Otro, la inmigraci¨®n ilegal, que estimula el desarraigo. Blandir, como remedio, la asistencia del Estado a quien quiera pedirla, no es realista. Por razones econ¨®micas, y porque, de nuevo, pobreza y delincuencia no guardan un nexo autom¨¢tico.
La profesi¨®n de ignorancia es un acto de humildad, y a la vez, de inteligencia. La prevenci¨®n policial del crimen, un remedio parcial, aunque imprescindible, en un contexto de incertidumbre aguda.
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