Casas en las que caben los sue?os
Doce mujeres con minusval¨ªa ps¨ªquica aprenden a vivir solas en dos pisos tutelados
Han sustituido a la monja de turno que acud¨ªa a despertarlas por los ruidos de un despertador. Llevan tres semanas solas y no se acostumbran. Todav¨ªa hoy, tras 23 d¨ªas viviendo en un piso, Pilar, Roc¨ªo, Mar¨ªa Dolores, Rosario, Encarnaci¨®n e Inmaculada, piensan que alguien deber¨ªa venir y decirles qu¨¦ tienen que hacer cada d¨ªa; acuciarlas para, por ejemplo, levantarse. Porque as¨ª ha sido siempre. Pero son las 7 de la ma?ana y deber¨¢n darse prisa porque a las ocho les aguarda el trabajo: La Fundaci¨®n Tutelar Tau las ha colocado en su lavander¨ªa.
Estas seis mujeres, mayores de edad y todas con discapacidad ps¨ªquica, emprendieron el 3 de septiembre pasado la gran aventura de su vida: aprender a vivir aut¨®nomamente en un piso. Hasta esta fecha resid¨ªan en un colegio de monjas tuteladas por la Junta. La mayor¨ªa no tiene familia y detr¨¢s de sus vidas casi siempre hay un drama.
'Al cumplir 18 a?os ya no tienen cabida en los centros de menores y deben pasar a una residencia de adultos. All¨ª pierden, pr¨¢cticamente, toda posibilidad de evoluci¨®n personal. Nosotros les hemos ofrecido trabajo y vivir por su cuenta, disfrutando de una vida m¨¢s plena y aut¨®noma', explica Marcos Parrado, director de los Servicios Residenciales de Tau.
El Ayuntamiento les ha cedido el piso y la Consejer¨ªa de Asuntos Sociales paga una pensi¨®n de 420 euros al mes por cada tutelada, 'pr¨¢cticamente la mitad de lo que cuesta una plaza en una residencia', precisa Parrado. Tau se encarga del equipamiento y gestiona los recursos. Una monitora vigila, discretamente, 'la iniciaci¨®n vital', dice, de estas seis chicas. Y una trabajadora social les saca de apuros cuando se 'atascan' cocinando, con la limpieza, o arreglando su ropa. Y es que hasta ahora estas chicas jam¨¢s hab¨ªan tenido responsabilidades.
'Son muy cari?osas', dice Carmen Torres, la monitora, que lleva 20 a?os trabajando con personas discapacitadas. Poco a poco van conoci¨¦ndolas en el barrio. 'Algunas vecinas vienen a verlas y se ofrecen a ayudarles', comenta. Ellas tambi¨¦n se encari?an con el vecindario. Roc¨ªo habla, con cierta tristeza, de 'una abuela que se ha puesto mala'. Sus compa?eras miran mientras tanto la televisi¨®n y no le hacen caso; alguna se entretiene fumando. 'Les damos 9 euros a la semana para sus gastos, que, poco a poco, est¨¢n aprendiendo a administrar', aclara la monitora.
'El proyecto es dif¨ªcil... Si fracasamos, ?qu¨¦ hacemos con estas personas?', se pregunta Parrado. El trabajo emprendido ya no tiene vuelta a atr¨¢s. En la Fundaci¨®n Tau se conformar¨ªan con alcanzar dos objetivos: que estas chicas aprendiesen suficientes habilidades como para manejarse en el piso y que el grupo se llevase como una familia. Por fortuna, ambos objetivos ya los han conseguido en otro piso: otras seis mujeres discapacitadas llevan varios a?os aprendiendo a vivir solas y les va muy bien.
Salud mental, el gasto insuficiente
En 1984 el Parlamento andaluz aprob¨® una ley que venia a poner orden en el entonces complejo y oscuro mundo de la salud mental. As¨ª naci¨® la Reforma Psiqui¨¢trica Andaluza. Un proyecto ambicioso que, 18 a?os despu¨¦s, sigue sin terminar de resolver los muchos problemas que aquejan a estos enfermos y sus familiares. Eso, a pesar de que Andaluc¨ªa es motivo de estudio entre los expertos en salud mental de la Organizaci¨®n mundial de la Salud (OMS) y un referente para otras comunidades aut¨®nomas, donde los avances no han sido tantos. Las cifras m¨¢s optimistas hablan de un 10% de poblaci¨®n afectada por esta enfermedad. Si esto es as¨ª, en la comunidad andaluza podr¨ªa haber cerca de 800.000 personas afectadas por el amplio abanico de patolog¨ªas de tipo mental. Una cifra, importante, que obliga a la Junta ha incrementar los recursos a?o tras a?o, sin que por ahora, a decir de los colectivos sociales implicados y de los profesionales, se haya conseguido que sean suficientes. Sobre todo cuando se trata de la atenci¨®n domiciliaria. Aun as¨ª, el Servicio Andaluz de Salud (SAS) increment¨® su presupuesto para salud mental un 8,9% el a?o pasado, pasando de 46,88 millones de euros en 2000 a 51,09 millones en 2001. Andaluc¨ªa, en 18 a?os de gesti¨®n sanitaria, ha pasado de tener 223 especialistas (psic¨®logos y psiquiatras) a m¨¢s de 600 en la actualidad. Si entonces hab¨ªa 8 manicomios y 69 consultas psiqui¨¢tricas, de las llamadas 'de zona', hoy, tras una profunda reorganizaci¨®n, son 15 las ¨¢reas terap¨¦uticas que acercan los servicios de salud mental a los ciudadanos. En la actualidad 71 equipos distribuidos por toda la comunidad se ocupan de que esto sea as¨ª. Adem¨¢s, hay 19 unidades de agudos con m¨¢s de 500 camas y 13 unidades de salud infanto-juvenil. A estas hay que a?adir 9 unidades de rehabilitaci¨®n, 5 hospitales de d¨ªa y 13 comunidades terap¨¦uticas con 200 camas disponibles. Pero, al margen de cifras, el ¨²ltimo objetivo en lo que a salud mental se refiere, es conseguir la integraci¨®n social de estos enfermo. Marcos Parrado lo explica: 'Aunque antes debamos aplicarnos a conseguir su integraci¨®n laboral. Y esta s¨®lo se alcanza con formaci¨®n y venciendo las reticencias sociales y de las empresas'.
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