Dos a?os de Intifada

El resumen de lo que ha sido esta Intifada lo podemos iniciar hablando de lo que pas¨® hace exactamente dos a?os, cuando Ariel Sharon visit¨® la Explanada de las Mezquitas y prendi¨® la mecha de la Intifada en los territorios. Pero tambi¨¦n podemos empezar hablando de todo lo que ocurri¨® durante los siete a?os que precedieron a aquel septiembre del a?o 2000. En esos a?os, israel¨ªes y palestinos hicieron todo lo que estaba en sus manos para acabar con el fr¨¢gil acuerdo alcanzado en Oslo: Israel multiplic¨® el n¨²mero de asentamientos en los territorios, y los palestinos empezaron a comprar armamento y a acumular armas dispuestos para la guerra. El que durante aquellos a?os prest¨® atenci¨®n a las quejas y advertencias de los palestinos debido al acuerdo de Oslo y a la realidad que ese acuerdo iba a prolongar en el futuro -un peque?o Estado palestino, troceado por una masiva presencia israel¨ª, una realidad que atender¨ªa sobre todo las necesidades de seguridad de Israel- pudo comprender ya entonces lo que iba a pasar. Pocos en Israel fueron capaces de estar atentos a esto. Fue un error hist¨®rico por nuestra parte. Luego, los palestinos contribuyeron a este desfile hacia el absurdo cuando respondieron a la provocaci¨®n de Sharon con una imparable ola de violencia. Lo que ocurri¨® despu¨¦s ya es historia y tragedia. Han pasado dos a?os. Dos a?os de una muerte en vida para los dos pueblos. Dos a?os de una existencia con los sentimientos embotados, al igual que nuestro sabor por la vida, nuestros h¨¢bitos y nuestras esperanzas. Dos a?os de un pensamiento cada vez m¨¢s estancado y que solamente se expresa a trav¨¦s de grandes titulares que reflejan hechos sangrientos.

M¨¢s de 625 israel¨ªes han sido asesinados en los cerca de 14.280 atentados que ha habido en los dos ¨²ltimos a?os. Unos 1.370 palestinos han muerto por la actuaci¨®n de las fuerzas de seguridad israel¨ªes. Cerca de 4.500 israel¨ªes han sido heridos en atentados. Entre los palestinos, el n¨²mero es mucho m¨¢s alto: la Luna Roja palestina habla de 19.649 heridos.

Pero cada lado est¨¢ convencido de que el otro lado a¨²n no ha sufrido lo bastante. Est¨¢ claro que este conflicto todav¨ªa no ha agotado sus reservas de odio y a¨²n no ha logrado llevar a ambos pueblos a la extenuaci¨®n necesaria para iniciar la conciliaci¨®n. Casi m¨¢s bien al contrario: los crueles atentados suicidas han conseguido que en la conciencia israel¨ª se hayan borrado casi por completo los 33 a?os de opresi¨®n que ejerci¨® Israel en los territorios ocupados en la guerra del 67 -una guerra que, recordemos, iniciaron pa¨ªses ¨¢rabes contra Israel-. Para la mayor¨ªa de los israel¨ªes lo m¨¢s c¨®modo en estos momentos es creer que ahora 'se ha saldado la cuenta' con los palestinos, y que la culpa de todo lo que est¨¢ pasando es del lado palestino.

Quiz¨¢s ah¨ª est¨¦ la causa de la dificultad de que ambos pueblos se entiendan: para los palestinos, la historia del conflicto empez¨® en 1948, cuando se establece el Estado de Israel, y por otro lado, la mayor¨ªa de los israel¨ªes prefieren ahora poner como fecha de inicio septiembre de 2000.

Seg¨²n esa postura israel¨ª, no hay actualmente posibilidad de llegar a acuerdo alguno, porque no hay interlocutor, porque 'todos los palestinos son terroristas', porque 'rechazaron la generosa propuesta que les hizo Barak'. Por otra parte, los palestinos ya no creen que sea posible la conciliaci¨®n, porque consideran que todo lo acordado hasta ahora -con las condiciones internacionales actuales- s¨®lo ha favorecido a Israel y nunca llevar¨¢ a que se cumplan sus exigencias fundamentales.

Echando una mirada atr¨¢s, la estrat¨¦gica opci¨®n de los palestinos de servirse del terrorismo se ha convertido al final en un bumer¨¢n. Ha debilitado bastante la causa moral de su lucha, ha llevado a que Estados Unidos y parte de Occidente acusen a Arafat de terrorista. Adem¨¢s, ha servido de justificaci¨®n a la dura reacci¨®n militar de Israel. Seg¨²n est¨¢n ahora mismo las cosas, casi cualquier acci¨®n palestina -incluso si se inserta en el marco de su lucha leg¨ªtima contra la ocupaci¨®n- es vista por los pol¨ªticos occidentales como una acci¨®n terrorista, algo que en cierta manera paraliza la capacidad de respuesta de los palestinos.

En el lado israel¨ª se da una incre¨ªble paradoja: Israel se encuentra en la peor situaci¨®n desde hace 35 a?os, tanto en lo que respecta a su seguridad y econom¨ªa como en lo que se refiere a la sensaci¨®n que se respira en sus calles. Y, aun as¨ª, su d¨¦bil primer ministro, Ariel Sharon, sigue teniendo apoyo de la opini¨®n p¨²blica. La explicaci¨®n es sencilla: Sharon consigue -no sin la ayuda del terrorismo palestino- que los israel¨ªes reduzcan el conflicto a una ¨²nica cuesti¨®n: su seguridad. Sin duda es una cuesti¨®n importante, sobre todo dada la situaci¨®n actual, pero la astucia pol¨ªtica de Sharon consiste en haber logrado simplificar un conflicto complejo y en haber reducido el problema de c¨®mo conseguir una mayor seguridad para Israel a una sola palabra, que indudablemente conoce a la perfecci¨®n: fuerza. Fuerza y m¨¢s fuerza y s¨®lo fuerza. Por eso, cada vez que existe una m¨ªnima posibilidad, cada vez que disminuye un poco la violencia, r¨¢pidamente Sharon lleva a cabo una nueva 'eliminaci¨®n puntual' de este o aquel activista palestino, y la llama vuelve a prenderse. Cada vez que representantes palestinos declaran su disposici¨®n a reanudar las negociaciones, a abandonar la violencia y a evitar los atentados suicidas, se oye desde la oficina de Sharon una risa de desprecio: para el Gobierno actual de Israel parece que, aunque los l¨ªderes palestinos le juraran fidelidad al Likud, eso ser¨ªa s¨®lo una astuta estrategia con el objetivo de legitimar de nuevo una lucha armada.

No obstante, Sharon cuenta con unos fieles aliados: los extremistas palestinos, que enseguida desmoronan la situaci¨®n y env¨ªan m¨¢s y m¨¢s terroristas suicidas a las calles de Israel cada vez que parece que llega la calma. Y as¨ª, cada lado alimenta los miedos y la desesperaci¨®n del otro y acaban envueltos en un c¨ªrculo vicioso que ya conocemos: cuanto m¨¢s crece la violencia, menor es la posibilidad de convencer a la gente de que es factible llegar a alg¨²n acuerdo, y entonces aumenta m¨¢s y m¨¢s la violencia. Cada d¨ªa es mayor la tentaci¨®n de ver al enemigo como alguien inhumano y, de esta forma, es como si se diera 'consentimiento' para torturarlo de cualquier manera. Pero el que se permite torturar al otro de cualquier manera posible se convierte tambi¨¦n en alguien inhumano y provoca una venganza parecida del lado enemigo.

Han transcurrido dos a?os: ?qui¨¦n ha ganado y qui¨¦n ha perdido hasta ahora?

Haciendo un c¨¢lculo algo superficial y teniendo en cuenta s¨®lo lo que ha ocurrido hasta ahora, Israel sin duda ha vencido: Arafat pierde legitimidad a los ojos del mundo y hasta hace unos d¨ªas tambi¨¦n entre su pueblo, que cada vez se da m¨¢s cuenta de la corrupci¨®n de su pol¨ªtica y del fracaso de su actuaci¨®n. Hoy d¨ªa est¨¢ atrapado y aislado en unas pocas habitaciones de lo que era su cuartel general en Ramala. Los principales dirigentes de la mayor¨ªa de las organizaciones palestinas han ca¨ªdo o han sido atrapados por las fuerzas de seguridad israel¨ªes. Los que han quedado ahora no son expertos ni en la lucha ni en la planificaci¨®n. Gracias a eso, Israel ha conseguido, con un ¨¦xito considerable, frustrar la mayor parte de los atentados que los palestinos pensaban realizar.

Al principio de la Intifada -sobre todo cuando aument¨® el terrorismo de los suicidas- a los palestinos les parec¨ªa que la sociedad israel¨ª se hab¨ªa convertido, seg¨²n palabras textuales de uno de sus l¨ªderes, en una fr¨¢gil 'telara?a'. Pero ahora mismo est¨¢ claro que precisamente los duros ataques y el aumento considerable de atentados han hecho crecer en la sociedad israel¨ª la solidaridad y la predisposici¨®n a aceptar p¨¦rdidas importantes en favor del objetivo que marca Sharon.

No obstante, Israel est¨¢ pagando un precio nada despreciable en este proceso: dos a?os despu¨¦s del inicio de la Intifada, Israel se ha vuelto un pa¨ªs m¨¢s duro, nacionalista y racista de lo que nunca hab¨ªa sido. Existe un amplio consenso que deslegitima cualquier postura cr¨ªtica contra la opini¨®n general. Apenas hay una oposici¨®n de peso, y el partido laborista, que empez¨® siendo el portador de la conciencia nacional israel¨ª, ha acabado siendo engullido por el Gobierno de la derecha. Todo aquel que se opone a las brutales acciones del Gobierno de Sharon es considerado un traidor. Los medios de comunicaci¨®n, en su mayor¨ªa, se han alineado con la derecha y con el Ej¨¦rcito y sirven de portavoz del sector m¨¢s halc¨®n y antipalestino. El desprecio por los 'blandengues' valores de la democracia y la llamada a la expulsi¨®n de los ¨¢rabes israel¨ªes -unida, por supuesto, a la expulsi¨®n de los palestinos de los territorios- se han convertido en opiniones aceptadas entre la gente sin estupor alguno.

La fuerza de los partidos religiosos extremistas crece m¨¢s y m¨¢s. Un ola de 'patriotismo' sentimental y burdo inunda el pa¨ªs. Se fundamenta en sensaciones hist¨®ricas y casi primitivas del 'destino del jud¨ªo' en su sentido m¨¢s tr¨¢gico. Los israel¨ªes -ciudadanos de la potencia militar m¨¢s fuerte de la zona- vuelven ahora a parapetarse, con un extra?o frenes¨ª, tras la sensaci¨®n de ser perseguidos, v¨ªctimas y d¨¦biles. La amenaza palestina, aun siendo rid¨ªcula por su fuerza pero efectiva por sus actos, ha hecho que los israel¨ªes r¨¢pidamente vivan la vida con la sombra del miedo a un exterminio total: algo que justifica la reacci¨®n brutal contra esa amenaza.

Por ahora, Israel ha vencido. Pero ?qu¨¦ significa esa victoria si no comporta ninguna esperanza de un futuro mejor y ni siquiera la sensaci¨®n de seguridad y alivio? Los palestinos, entretanto, han perdido, pero luchan ahora entre la espada y la pared y parece improbable pensar que se rindan y acepten las ¨®rdenes de Sharon. Tal vez, como pas¨® en la primera Intifada, resulte que los palestinos no tengan 'aliento' para luchar durante m¨¢s de dos a?os y que por tanto ahora, al igual que entonces, nos encontremos en v¨ªsperas de una ¨¦poca de descomposici¨®n social y de amargas luchas internas. Mejor es que Israel no se alegre por ello, pues, al fin y al cabo, a Israel le interesa (o por lo menos deber¨ªa interesarle) que la sociedad palestina sea estable y firme y que sus dirigentes cuenten con un amplio apoyo interno, para que as¨ª se pueda llegar con ellos a acuerdos estables que lleven consigo renuncias hist¨®ricas. Pero en estos momentos este argumento no puede penetrar en la mente embotada de los israel¨ªes y, como son m¨¢s fuertes, probablemente el conflicto continuar¨¢ no se sabe hasta cu¨¢ndo.

Han pasado dos a?os y no hay esperanza. La situaci¨®n se puede resumir de muchas maneras. Yo lo har¨¦ mencionando dos datos que destacan de entre los muchos informes que se han hecho en el ¨²ltimo mes. El primero es que, seg¨²n agencias de Naciones Unidas, m¨¢s de la cuarta parte de los ni?os palestinos sufren de malnutrici¨®n a causa del conflicto. El segundo es que pronto los ni?os israel¨ªes recibir¨¢n en las escuelas clases especiales para ense?arles a reconocer a las personas sospechosas de que puedan cometer un atentado suicida. El que se niega a ver la relaci¨®n entre ambos hechos no hace m¨¢s que asegurar que por muchos a?os m¨¢s sigamos estando, israel¨ªes y palestinos, presos los unos de los otros y continuemos representando una muerte sin sentido.

David Grossman es escritor israel¨ª.