El desastre alem¨¢n

'El resultado de la subasta prueba convincentemente el atractivo de Alemania como un pa¨ªs para invertir e innovar. Tambi¨¦n los consumidores se beneficiar¨¢n. Ya pueden esperar nuevos y atractivos servicios, a un precio accesible'. Quien hablaba as¨ª el 17 de agosto de 2000 era Klaus-Dieter Scheurle, en aquel entonces presidente de la Oficina Reguladora de las Telecomunicaciones en Alemania (RegTp). Tanto entusiasmo no era fortuito: bajo su direcci¨®n, el Estado alem¨¢n acababa de subastar, por formidables 50.519 millones de euros, seis licencias para prestar el servicio de tercera generaci¨®n de telefon¨ªa m¨®vil (UMTS) en este pa¨ªs.

?Cu¨¢nto dar¨ªan Juan Villalonga (Telef¨®nica), Ron Sommer (Deutsche Telekom), Michel Bon (France T¨¦l¨¦com) -todos dimitidos- para hacer que ese d¨ªa nunca hubiese existido? Aquel 17 de agosto marc¨® el inicio del fin no s¨®lo de sus propias carreras empresariales, sino tambi¨¦n de la era del pelotazo de los gigantes de las telecomunicaciones. El precio pagado por las licencias, en Alemania y tambi¨¦n en el Reino Unido, hab¨ªa perdido toda relaci¨®n con las perspectivas de negocio.

Se da por descontado que Deutsche Telekom capee el temporal, pero es una inc¨®gnita lo que ocurra con E-Plus y con O2, la antigua Viag

?Fue culpable el Estado alem¨¢n, que, al menos durante un a?o, pudo sanear con la subasta sus deterioradas cuentas p¨²blicas? 'Fue una decisi¨®n de las empresas presentar ofertas por esta cuant¨ªa. Nosotros ¨¦ramos responsables de garantizar el marco de la subasta. La valoraci¨®n del riesgo y de las oportunidades de mercado era un asunto empresarial', recuerda el sucesor de Scheurle al frente de RegTp, Matthias Kurth.

Pero ahora le toca al Estado costear al menos parte de las repercusiones de la generalizada crisis del sector, incluida la p¨¦rdida de cientos de puestos de trabajo. Abrumados por los altos costes de la licencia y de la construcci¨®n de la correspondiente red, hasta la fecha, dos operadoras han tirado la toalla: primero, en agosto, el consorcio formado por Telef¨®nica y Sonera, Quam, y despu¨¦s, en septiembre, Mobilcom, la compa?¨ªa alemana hasta hace poco respaldada por France T¨¦l¨¦com. Ambas mantienen en su poder las licencias de UMTS, cuya venta est¨¢ prohibida por la legislaci¨®n y que tan s¨®lo pueden ser devueltas al regulador. Para evitar la suspensi¨®n de pagos de Mobilcom, con 5.500 empleados, el Gobierno ha organizado cr¨¦ditos de bancos p¨²blicos por 400 millones de euros.

Aunque se da por descontado que Helmut Sihler, presidente de Deutsche Telekom -al igual que Vodafone, que asimismo se hizo con una licencia-, logre capear el temporal, tambi¨¦n los malos resultados y el desplome en Bolsa de esta compa?¨ªa tienen mucho que ver con los costes del UMTS. A diferencia de lo sucedido con Quam y Mobilcom, tanto Deutsche Telekom como Vodafone cuentan ya con millones de clientes que usan sus servicios de las anteriores generaciones de telefon¨ªa m¨®vil, lo que les deber¨ªa ayudar a hacer rentable, alg¨²n d¨ªa, la nueva tecnolog¨ªa. En cambio, a¨²n es una inc¨®gnita lo que suceder¨¢ con las dos operadoras restantes: E-Plus, participada por KPN, y O2, la antigua Viag Intekom, controlada por British Telecom. Los observadores no descartan que, tarde o temprano, ambas operadoras acaben por fusionarse, con lo que las seis depositarias iniciales del UMTS alem¨¢n se habr¨ªan reducido a tres.