Cartel electoral
No s¨¦ si el PSOE incluy¨® premeditadamente en sus estrategias de precampa?a la pol¨¦mica sobre el cartel electoral, pero si as¨ª fuere, no cabe duda de que ha acertado al suscitarla hace unos d¨ªas. Primero, porque no es balad¨ª el asunto, sobre todo si se tiene en cuenta que, en este aspecto de la propaganda, los socialistas pasaron de los logros de sus mejores carteles buc¨®licos de hace a?os a las fotos de sus candidatos retocadas por un embalsamador. Y aunque ninguna foto es un programa, si bien a veces el solo rostro de un candidato lo es, el declive est¨¦tico del PSOE se produjo incluso despu¨¦s de su declive ¨¦tico. Y segundo, porque, de someter el cartel electoral a debate, oportuno siempre, parece que ahora sea el momento y no ese otro de ¨²ltima hora en el que las premuras son enemigas de la imaginaci¨®n y el buen gusto, y en el que, sobre todo, cualquier pol¨¦mica iconogr¨¢fica distraer¨ªa al ciudadano y a los candidatos de los verdaderos intereses de la ciudad.
As¨ª pues, los socialistas, por lo visto, se han cuidado con presteza de elegir con rigor la foto de su candidata. Y en ese proceso podr¨ªan haber entrado en un arrebato de confianza en ellos mismos, tan frecuentes, y sentirse sobrados de buena imagen que exhibir, ya que de Trinidad Jim¨¦nez se trataba. Pero no. Quiz¨¢ tuvieron en cuenta que si en ocasiones debieron de interesarse por el defecto -Mor¨¢n, por ejemplo, en la foto en concreto y no en ning¨²n otro aspecto-, en el caso de su nueva candidata tal vez tuvieran que cuidarse del exceso. Y no porque la desmesura tenga que ver con Jim¨¦nez, sino por la natural exuberancia de su figura. Lo cierto es que, si no me equivoco, las dudas sobre la conveniencia o no de una foto se limitaron a la exhibici¨®n por parte de la candidata de una chupa de cuero y del efecto que pod¨ªa producir en el electorado femenino.
Yo hubiera cre¨ªdo m¨¢s oportuno pensar en esta ocasi¨®n en el voto ecologista, pero no soy experto al que deba hacerse caso. De todas maneras, no veo en la elecci¨®n de una foto de campa?a o en su rechazo la mano de la censura del PSOE a su candidata, tal como s¨ª lo vio un peri¨®dico de Madrid. Ni creo que en el rechazo del cuero haya preocupaci¨®n, seg¨²n se insinuaba, por el votante de izquierdas. En primer lugar, porque a la hora del voto todos miran al centro, y en segundo lugar, porque la ropa tambi¨¦n se ha democratizado y a la izquierda de hoy no la caracteriza el desali?o; quiz¨¢ por los peinados y cierta manera de vestir del pijer¨ªo s¨ª se intuya a¨²n a qui¨¦n votan los que parecen salidos de una foto de familia de la derecha. Le recuerdan al PSOE y a Trinidad Jim¨¦nez que Tierno se hac¨ªa con mucho voto del barrio de Salamanca, con lo cual admiten como rareza la existencia de votos progresistas en aquel distrito en funci¨®n de lo que no deja de ser un estereotipo, pero es que adem¨¢s, ni toda la izquierda lleva mono ni Tierno era ni por asomo un obrero. Y en estas divagaciones se asocia la pana una vez m¨¢s al pasado socialista, como si Gonz¨¢lez y Guerra hubieran inventado la pana y como si la pana no fuera un pa?o muy usado hasta por los m¨¢s ricos, cl¨¢sico adem¨¢s en el atuendo deportivo y perfectamente adaptado en las nuevas combinaciones del vestir y en los m¨¢s modernos dise?os. No falta, adem¨¢s, finalmente, quien atribuya al hecho de que la candidata no sea candidato la especial inquietud del PSOE con la fotograf¨ªa electoral. Pero no cabe duda de que la versatilidad de la mujer en sus formas de vestir y de peinarse dista bastante de las formas mucho m¨¢s comunes de los hombres, especialmente entre los pol¨ªticos. Seg¨²n c¨®mo se arregle un d¨ªa Trinidad, o cualquier otra ciudadana, puede resultar algo diversa. No le va a ocurrir lo mismo al PP con Ruiz-Gallard¨®n: raro ser¨ªa que su imagen se nos ofreciera distinta como no corra el riesgo de que su partido lo embalsame, igual que hiciera el PSOE en otro tiempo con los suyos. As¨ª que no parece que haya motivo para la pol¨¦mica en el hecho de que un partido elija la foto electoral que le convenga ni en que la candidata se someta a esa decisi¨®n. Porque, naturalmente, la candidata, como todo hijo de vecino, es due?a de su imagen, faltar¨ªa m¨¢s, pero su partido, tambi¨¦n. Se da por supuesto que quien se entrega a un proyecto de servicio puede entregar incluso su imagen. Si algunos la entregan por dinero, Trinidad Jim¨¦nez tiene todo el derecho a hacerlo por gusto. La chupa ser¨¢ suya, sin duda, pero la foto me temo que no.
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