Una propuesta tramposa
Cuando Ibarretxe finaliz¨® su discurso, sent¨ª que algo importante y grave estaba ocurriendo. La extraordinaria concreci¨®n en contenidos y plazos de una propuesta pol¨ªtica sustancialmente nueva, hecha por el lehendakari en sede parlamentaria, en el comienzo del curso pol¨ªtico, los aplausos con que la nomenclatura nacionalista que llenaba las tribunas acogi¨® su discurso, la solemnidad con que lo pronunci¨®, todo hac¨ªa presumir que est¨¢bamos ante una decisi¨®n firme y trabajada.
Casi como con el Pacto de Estella, me sent¨ª en parte traicionado. Tantos a?os juntos haciendo el pa¨ªs, cristalizando la pluralidad, moderando nuestros respectivos perfiles identitarios para construir una convivencia tolerante, mientras combat¨ªamos juntos la violencia, eran enterrados definitivamente por una propuesta cargada de exclusi¨®n y de peligros, hecha por y para los nacionalistas y sustentada en los m¨¢s rancios conceptos del nacionalismo sabiniano.
Veo brillo en los ojos del lehendakari. ?l dice que es la ilusi¨®n de un nuevo camino, de una esperanza. Yo s¨®lo veo el fanatismo de una doctrina, la simpleza del iluminado que se cree en posesi¨®n de una p¨®cima milagrosa.
El razonamiento es sencillo. El autogobierno no es suficiente. Caminemos hacia la independencia a trav¨¦s de la autodeterminaci¨®n, la libre decisi¨®n y la libre adhesi¨®n y ETA tendr¨¢ que desaparecer porque este proyecto pol¨ªtico es el suyo y no lo podr¨¢ obstaculizar con su violencia. Venceremos la violencia porque la haremos innecesaria y porque resultar¨¢ un lastre para sus propias aspiraciones.
El lehendakari abandona as¨ª, de manera tajante, la unidad democr¨¢tica de Ajuria-Enea o semejantes y abraza la unidad nacionalista como instrumento. Reniega del principio de no coincidencia de fines entre el nacionalismo democr¨¢tico y ETA y pretende liderar un mayor¨ªa de sociedad vasca, en un nuevo ejercicio de equidistancia entre ETA y Madrid, entre el terrorismo y la Constituci¨®n.
Sus planes son f¨¢ciles de intuir. Apoyado en PNV-EA-IU, recabar¨¢ y obtendr¨¢ el apoyo de la comunidad nacionalista: desde el potente sindicalismo nacionalista (ELA y probablemente LAB) hasta la Iglesia vasca y sectores culturales y universitarios del Pa¨ªs, pasando por grupos pacifistas y afines. Si se siente respaldado en las municipales del pr¨®ximo a?o, lanzar¨¢ un movimiento municipalista y despu¨¦s de presentado su proyecto articulado a finales del a?o que viene, lanzar¨¢ un ¨®rdago a ETA, para que renuncie a la violencia, y al Estado, para que asuma y apruebe su proyecto. Una consulta en ese contexto, acompa?ada de un cese de violencia semipactado, obtendr¨ªa un amplio respaldo de una poblaci¨®n harta y desesperanzada, motivada al s¨ª por el miedo y el se?uelo de la paz. ?ste es su plan. Un gran enga?o y una enorme trampa.
Primero, porque mientras se desarrolla este proceso los partidos que no comulgamos con ese proyecto somos literalmente perseguidos por los terroristas a quienes se quiere convencer. Nuestras listas electorales estar¨¢n distorsionadas por el miedo y quiz¨¢s tengamos que renunciar a los actos p¨²blicos por seguridad. ?Es ¨¦sta una confrontaci¨®n electoral en libertad?
Segundo, porque su equidistancia entre los que matan y los que mueren descalifica moralmente cualquier propuesta. Asesinato no es equivalente a mentiras o a insultos. Terrorismo no es el antag¨®nico a regresi¨®n auton¨®mica o a ilegalizaci¨®n de Batasuna. Matar y coaccionar no es comparable a inmovilismo o al incumplimiento estatutario. Pretender equiparar al PP, porque no conden¨® la Guerra Civil, con Batasuna, ofende a la inteligencia y a la justicia. Ibarretxe no puede sostener ese proceso pol¨ªtico de medio plazo, ubicado en ese limbo inmoral.
Tercero, porque se pretende imponer a una parte de la poblaci¨®n vasca un proyecto de pa¨ªs y de convivencia que no asume y no comparte. La media aritm¨¦tica de las elecciones locales, auton¨®micas y generales demuestra que la poblaci¨®n vasca se divide al 50% entre nacionalistas y no nacionalistas. El lehendakari disfraza con el di¨¢logo su propuesta, invitando a los partidos a unas conversaciones en las que el temario ya est¨¢ configurado por diez puntos que pormenorizadamente explic¨® en el Parlamento. Todos ellos responden a la filosof¨ªa y a los objetivos del nacionalismo radical y excluyente que hemos escuchado en los ¨²ltimos a?os. Nos invita a dialogar, s¨ª, pero con la agenda y el temario marcados. Es como si a un diab¨¦tico le invitan a comer a una pasteler¨ªa.
Cuarto, porque la propuesta parte de un principio que el lehendakari considera absoluto y no lo es. Euskadi no es un pueblo con 7.000 a?os de antig¨¹edad, que se configura en la actualidad en dos Estados y en tres comunidades pol¨ªticas (la CAV, Navarra y las provincias francesas), y como tal resulta sujeto de derechos de soberan¨ªa originarios y prevalentes. ?sa es una construcci¨®n pol¨ªtica doctrinal del nacionalismo vasco, pero los fundamentos hist¨®ricos y pol¨ªticos de nuestra realidad son discutibles y la arquitectura jur¨ªdica de nuestro presente viene determinada por un ordenamiento que no puede ser violado. Reformado s¨ª, pero con arreglo a sus propias reglas. El orden democr¨¢tico no puede saltarse con apelaciones filos¨®ficas a la libre voluntad de los vascos, porque fue nuestra libre voluntad la que configur¨® ese orden cuando aprobamos la Constituci¨®n y la autonom¨ªa. No hay ning¨²n derecho colectivo, ni mucho menos hist¨®rico, que sea superior ni prevalente a la soberan¨ªa popular que expresan nuestras respectivas y sucesivas consultas electorales.
Si se recurre a esot¨¦ricas consultas autodeterministas, pueden hacerse muchas y sucesivamente y no terminar¨ªamos nunca. Porque ?qui¨¦n determina el sujeto de tales supuestos derechos? Como dice un amigo m¨ªo, la autodeterminaci¨®n termina en el portal de mi casa y la verdadera autodeterminaci¨®n la ejerzo yo mismo cada vez que voto.
Quinto, porque el lehendakari anuncia que no admitir¨¢ vetos, en clara alusi¨®n al PP y tambi¨¦n, aunque menos, a los socialistas. Aclara as¨ª que est¨¢ dispuesto a construir el pa¨ªs sin unos ni otros y que nuestro ¨²nico destino es plegarnos o marcharnos. Fue lo m¨¢s duro de su discurso: ?Qu¨¦ pa¨ªs quiere hacer? ?Est¨¢ renunciando al territorio a cambio de soberan¨ªa? Porque es bien sabido que el voto al nacionalismo en el Pa¨ªs Vasco franc¨¦s no pasa de 5%; en Navarra, del 15%, y en Alava es minor¨ªa.
?Cu¨¢l es el concepto de pluralidad que tiene el lehendakari? ?D¨®nde quedan las proclamas pluralistas de Ardanza y del Arriaga, de a?os anteriores? ?Qu¨¦ es la pluralidad, una hipoteca inevitable de un pueblo en marcha o una riqueza imprescindible y constitutiva del ser vaso del siglo XXI? ?Qui¨¦n es el pueblo vasco, lehendakari, ese imaginario milenarista al que aludes, o dos millones de vascos que piensan y padecen, de carne y hueso, con cara y ojos, que te rodean y te miran asustados?
Yo estoy preocupado. M¨¢s que nunca. Porque creo que el
PNV ha formalizado su ruptura con el Estatuto y con la unidad democr¨¢tica y ha iniciado un camino de enfrentamiento pol¨ªtico con el Estado y de construcci¨®n nacionalista de Euskadi. Ha renunciado a hacer Naci¨®n de ciudadanos para hacer Naci¨®n de nacionalistas. Y creo firmemente que esa apuesta debe ser derrotada, porque soy vasco y creo en una Naci¨®n de pluralidad y libertades, no en una Naci¨®n de anacr¨®nica e imposible soberan¨ªa que a la vez aplasta su pluralidad e impone cultura, valores y s¨ªmbolos, haciendo extranjeros a sus propios conciudadanos.
Pero ¨¦sta es una batalla pol¨ªtica que hay que ganar en Euskadi, en las urnas, en la sociedad vasca. No se resuelve ni en los tribunales ni con los Decretos, ni mucho menos en Madrid. A quien hay que convencer de este disparate es a los electores vascos, y principalmente a quienes votaron a Ibarretxe el 13 de mayo cuando prometi¨® que nunca m¨¢s pactar¨ªa con HB, en expreso reconocimiento de su Pacto de Estella. A quien hay que convencer de este desprop¨®sito es a esa franja de votantes que fluct¨²a entre los nacionalistas y los constitucionalistas en elecciones auton¨®micas o generales. Donde hay que abortar esta tentaci¨®n patri¨®tica del p¨¦ndulo nacionalista es en el sector moderado y estatutista del PNV.
Este discurso y esta batalla hay que librarla con serenidad e inteligencia. No es el momento ni el lugar, pero quede dicho que nunca he estado de acuerdo con la pol¨ªtica vasca del PP. Junto al Gobierno y a su partido en la lucha contra ETA y en la defensa de la libertad s¨ª, pero su pol¨ªtica vasca y su pol¨ªtica informativa sobre Euskadi est¨¢n plagadas de errores, que el nacionalismo utiliza para alimentar su victimismo, api?ar a sus bases y aplacar sus contradicciones internas.
M¨¢s que nunca, ahora hay que fortalecer el autonomismo y la unidad democr¨¢tica frente a la violencia. Reivindicar nuestra concepci¨®n plural del pa¨ªs y la necesidad de la transversalidad desde el reconocimiento del otro. Proclamar el biling¨¹ismo y la convivencia de s¨ªmbolos, sentimientos e identidades. Reiterar manos tendidas y actitudes positivas para construir un pa¨ªs de todos y para todos. ?se es nuestro camino y, desde luego, el roll hist¨®rico del socialismo vasco. Afinc¨¢ndonos en el centro sociol¨®gico e identitario del pa¨ªs, venceremos la tentaci¨®n excluyente y rupturista que entra?a esta propuesta tramposa.
Ram¨®n J¨¢uregui Atondo es diputado socialista por ?lava.
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