Nancy Reagan se enfrenta a Bush
La ex primera dama se moviliza en favor de la investigaci¨®n con embriones
Nancy Reagan ejerci¨® siempre una discreta influencia sobre su marido, Ronald Reagan, con confidencias y opiniones en ocasiones pasadas por el filtro de la astrolog¨ªa. Desde su salida de la Casa Blanca para dar paso a los primeros Bush, la ex primera dama se ha mantenido lejos de los focos y de la pol¨ªtica, con una sola y reciente excepci¨®n. El nonagenario ex presidente padece Alzheimer y su esposa ha movilizado todos sus recursos para hacer llegar a Bush hijo su convicci¨®n de que sus trabas a la investigaci¨®n con c¨¦lulas madre embrionarias constituyen un grave error que impide que pacientes como su marido y tantos otros puedan recibir en el futuro una terapia m¨¢s adecuada.
'Se est¨¢ perdiendo mucho tiempo. Mucha gente que podr¨ªa recibir ayuda no la est¨¢ recibiendo', coment¨® la semana pasada Nancy Reagan a Mike Wallace, seg¨²n ha hecho saber el veterano periodista de la CBS a The New York Times, previo permiso de la dama para hacer p¨²blica su opini¨®n.
Considera que mucha gente como su marido, enfermo de Alzheimer, podr¨ªa recibir ayuda
Wallace, de 84 a?os, y Nancy, de 81, se conocen desde hace medio siglo. La semana pasada ¨¦l la tuvo en su programa para una entrevista de car¨¢cter humano sobre lo que es hoy su vida junto al ex presidente, que en 1994 anunci¨® que padec¨ªa Alzheimer. 'Los a?os dorados son cuando puedes sentarte tranquilamente e intercambiar recuerdos, y eso es lo peor de esta enfermedad: no hay nadie con quien recordar', se lamentaba ella. 'A veces ten¨ªa que contenerme, como cuando me daban ganas de decir 'Cari?o, ?te acuerdas de cuando...?'. Al hablar en pasado, Nancy revel¨® que se ha ido haciendo a la idea de la p¨¦rdida. Preguntada sobre si cree que su marido, de 91 a?os, la reconoce, respondi¨®. 'No lo s¨¦'.
En el programa, Wallace no inquiri¨® a la invitada sobre su campa?a a favor de la investigaci¨®n con c¨¦lulas madre embrionarias, un tipo de c¨¦lulas capaces de transformarse en cualquier tejido. Controlando esa transformaci¨®n, los cient¨ªficos conf¨ªan en atacar un amplio abanico de enfermedades, entre las que figuran las neurodegenerativas como el Alzheimer.
Nancy Reagan mueve sus influencias con tanta discreci¨®n que incluso el viejo periodista era ajeno a las gestiones. Tampoco ella revel¨® en antena su disgusto con la pol¨ªtica de la Casa Blanca. Alertado sobre el particular tras la emisi¨®n del programa, Wallace telefone¨® a Nancy Reagan, que le expres¨® su inquietud por las ideas presidenciales y, rompiendo su estrategia de no arrojar arena en el engranaje republicano, le autoriz¨® a comunicar sus ideas a The New York Times.
Los Reagan llevan una vida retirada en su mansi¨®n californiana de Bel Air, donde ella dedica todo su tiempo a la atenci¨®n de su marido, alejada ya de la escena social en la que rein¨® con sus famosos vestidos rojos. La devoci¨®n conyugal le ha llevado de nuevo a la palestra.
Los Reagan y los Bush, a pesar de la relaci¨®n presidente-vicepresidente, manten¨ªan una fr¨ªa distancia que el joven Bush ha hecho todo lo posible por acortar. George W. es muy deferente con la ex primera dama, y a ella le encantan no s¨®lo los detalles caballerescos que el presidente prodiga con ella, sino sus puntos de vista pol¨ªticos, que le hacen ver al joven Bush como un ¨¦mulo de Reagan. De ah¨ª su decepci¨®n por las limitaciones impuestas por el presidente a la investigaci¨®n con las c¨¦lulas madre embrionarias, que se obtienen tras la destrucci¨®n de embriones humanos de unos pocos d¨ªas, un proceso que la Casa Blanca ve como la destrucci¨®n de vidas humanas.
Nancy Reagan ha echado mano de los contactos que le quedan en el Congreso para presionar a Bush, con la esperanza de lograr un cambio de pol¨ªtica. La Casa Blanca ha criticado con dureza la autorizaci¨®n de California a explorar el potencial de las c¨¦lulas madre, pero ha empleado guante de seda para apartar los mensaje de Nancy. 'Hay mucha gente con buena intenci¨®n que discrepa', ha declarado un portavoz oficial. 'El presidente est¨¢ seguro de que la decisi¨®n que tom¨® el a?o pasado es la justa entre la responsabilidad moral y ¨¦tica y el desarrollo cient¨ªfico'.
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