Mos¨¦n Cinto y TV-3
Hace un par de semanas que ten¨ªa pensado escribir una horma sobre la entrevista imaginaria que le hizo Baltasar Porcel a Verdaguer en TV-3. Si no lo hice antes es porque hab¨ªa recibido una informaci¨®n -v¨ªa Narc¨ªs Comadira & Narc¨ªs Garolera- relacionada con TV-3 y el centenario de la muerte de Verdaguer, informaci¨®n que ten¨ªa que verificar mediante una conversaci¨®n con un buen amigo m¨ªo que tiene un importante papel en la informaci¨®n de marras (conversaci¨®n que pude mantener, telef¨®nicamente, el pasado domingo).
La imaginaria entrevista que Baltasar Porcel le hizo a Verdaguer en TV-3, en una hora de m¨¢xima audiencia (me parece que se dice as¨ª) no me pareci¨® una mala entrevista, todo lo contrario, pero la encontr¨¦, dada la ignorancia en que se ha mantenido la figura de Verdaguer -y su obra- desde que empez¨® a emitir la televisi¨®n auton¨®mica, la nostra, como dicen algunos, fuera de lugar y un tanto gratuita. Parec¨ªa que TV-3 se hubiese puesto al servicio de Baltasar Porcel antes que al de Verdaguer, como si aquella entrevista tan s¨®lo sirviese para promocionar, espl¨¦ndida y generos¨ªsima promoci¨®n, la edici¨®n (Proa) de la misma, la cual, como me inform¨® Sergi P¨¤mies, sali¨®, efectivamente, pocos d¨ªas despu¨¦s de programarse la entrevista en TV-3.
La entrevista de Porcel a Verdaguer en TV-3 fue interesante, pero demasiado compleja. Otros proyectos han tenido menos suerte
La imaginaria entrevista de Porcel a Verdaguer, en la que el mallorqu¨ªn se atribu¨ªa el personaje de abogado del diablo y somet¨ªa al poeta a un implacable interrogatorio, bien documentado, con datos y fechas bien precisos, habr¨ªa tenido un cierto sentido si la mayor¨ªa, por no decir la inmensa mayor¨ªa, de los telespectadores, televidentes o como demonios se diga hubiesen sabido de qu¨¦ estaban hablando el entrevistador y el entrevistado. Es decir, la entrevista habr¨ªa sido v¨¢lida en el caso de que la mayor¨ªa de los telespectadores hubiesen tenido un conocimiento previo de la vida de mos¨¦n Cinto, de sus relaciones con la familia del marqu¨¦s de Comillas, de la orden de caza y captura decretada contra la persona del sacerdote poeta por la familia L¨®pez de acuerdo con ciertos poderes eclesi¨¢sticos, am¨¦n de un m¨ªnimo conocimiento de la realidad pol¨ªtico-social de la Catalu?a y la Barcelona de aquellos a?os, sin olvidar una cierta idea acerca de la literatura catalana y europea de aquel periodo. Pero tales conocimientos -que, a estas alturas de nuestra realidad auton¨®mica, deber¨ªan impartirse en todos los colegios de Catalu?a, pues no en vano Verdaguer es el mayor escritor de la Catalu?a moderna- tan s¨®lo estaban en posesi¨®n de una minor¨ªa de privilegiados, entre los que se cuenta Porcel. Y ¨¦sa debi¨® de ser la raz¨®n por la que el mallorqu¨ªn, en plena y gozosa posesi¨®n de la verdad verdagueriana, sobre el caso Verdaguer, opt¨® por agarrar al mos¨¦n de la sotana sin previamente informar a la parroquia de sus posibles pecados.
Ahora bien, lo que Porcel se permiti¨® TV-3 no se lo pod¨ªa permitir. No se lo pod¨ªa permitir en el A?o Verdaguer y a las diez de la noche... sin antes haber informado a sus telespectadores de qui¨¦n era aquel mos¨¦n (interpretado por Llu¨ªs Homar) y de qu¨¦ papel desempe?¨® en la sociedad y en la literatura catalanas de la segunda mitad del siglo XIX. Dicho de otro modo: en el a?o 2002, centenario de la muerte de Verdaguer -recuerden: el entierro m¨¢s multitudinario que hab¨ªa vivido Barcelona en un mont¨®n de a?os-, TV-3 se hallaba en la obligaci¨®n moral de poner a disposici¨®n de los televidentes catalanes todos los medios necesarios para que ¨¦stos se hiciesen una idea de qui¨¦n fue el autor de L'emigrant, de qui¨¦n fue realmente mos¨¦n Cinto, a fin de suplir veintitantos a?os de ignorancia autonomista y auton¨®mica y, dado el caso, sustituir el dominante imaginario verdagueriano de la flor natural y la estampita por la del autor de En defensa pr¨°pia (y lo que cuelga).
He mencionado la obligaci¨®n moral de TV-3 -ingenuo que es uno-, pero podr¨ªa asimismo haber mencionado su obligaci¨®n comercial, su obligaci¨®n de buscar -?y lograr!- la m¨¢xima audiencia, por no hablar de la autosatisfacci¨®n de sus directivos ante el ¨¦xito inesperado (para ellos). Porque quien conozca m¨ªnimamente las andanzas de mos¨¦n Cinto sabe perfectamente que ¨¦stas, bien ali?adas televisivamente, est¨¢n condenadas al ¨¦xito. Verdaguer, en la televisi¨®n -y en el cine-, da sin lugar a dudas mucho m¨¢s juego que el que pueda dar el se?or Esteve, que es, por el momento, nuestro gran mito teatral.
Y ahora ha llegado el momento de revelar la informaci¨®n que me lleg¨® v¨ªa Narc¨ªs Comadira & Narc¨ªs Garolera (dos inestimables verdaguerianos). Parece ser que, poco antes de comenzar el A?o Verdaguer, Josep Maria Benet i Jornet tuvo una entrevista con la c¨²pula de la televisi¨®n catalana y el consejero (o alguien pr¨®ximo al consejero) de Cultura de la Generalitat. El objeto de la misma era ofrecerles una serie sobre mos¨¦n Cinto. Dos cap¨ªtulos, de hora y media de duraci¨®n cada uno. Con un presupuesto razonable, es decir, evitando los transatl¨¢nticos del marqu¨¦s y el entierro multitudinario. La intenci¨®n del autor de Poble Nou y Nissaga de poder era centrar la figura del mos¨¦n en sus relaciones con la familia del marqu¨¦s, novelando un poco, lo estrictamente necesario, la realidad para hacer de Verdaguer un personaje hollywoodiano, una criatura 'capaz de agarrar al espectador, de despertar la pasi¨®n del espectador'. Me dec¨ªa Papitu Benet: '?Por qu¨¦ despu¨¦s de la batalla las autoridades eclesi¨¢sticas colocan a mos¨¦n Cinto en la iglesia de Betlem, frente al palacio del marqu¨¦s? ?Para qu¨¦ sino para jorobar al marqu¨¦s?'. '?Qu¨¦ quiere decir que la marquesa 'no pod¨ªa tener hijos'? ?No ser¨ªa que el marqu¨¦s no la tocaba?'. Papitu Benet estaba dispuesto a meter a mos¨¦n Cinto en los hogares catalanes. Es su oficio y, en su oficio, mi amigo Papitu es un maestro.
Pues bien, las autoridades televisivo-culturales desestimaron su proyecto. La raz¨®n que me da mi amigo es que el presupuesto de TV-3 (?para el A?o Verdaguer?) no pod¨ªa permit¨ªrselo. Mi amigo me ruega que no utilice esa informaci¨®n para cargar contra TV-3 y la Generalitat, ya que su socio, Joan Bas, se halla en conversaciones con el se?or Villatoro, el mandam¨¢s de la televisi¨®n auton¨®mica (que todav¨ªa no ocupaba el cargo cuando se hizo la propuesta inicial), y todav¨ªa es posible que la serie tire adelante.
Confiemos en que as¨ª sea, pues para descubrir a Verdaguer ya no viene de un a?o, y todos los a?os son buenos. Tan bueno es el 2002 como el 2003 o el 2004. ?A?o estupendo!
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