Poes¨ªa y verdad
?Ser¨ªa exagerado afirmar que los buenos novelistas son m¨¢s raros que los buenos poetas? Ian McEwan no s¨®lo es un buen novelista: es un buen novelista que evoluciona y que profundiza en su arte con cada nueva obra; un buen novelista que se convierte, con Expiaci¨®n en un novelista maestro; un artista cuyo compromiso con su arte le lleva a abandonar territorios que domina a la perfecci¨®n y que le han reportado premios, fama y lectores, para dirigirse a territorios nuevos que pueden no resultar tan inmediatamente atractivos, quiz¨¢, para un p¨²blico ¨¢vido de emociones fuertes.
La cr¨ªtica inglesa le ha puesto el sobrenombre de Ian McAbre, y el propio McEwan declaraba recientemente en una entrevista concecida a la Paris Review que desde el principio de su carrera literaria pretendi¨® salirse de los c¨¢nones habituales en que se mov¨ªa la literatura inglesa de su tiempo (la palabra 'gris' aparece varias veces, tambi¨¦n 'remilgado', o bien aburridos 'matices de la expresi¨®n y del comportamiento') y, siguiendo el ejemplo de los escritores norteamericanos que le¨ªa en esa ¨¦poca, sorprender y escandalizar con lo violento y con lo obsceno. En efecto, desde sus primeras historias, escritas en un autob¨²s Volkswagen en el que McEwan y dos amigos hippies americanos viajaron desde Amsterdam hasta Kabul, el elemento macabro y siniestro es en los relatos de McEwan prominente y significativo. Personajes perversos y lun¨¢ticos, situaciones desquiciantes, cr¨ªmenes espantosos. Gran parte de la fama de McEwan descansa sobre ese pasaje de El inocente en que un personaje se dedica a cortar meticulosamente un cuerpo humano, trozo a trozo y a guardarlo luego en una maleta. Creo que Amor perdurable ya era un paso en otra direcci¨®n. Amsterdam, obra que fue galardonada con el Booker Prize, un cambio a un registro m¨¢s c¨®mico y ligero. Con la novela que comentamos, McEwan alcanza, me parece, su plena madurez como narrador.
EXPIACI?N
Ian McEwan Traducci¨®n de Jaime Zulaika Anagrama. Barcelona, 2002 435 p¨¢ginas. 19,50 euros En catal¨¢n: traducci¨®n de Puri G¨®mez Casademont Anagrama-Emp¨²ries 480 p¨¢ginas. 20,50 euros
En Expiaci¨®n, Ian McEwan
logra lo m¨¢s dif¨ªcil a que puede aspirar un novelista: un relato que resulta absolutamente absorbente, poblado de personajes complejos y polif¨®nicos, maravillosamente ambientado y, por encima de todo, dotado de una sostenida e implacable sensaci¨®n de realidad y, ?c¨®mo decirlo?, de verdad, que hacen que cualquier intento de an¨¢lisis o de evaluaci¨®n cr¨ªticas parezcan mezquinas y acad¨¦micas. Expiaci¨®n, un relato de una ambici¨®n y un alcance nada frecuentes en nuestra ¨¦poca, es, ante todo, un triunfo de la imaginaci¨®n creadora, una obra que justifica en s¨ª misma la existencia del arte de la novela -de la novela como forma de entretenimiento; como indagaci¨®n moral y est¨¦tica; como espejo a lo largo de la historia, y como acceso a reinos de la emoci¨®n y de la experiencia que nos ser¨ªan, de otro modo, tan arcanos e inalcanzables como planetas remotos-.
Una caracter¨ªstica de las novelas de McEwan es que es muy dif¨ªcil contar 'de qu¨¦ tratan' sin empezar ya inmediatamente a revelar detalles clave de su trama. La primera parte de la novela se desarrolla en 1935, en una mansi¨®n situada en medio de la campi?a inglesa, a lo largo de un c¨¢lido d¨ªa de verano en el que se rompe un valioso jarr¨®n, comienza una historia de amor y el personaje principal, la ni?a escritora Briony, a cuya psique enrarecida y tornasolada tenemos acceso privilegiado por espacio de unas pocas p¨¢ginas prodigiosas, comete la felon¨ªa que la atormentar¨¢ todo el resto de su vida. Pero lo que viene a continuaci¨®n es, para este lector, lo m¨¢s asombroso: la segunda parte, que se desarrolla en el norte de Francia durante la Segunda Guerra Mundial, en un momento en que las tropas inglesas tienen que retroceder ante el avance alem¨¢n, y la tercera parte, el extraordinario relato del aprendizaje de una enfermera en un hospital londinense y su enfrentamiento con la realidad de su profesi¨®n, de la guerra y de la muerte, cuando comienzan a llegar los heridos del frente. Es en estas p¨¢ginas, en la recreaci¨®n de estos horrores pasados, en la evocaci¨®n asombrosa de esas vidas imaginarias, donde el arte de McEwan alcanza, en la opini¨®n de quien esto escribe, la sensaci¨®n de inevitabilidad, la solidez implacable, la s¨ªntesis magistral de verdad y poes¨ªa, de emoci¨®n e intelecto, que tienen las grandes novelas de todos los tiempos. McEwan escribe sobre temas tan grandes que casi asusta enumerarlos: el arrepentimiento, el horror de la guerra, la fragilidad del amor, la fragilidad de la vida, la fragilidad de la literatura, la muerte, en fin, y lo hace con la maestr¨ªa, el ritmo, la contenci¨®n, de un escritor cl¨¢sico.
Igual que sucede con el Iv¨¢n Ilich de Tolst¨®i, y sin que pretendamos ninguna comparaci¨®n entre autores y obras tan dis¨ªmiles, Expiaci¨®n est¨¢ pensada y contada desde el punto de vista del final, queremos decir, de la muerte. Muy pocas obras narrativas (se podr¨ªa citar, tambi¨¦n, Los muertos, de Joyce) quieren recordar que todos los personajes de todos los relatos siempre envejecen y mueren, y que esto no es un fracaso, ni una tragedia, sino la cosa m¨¢s normal del mundo. La expiaci¨®n de Briony es Expiaci¨®n, la obra de la que es autora, la literatura como expiaci¨®n, y tambi¨¦n sus otros libros, y su servicio a los heridos de la Segunda Guerra Mundial, y su infancia, y su juventud, y su madurez, la vida como expiaci¨®n. Expiaci¨®n doblemente tr¨¢gica si pensamos que el pecado, si es que lo hubo, fue cometido sin intenci¨®n y con total inconsciencia, y que nadie, ni Nadie, presta atenci¨®n a su arrepentimiento.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.