Instant¨¢nea de la narrativa magreb¨ª: ese vaso medio lleno
UN PASEO por las librer¨ªas puede resultar alentador para los interesados por lo que se ha traducido al espa?ol de los narradores del Magreb. Hallar¨¢n una oferta relativamente amplia. No hubi¨¦semos podido decir lo mismo hace unos a?os, en los que casi s¨®lo se encontraban algunas obras del marroqu¨ª Tahar Ben Jelloun, y ello gracias a la concesi¨®n del Premio Goncourt en 1987. Un a?o despu¨¦s, en 1988, la atribuci¨®n del Nobel a Naguib Mahfuz abri¨® el acceso de las letras ¨¢rabes al lector no especialista. El mercado se inund¨® de traducciones del egipcio, y, a su vez, por un efecto meton¨ªmico, se despert¨® el inter¨¦s por otros escritores ¨¢rabes.
Un pasado colonial compartido, traum¨¢tico y enriquecedor, por el mestizaje cultural que supuso; un entorno multicultural y multiling¨¹e marcado por la convivencia de un ¨¢rabe culto y un ¨¢rabe vern¨¢culo, el trasfondo de la lengua bereber en algunos escritores y el franc¨¦s; el nomadismo, la errancia, la inmigraci¨®n a Europa y la nueva savia de los escritores de segunda generaci¨®n surgidos de ¨¦sta; la estrecha convivencia Magreb-Europa y las a veces esquizofr¨¦nicas dualidades de ese contraste, tanto para el hombre como para la mujer; el arraigo de la tradici¨®n oral; la pertenencia al Tercer Mundo, a un universo en que la realidad y lo imaginario se entrelazan con naturalidad; la adscripci¨®n mayoritaria a un g¨¦nero, la novela, relativamente nuevo en la tradici¨®n ¨¢rabe, marcada por lo autobiogr¨¢fico; la presencia marginal pero enraizada del patrimonio judeo¨¢rabe, en particular en el caso de Marruecos... Estos elementos aglutinan las narrativas de Marruecos, Argelia y T¨²nez, a pesar de sus especificidades.
Disfrutemos del encuentro con lo que esos escritores nos cuentan de su cotidianidad y de sus fantas¨ªas, sin filtros de prejuicios, aunque, a menudo, en la orilla norte del Mediterr¨¢neo, estos textos nos llegan acompa?ados de las connotaciones atribuidas al mundo ¨¢rabe e isl¨¢mico, desde criterios no estrictamente literarios sino pol¨ªticos y socioecon¨®micos. Siguen interesando los aspectos m¨¢s pintorescos y medi¨¢ticos: las ambientaciones de las mil y una noches, las dunas del desierto, la sumisi¨®n de la mujer, el velo, la inmigraci¨®n clandestina, el integrismo religioso, el 11 de septiembre. Registros tem¨¢ticos que importan, pero es como si al escritor ¨¢rabe no se le permitiese inscribirse en ese ¨¢mbito que reivindica Carlos Fuentes para sus hom¨®logos en su ensayo Geograf¨ªa de la novela, ese territorio situado 'm¨¢s all¨¢ de sus nacionalidades, en la tierra com¨²n de la imaginaci¨®n y la palabra'.
Adentr¨¦monos este oto?o en la escritura de los tunecinos Fawzi Mellah, Mahmud al Masadi, Arussiya al Naluti, Mustapha Tlili; de los argelinos Assia Djebar, Mouloud Feraoun, Mohamed Dib, Rachid Boudjedra, Rachid Mimouni, Yasmina Khadra, Malika Mokeddem, Azouz Beggag; de los marroqu¨ªes Mohamed Chukri, Driss Chraibi, Edmond Amran el Maleh, Ben Salem Himmich, Abdelhak Serhane, Mohamed Berrada, Tahar Ben Jelloun, Mohamed Zafzaf, Abdelmayid Benyell¨²n, Lotfi Akalay, Rachid Nini.
Que queda a¨²n mucho por descubrir, que se notan ausencias, que habr¨ªa que traducir m¨¢s obras de expresi¨®n ¨¢rabe. Es cierto. Pero alegr¨¦monos de que el vaso est¨¦ medio lleno... y apoyemos con nuestra lectura el enorme esfuerzo de editores y traductores.
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