Una exposici¨®n en Roma reconstruye la huella de Rembrandt en el arte veneciano
200 grabados y ¨®leos reflejan la pasi¨®n del pintor por el retrato y su dominio del claroscuro
La influencia del Rembrandt grabador fue enorme entre los artistas venecianos de finales del siglo XVII y del XVIII, que se inspiraron en sus dise?os de profundos claroscuros para representar su propia visi¨®n de los mitos b¨ªblicos. La prueba de esta huella profunda puede comprobarse en la exposici¨®n Rembrandt, cuadros, grabados y su reflejo en el 600 y 700 italiano,que se inaugura hoy en Roma. La muestra re¨²ne cerca de 200 grabados y una docena de ¨®leos del maestro holand¨¦s, procedentes sobre todo del Rijksmuseum de Amsterdam y de otros museos internacionales, entre ellos el Prado, que ha prestado el cuadro Artemisa, adem¨¢s de una selecci¨®n de obras de autores italianos.
Los organizadores de la exposici¨®n, que permanecer¨¢ abierta hasta el 6 de enero en las salas de las Caballerizas del Quirinal, suministran lupas a los visitantes para que puedan examinar con la atenci¨®n de un coleccionista los detalles de los grabados de Rembrandt. Al contrario que otros artistas de su tiempo, Rembrandt Harmenszoon van Rijn (1606-1669) no consider¨® nunca el arte del grabado un aspecto secundario de su producci¨®n. Durante bastantes a?os se entreg¨® a la experimentaci¨®n de las t¨¦cnicas de impresi¨®n, buscando efectos de sombras, hasta convertirse en maestro absoluto de un proceso que realizaba personalmente, utilizando con frecuencia para las estampas costoso papel japon¨¦s.
Sus grabados y sus ¨®leos corren parejos en personalidad de dise?o y dominio del claroscuro. La exposici¨®n romana permite comprobar la pasi¨®n de Rembrandt por la experimentaci¨®n al ofrecer colocadas una junto a la siguiente las diferentes pruebas de un grabado. El recorrido art¨ªstico del pintor y grabador se resume en ocho salas, que se completan con dos salas dedicadas a los alumnos italianos.
El n¨²cleo esencial de la exposici¨®n son los grabados sacados de los ¨¢lbumes originales del propio artista, que se conservan hoy en el Rijksmuseum de Amsterdam y en el British Museum. Son piezas que permiten adentrarse casi en el taller del pintor holand¨¦s y comprobar de cerca el proceso de creaci¨®n de sus obras.
A?os de aprendizaje
La exposici¨®n comienza en la sala de los autorretratos, verdadera obsesi¨®n del pintor holand¨¦s, que pasa por ser uno de los artistas que m¨¢s se han representado en ¨®leos, dibujos y grabados. Los primeros grabados que lo representan son de 1628; los ¨²ltimos, de 1658. Son a?os de aprendizaje en los que el pintor recurrir¨¢ no s¨®lo al punz¨®n de grabar, sino a una pluma de ca?a para dar un efecto m¨¢s difuminado a la estampa. La precisi¨®n de las im¨¢genes, que en Rembrandt no llega a ser nunca molesta, se aprecia gracias a la iluminaci¨®n de las salas, casi todas en semipenumbra, con el ¨²nico foco de luz colocado sobre cada uno de los grabados y de los cuadros.
Rembrandt se representa joven, tocado de boina, con el pelo largo y despeinado y con una ligera perilla, o, como en el lienzo prestado por el Petit Palais de Par¨ªs, en traje de oriental. Los rasgos gruesos de su rostro, dominado por una rotunda nariz, var¨ªan a medida que el pintor envejece. 'Rembrandt ambicion¨® desde el principio dotar de detalles personales a sus cuadros', explica el especialista holand¨¦s Ger Lujiten, 'en el colorido, donde dominan los amarillos y marrones; en la pincelada suelta y vivaz; en el juego de claroscuros muy pronunciado, y, sobre todo, en la elecci¨®n del momento del relato b¨ªblico o mitol¨®gico representado, lo que los hist¨®ricos han llamado estilo iconogr¨¢fico'.
El artista no se limita, con todo, a los motivos b¨ªblicos o mitol¨®gicos. La muestra recoge algunos grabados er¨®ticos de sorprendente crudeza y perfecci¨®n. Es el caso de El monje en el campo de grano, que representa a un fraile haciendo el amor con una mujer de la que s¨®lo se muestran las piernas, en medio de un campo de trigo crecido. La mayor parte de los grabados se atienen, sin embargo, a las estrictas costumbres de la ¨¦poca en materia sexual, es decir, ignoran este aspecto.
Im¨¢genes como el grabado Autorretrato mientras graba un plancha frente a la ventana o Las tres cruces, que se presenta en las diversas fases del proceso, constituyen algunas de las mejores piezas de la exposici¨®n, dominada, sin embargo, por la belleza suprema de la Artemisa prestada por el Museo del Prado.
La fama
Y es que el Rembrandt grabador no puede superar al Rembrandt pintor y el visitante se detiene con especial inter¨¦s en la docena de ¨®leos que sirven de contrapunto a los grabados. Aunque faltan los principales cuadros del pintor, destaca la belleza de El viejo adormecido, de 1629; del Autorretrato en traje de oriental con perro; del lienzo Un oriental, fechado en 1635, cuando Rembrandt gozaba ya de considerable fama en su pa¨ªs, y, sobre todo, del Joven con gorguera y gorra, del que deslumbra tanto la expresi¨®n del modelo como la espl¨¦ndida representaci¨®n de la capa de terciopelo marr¨®n, adem¨¢s del autorretrato de 1659 que representa al artista maduro, con un dejo de amargura en la mirada.
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