Puerto Rico

Las agencias de viajes ya no ofrecen lunas de miel horteras en Canc¨²n, ni rom¨¢nticos fines de semana en Venecia o Par¨ªs, ni safaris sexuales en Cuba, ni excursiones a Lourdes o F¨¢tima. Todos queremos ir a Puerto Rico; conocer Puerto Rico; estar en Puerto Rico. Curro est¨¢ en Puerto Rico, lo mismo que Ibarretxe y sus muchachos. ?Puerto Rico es la meta? ?S¨®lo es meta volante Puerto Rico? ?Es Puerto Rico acaso el punto de partida? ?Hay viaje de ida y vuelta a Puerto Rico?

Abro el Espasa y ?qu¨¦ me encuentro? Me encuentro a Puerto Rico. Me encuentro de hoz y coz en Puerto Rico, ese ¨¢ngulo del mundo entre el oc¨¦ano Atl¨¢ntico y el Caribe, la cuarta isla de las grandes Antillas, descubierta por Crist¨®bal Col¨®n en 1493. En 1897 Espa?a dio una autonom¨ªa administrativa a Puerto Rico. Luego lleg¨® el Desastre con may¨²sculas, la p¨¦rdida de Cuba y la entrega de Puerto Rico -nuestro lindo y querido Puerto Rico- al gringo. En 1917 la ley Jones reconoci¨® a los nacidos en Puerto Rico la ciudadan¨ªa estadounidense. En 1952 qued¨® constituido el Estado libre asociado de Puerto Rico. La independencia hubiese acarreado la p¨¦rdida del mercado libre de EEUU, y la incorporaci¨®n a Norteam¨¦rica como un Estado m¨¢s, algo mucho peor: el pago de los temibles impuestos federales. De vez en cuando los puertorrique?os deciden quedarse como est¨¢n. Tambi¨¦n de vez en cuando (en cada guerra en la que los Estados Unidos intervienen de manera directa) unos cuantos puertorrique?os deciden sacrificar su vida por el T¨ªo Sam. La mili en Puerto Rico se hace en la patria de la Coca-Cola.

Se celebra estos d¨ªas en Madrid una gran exposici¨®n sobre el exilio republicano. La di¨¢spora lleg¨®, naturalmente, tambi¨¦n a Puerto Rico. All¨ª muri¨® el poeta Juan Ram¨®n Jim¨¦nez, el de la fundaci¨®n a la que el Ministerio de Cultura niega subvenciones que otorga a la Francisco Franco. Cuenta Castillo Puche que el poeta de Moguer, cuando estir¨® la pata en Puerto Rico, ten¨ªa mal mirar.