La escalera roja (1)
S¨®lo sobrevivieron dos mil republicanos espa?oles de los nueve o diez enviados por los nazis a aquel infierno. Cerca del campo se encontraba una cantera de granito que los alemanes hab¨ªan decidido explotar para la construcci¨®n de edificios oficiales en Berl¨ªn y la confecci¨®n de estatuas exaltadoras del nacionalsocialismo. Para bajar a la misma hab¨ªa 186 escalones muy empinados.
Lo recuerda Francisco Comellas en Exilio, que incluye unas inolvidables secuencias de pel¨ªcula que inmortalizan el atroz escenario. A los presos no se les daba de comer adecuadamente -un litro de sopa clara al d¨ªa- y el promedio de vida de los que llegaban era de tres meses. Mientras trataban de subir aquella escalera con su pesada carga de piedra y los pies desnudos, all¨ª estaban los matones de la SS y otros guardias para pegarles con porras, para recriminarles, para mofarse de ellos... o para liquidarles con un tiro en la cabeza. A menudo tropezaban, se ca¨ªan o, sencillamente, se mor¨ªan. En invierno nevaba, y seg¨²n otro superviviente espa?ol, Luis Garc¨ªa Manzano, 'la escalera estaba roja de sangre, la nieve no era blanca, decenas de hombres yac¨ªan en la escalera muertos, podridos'.
A veces cog¨ªan a los heridos o a los que hab¨ªan ca¨ªdo exhaustos, los llevaban a un cercano precipicio y los tiraban abajo. Por la ma?ana, al clarear, los prisioneros a¨²n con vida pod¨ªan apreciar que las alambradas el¨¦ctricas hab¨ªan acabado con otra tanda de esquel¨¦ticos suicidas. Abandonada toda esperanza, las criaturas no hab¨ªan podido aguantar un d¨ªa m¨¢s.
Los nazis, muy met¨®dicos ellos, filmaban y fotografiaban lo que ocurr¨ªa en Mauthausen. Por suerte para la humanidad trabajaban en el laboratorio correspondiente dos espa?oles heroicos: Francisco Boix y Antonio Garc¨ªa. Exilio no nos explica c¨®mo, pero estos j¨®venes lograron poner a salvo cientos de clich¨¦s que luego sirvieron en Nuremberg para dar fe de lo ocurrido en el campo y para incriminar a la SS en las matanzas y torturas. Gracias a ellos -y sin duda a otros valientes que no figuran en el documental- tenemos un testimonio inapelable de lo que son capaces los hombres cuando se apoderan de ellos las fuerzas oscuras.
Yo no pude ver Exilio en RTVE -donde me imagino que los cortes publicitarios hicieron los habituales estragos- pero en la exposici¨®n de Madrid me compr¨¦ el video. Es un documento que deber¨ªa de estar en cada escuela del pa¨ªs, en cada biblioteca p¨²blica, cada casa de cultura, cada departamento de Espa?ol alrededor del mundo, para ponerlo una y otra vez, para detener tal o cual imagen y as¨ª apreciar mejor sus detalles, para fijarse en el tono de voz, los ojos, los ademanes de los testigos. En todo lo que he visto y le¨ªdo sobre la guerra civil espa?ola y sus secuelas no hay nada comparable -Alfonso Guerra y sus colaboradores pueden sentirse muy satisfechos de lo conseguido-, y nada tan desolador como la secuencia de la escalera de Mauthausen, roja de la sangre de tanto inocente inmolado para avanzar la causa de la peor aberraci¨®n jam¨¢s inventada por los hombres, pues no otra cosa fue el fascismo. Tengo que seguir.
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