Jack y Aileen
'Asesina en serie', dicen de esta pobre mujer, asesinada a su vez por el Estado, que mat¨® a seis clientes en el duro ejercicio de la prostituci¨®n. Me acord¨¦ de otro 'asesino en serie': Jack el Destripador, que mataba prostitutas en el Londres victoriano. Un equilibrio en las venganzas sociales. Ser prostituta representa una vida dolorosa y arriesgada, una acusaci¨®n permanente de pecado o vicio que jam¨¢s son verdad -el hambre que sufren, el camino cerrado, la explotaci¨®n, s¨ª son ciertos-; ser cliente representa una necesidad acuciante y no s¨®lo no resuelta, sino ni siquiera reconocida, mientras se alaba como razonable la locura de la castidad a veces definida como promesa santa. Y una forma de verg¨¹enza de s¨ª mismo y de odio a la mujer que el hombre proyecta sobre esa criatura. De cuando en cuando, un hombre -no s¨®lo Jack- hunde su estilete en un vientre de la prostituta; alguna vez, una mujer como esta Aileen Wuornos mata a un hombre tras otro, como si el apetito o la necesidad del que la paga fueran culpables de que tenga que cobrar de una manera distinta al mercado sexual reconocido y social.
'Volver¨¦', fueron las ¨²ltimas palabras de esta asesinada por una sociedad que la llev¨® a su desgracia. De donde se podr¨ªa deducir su estado mental. Supongo que estos cr¨ªmenes son siempre arrebatos de locura. Esta Juana de Arco est¨¢ segura de que volver¨¢ para seguir ejecutando a culpables.
Y el otro 'asesino en serie', el hombre del rifle, manda a la polic¨ªa notas diciendo que es Dios. No puede extra?ar: si Dios es el que mand¨® siete plagas, o unos ¨¢ngeles que destruyeran Babilonia, hay quien toma su ejemplo y dispara contra una sociedad que algo les habr¨¢ hecho. Por lo menos, les ha hecho asesinos 'en serie'.
S¨¦ cu¨¢nto disgustar¨¢n estas apreciaciones a algunos, que rechazan sistem¨¢ticamente esta antigua alusi¨®n a los males de la sociedad, a su desorganizaci¨®n o a la que ellos creen que es su mujer conquista, la Moral -la may¨²scula es de ellos-, que se acuda una vez m¨¢s al argumento. Pero no veo otra manera de entender que existan asesinos en serie: los que se estrellan contra Nueva York o los que destruyen a los palestinos. O arrasan Afganist¨¢n y condenan a la muerte por hambre a otros pa¨ªses y a uno de ellos, Irak, le est¨¢n mostrando que puede tener cuatro o cinco mil muertos en unos d¨ªas por tener que soportar a un tirano.
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