Un cors¨¦ falso para la pol¨ªtica fiscal
Es un error considerar el Pacto como un cors¨¦ que constri?e indebidamente las posibilidades antic¨ªclicas de la pol¨ªtica fiscal de los pa¨ªses de la eurozona. En primer lugar, el pacto permite que el d¨¦ficit p¨²blico sobrepase los l¨ªmites estipulados si el pa¨ªs se encuentra en una situaci¨®n recesiva. En segundo lugar, si la situaci¨®n no alcanza la gravedad requerida, pero el pa¨ªs estima que la pol¨ªtica adecuada pasa por tolerar d¨¦ficit superiores al 3%, siempre puede hacerlo y pagar la multa correspondiente, que ser¨ªa inferior a la que tendr¨ªa que pagar fuera del euro en la forma de mayores tipos de inter¨¦s sobre su deuda p¨²blica.
Ciertamente, el coste pol¨ªtico de pagar la multa es superior al coste pol¨ªtico de contemplar c¨®mo el tipo de la deuda sube unos cuantos puntos b¨¢sicos, pero ¨¦sa no es raz¨®n para incumplir un pacto, y mucho menos para revocarlo.
El pacto se estableci¨® para potenciar la funci¨®n estabilizadora de las pol¨ªticas fiscales de los pa¨ªses miembros del euro y salvaguardar la independencia a largo plazo del Banco Central Europeo. En cuanto a lo primero, la historia macroecon¨®mica de los pa¨ªses de la eurozona muestra que sus pol¨ªticas fiscales eran con frecuencia proc¨ªclicas, instrumentando medidas discrecionales expansivas durante la fase ascendente del ciclo que mermaban la operaci¨®n de los estabilizadores autom¨¢ticos, imped¨ªan la consecuci¨®n de super¨¢vit presupuestarios y dificultaban la tarea estabilizadora de la pol¨ªtica monetaria. Estas pol¨ªticas llevan inexorablemente al aumento tendencial de la deuda p¨²blica y a tipos de inter¨¦s reales por encima de los que regir¨ªan si la acci¨®n antic¨ªclica del presupuesto fuera m¨¢s vigorosa durante la etapa expansiva.
Los c¨¢lculos de la Comisi¨®n Europea muestran que ante una recesi¨®n de gravedad similar a las padecidas por los pa¨ªses europeos desde la Segunda Guerra Mundial, los d¨¦ficit presupuestarios no superar¨ªan el 3%, siempre y cuando sus cuentas p¨²blicas hubieran sido superavitarias o, cuanto menos, equilibradas durante la expansi¨®n.
En cuanto a lo segundo, la pervivencia de las instituciones monetarias europeas a largo plazo, el pasado no ofrece referencia alguna que permita discernir el destino de un ¨¢rea monetaria tan singular como la eurozona, un conjunto de pa¨ªses que han cedido la soberan¨ªa sobre sus pol¨ªticas monetarias al tiempo que la retienen sobre sus pol¨ªticas fiscales. Pero s¨ª sabemos al menos dos cosas: que las monedas desaparecen cuando pierden valor, y que el riesgo principal que amenaza la eficacia antiinflacionista a largo plazo de la pol¨ªtica monetaria es la persistencia de comportamientos fiscales inconsistentes con la estabilidad econ¨®mica. Es dif¨ªcil encontrar alg¨²n ejemplo hist¨®rico de recuperaciones econ¨®micas abortadas por falta de est¨ªmulos fiscales, mientras que la historia de los fracasos econ¨®micos es casi siempre la historia de crisis fiscales en las que el gasto y la deuda p¨²blica galopan sistem¨¢ticamente por delante de los ingresos p¨²blicos. Por todo lo dicho, y por otros argumentos no dichos, no hay hoy en Europa justificaci¨®n econ¨®mica alguna para evadir el imperativo pacta sunt servanda.
Jos¨¦ Luis Feito es economista.
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