La alternativa es el Estatuto
Los planes anunciados por el lehendakari Ibarretxe ante el Parlamento vasco, en el Pleno de Pol¨ªtica General del d¨ªa 27 de septiembre, han tenido algunos efectos positivos. Entre ellos, hacernos a todos conscientes de la gravedad de la situaci¨®n en el Pa¨ªs Vasco, y los peligros que comporta. Y, en segundo lugar, clarificar cu¨¢l es la estrategia real del nacionalismo gobernante, que, durante demasiado tiempo, ha jugado a ocultar sus objetivos, lo que amortiguaba las resistencias sociales y dificultaba las respuestas pol¨ªticas. Queda, adem¨¢s, desmontado el mito del di¨¢logo pol¨ªtico, uno de los grandes espejismos que presid¨ªan la pol¨ªtica de Ibarretxe, porque resulta evidente que su propuesta no la ha realizado precisamente para llegar a acuerdos con el PSOE o con el PP. No est¨¢ pensada para convencer a quienes representan a la mitad de la sociedad vasca, sino para obtener en su favor una adhesi¨®n social utilizando todos los instrumentos del poder, con el fin de negociarla con el Estado en posici¨®n de fuerza y, en ¨²ltima instancia, para perpetuar la hegemon¨ªa nacionalista en Euskadi.
Tiene que ser la sociedad vasca la que haga frente al desaf¨ªo rupturista del nacionalismo
Ibarretxe, al frente del nacionalismo gobernante, ha optado por romper el consenso estatutario, quebrando as¨ª la mejor tradici¨®n de la pol¨ªtica vasca: el pactismo. Algo que, si en s¨ª mismo es ya grave, lo es todav¨ªa mucho m¨¢s teniendo en cuenta que los partidos constitucionalistas se encuentran en una absoluta desigualdad de condiciones frente al nacionalismo, por la amenaza directa de ETA. Recordemos que, en su ¨²ltimo comunicado, la organizaci¨®n terrorista amenazaba abiertamente con atentar no s¨®lo contra sedes del PSE-EE y del PP, sino, adem¨¢s, contra sus actos p¨²blicos.
Por otra parte, es general la percepci¨®n de que lo que propone Ibarretxe plantea un serio problema pol¨ªtico no s¨®lo en el Pa¨ªs Vasco, sino en el conjunto de Espa?a. Su encaje en la Constituci¨®n actual es imposible y su eventual aplicaci¨®n plantea una gran inquietud a los autonomistas. De ah¨ª la necesidad de responder acertadamente a este desaf¨ªo. Pero enfocar el presente de una manera adecuada requiere una cierta perspectiva hist¨®rica. Creo, por eso, que es conveniente aludir a precedentes de la historia contempor¨¢nea del Pa¨ªs Vasco, porque nos aportan ense?anzas importantes que pueden evitar que nos equivoquemos en el diagn¨®stico y en su tratamiento.
Recordemos, por ejemplo, que, en el ¨²ltimo tercio del siglo XIX, los integristas y reaccionarios vascos confluyeron con el carlismo antisistema contra el Estado democr¨¢tico, preludiando la segunda guerra carlista, al grito de 'S¨¢lvese la religi¨®n y perezcan los fueros'. M¨¢s de un siglo despu¨¦s, el error se repite, aunque ahora con otro lema: 'S¨¢lvese el proyecto nacionalista y muera el Estatuto'. Cosa distinta es que la mayor solidez del Estado de derecho evite que el Estatuto pueda perecer, como antes perecieron los fueros.
Recordemos, igualmente, que el viaje a Estella del nacionalismo no es de ahora. Tambi¨¦n al inicio de la II Rep¨²blica, el nacionalismo vasco se fue a Estella para aliarse pol¨ªticamente con la derecha carlista e integrista vasco-navarra que luego se alzar¨ªa contra la legalidad democr¨¢tica republicana. ?Y qu¨¦ ped¨ªan los nacionalistas, haciendo causa com¨²n con la derecha m¨¢s reaccionaria? Su '¨¢mbito vasco de decisi¨®n', que en aquella ¨¦poca se centraba en arrebatar al Estado sus competencias para mantener relaciones con el Vaticano. En aquel entonces, el PNV supo desmarcarse a tiempo de esas alianzas. Supongo que, tarde o temprano, y si el paralelismo funciona, tambi¨¦n hoy acabar¨¢ rectificando.
Los ejemplos expuestos son suficientemente ilustrativos como para dejar fijadas algunas conclusiones. La primera: que la relaci¨®n conflictiva con el sistema constitucional espa?ol tiene en el Pa¨ªs Vasco ra¨ªces tan profundas como el constitucionalismo liberal y progresista. La segunda: que este conflicto, m¨¢s o menos abierto o soterrado seg¨²n las ¨¦pocas, constituye un elemento esencial del pluralismo vasco, caracterizado por que dos formas de pensar y de sentir lo vasco y lo espa?ol est¨¢n presentes en el Pa¨ªs Vasco desde el inicio de la ¨¦poca contempor¨¢nea, con presencia y distribuci¨®n geogr¨¢fica y social semejante a lo largo del tiempo. La tercera: que el factor religioso ha sido y es un elemento de gran influencia en la situaci¨®n pol¨ªtica de Euskadi. No creo que sea una casualidad que fuera precisamente un 31 de julio, festividad de San Ignacio, la fecha en que se fundaran tanto el PNV como ETA. No son, por tanto, desde?ables a efectos pol¨ªticos las actitudes que la Iglesia cat¨®lica vasca ha venido manteniendo, como, por ejemplo, su toma de postura con respecto a la Ley de Partidos.
De todos estos datos pueden extraerse algunos principios de acci¨®n pol¨ªtica, fundamentados en el m¨¢s b¨¢sico: que las soluciones hay que buscarlas all¨ª donde el problema se manifiesta. Por eso entiendo que:
1. Se equivocar¨¢ gravemente quien piense que la soluci¨®n vendr¨¢ de la eliminaci¨®n o marginaci¨®n de las fuerzas en presencia en Euskadi, sean nacionalistas o estatutistas. El ¨²nico arreglo posible seguir¨¢ bas¨¢ndose en el pacto interno.
2. Defender el pacto entre los vascos, frente al desaf¨ªo rupturista del nacionalismo, implica defender activamente el Estatuto y su cumplimiento ¨ªntegro. Porque la autonom¨ªa vasca y la filosof¨ªa pactista en que se basa no son el problema, sino la soluci¨®n. Quienes piensen que la aguda crisis pol¨ªtica del Pa¨ªs Vasco es consecuencia de una autonom¨ªa que habr¨¢ que suspender alg¨²n d¨ªa, olvidan que es precisamente a los constitucionalistas y estatutistas a los que corresponde defender el Estatuto, desde el momento en que son los nacionalistas los que lo impugnan.
3. Tiene que ser la sociedad vasca la que haga frente a este desaf¨ªo, porque las alternativas al nacionalismo no saldr¨¢n de los despachos de Madrid, sino desde las mismas entra?as de la sociedad vasca. Y este desaf¨ªo tenemos que ganarlo en el seno de la opini¨®n p¨²blica de Euskadi, potenciando y movilizando al tejido pol¨ªtico y asociativo constitucionalista y autonomista y respetando su pluralidad interna. Porque quien utilice las diferencias leg¨ªtimas que puede haber en su seno para mermar la fuerza de un partido o para imponer su predominio en el resto de Espa?a, estar¨¢ de hecho trabajando para el nacionalismo.
4. Hay que evitar por todos los medios fomentar el victimismo nacionalista, que engorda para su provecho con el 'enemigo externo'. A la deriva actual del nacionalismo no se le podr¨¢ contrarrestar con eficacia -al contrario, se la reforzar¨¢ todav¨ªa m¨¢s- con argumentos propios del m¨¢s rancio nacionalismo espa?ol. No ser¨¢, por eso, con demagogias populistas, con excesos verbales ni entrando en guerras de s¨ªmbolos, utilizando, por ejemplo, de forma partidista la bandera de todos los espa?oles, como se gane este debate en la opini¨®n p¨²blica vasca.
5. Y lo que es m¨¢s importante: hay que seguir combatiendo con eficacia al terrorismo y hacer que el Estado de derecho sea una realidad plena en el Pa¨ªs Vasco. En caso contrario, sabemos ya de antemano qui¨¦n va a ser el ganador de este pulso pol¨ªtico. Son necesarias menos declaraciones grandilocuentes de cara a la galer¨ªa y m¨¢s medidas concretas para que la legalidad democr¨¢tica se cumpla. Y ello, sin renunciar tampoco a establecer cauces de comunicaci¨®n con el Gobierno vasco, aunque s¨®lo sea para proteger con la aplicaci¨®n de la ley los derechos de todos los ciudadanos vascos.
En definitiva, es necesario acometer una pol¨ªtica que sepa aunar los principios y el pragmatismo, la firmeza democr¨¢tica y el di¨¢logo institucional y pol¨ªtico. Una pol¨ªtica que trate de desenterrar el esp¨ªritu del pacto y del compromiso que haga posible superar la situaci¨®n de crisis permanente que vive el Pa¨ªs Vasco. El nacionalismo gobernante ha optado por renunciar a este esp¨ªritu. Esta actitud obliga a que los dem¨¢s hagamos del pacto y el entendimiento entre los vascos el eje de nuestra pol¨ªtica. Lo tenemos que hacer con el Estatuto en la mano. Porque nuestra alternativa es el Estatuto.
Jes¨²s Eguiguren es presidente del PSE-EE (PSOE).
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