Cors¨¦ en el cerebro

Ayer fui a una conocida tienda de ropa a comprar unos pantalones de pana para mi hija de cuatro a?os. Una dependienta me orient¨® hacia donde me ten¨ªa que dirigir para conseguir la talla adecuada de unos pantalones 'de ni?a'. Cog¨ª varios modelos y al prob¨¢rselos comprob¨¦ que eran bajos de talle, cortos de tiro, estrechos en la cintura y en los muslos, y anchos en la pernera. Con algunos tuve serias dificultades para subir la cremallera y mi hija tiene un peso equilibrado, no es gorda ni tampoco flaca. Eso s¨ª, ten¨ªan unos dise?os de flores que encantaron a la ni?a y quer¨ªa llev¨¢rselos a toda costa. Le hice que se sentara en el suelo y cruzara las piernas, como hace cada d¨ªa en el colegio cuando se sienta en la alfombra, y los pantalones la oprim¨ªan. Me dirig¨ª al estante de pantalones de pana 'para chicos', a pesar de que otra dependienta me indic¨® que estaba mirando en los de 'ni?os' crey¨¦ndome errada. ?stos ten¨ªan las perneras rectas, la cintura alta, eran de dise?o ancho y c¨®modo, y con muchos bolsillos. Con ellos la ni?a se pod¨ªa mover con libertad.

Me march¨¦ triste de all¨ª pensando que desde qu¨¦ pronto (vi modelos de la talla 2) a nuestras ni?as se las ense?a a relacionar belleza con incomodidad y sufrimiento, que desde la m¨¢s tierna infancia se las empieza a ense?ar a ponerse el cors¨¦ que ahora no llevamos en la cintura, sino en el cerebro.