Las posidonias catalanas ya no florecen
La especie ha dejado de reproducirse sexualmente en una parte de la costa sin que se sepan las causas
Flores bajo el mar. Parece una imagen surrealista, pero, al menos en el Mediterr¨¢neo, es una imagen estrictamente real. Al llegar el oto?o, las plantas marinas conocidas como posidonias efect¨²an una discreta floraci¨®n que llena sus praderas sumergidas de aut¨¦nticas flores. O que deber¨ªa llenarlas, ya que, extra?amente, estas plantas apenas se reproducen sexualmente en las costas catalanas.
La posidonia es una planta de origen terrestre cuya evoluci¨®n la ha llevado a adaptarse a vivir sobre el fondo marino. Entre otros recuerdos de su pasado conserva la costumbre de florecer, algo que se antoja ex¨®tico debajo del agua. Se trata en todo caso de flores m¨¢s que discretas. Son de color verde y se agrupan en peque?as inflorescencias de apenas tres cent¨ªmetros de largo. Sin insectos de por medio, la polinizaci¨®n se lleva a cabo por medio del agua, que transporta azarosamente el polen de una flor a otra.
Las plantas son comidas con mayor voracidad por erizos y salpas all¨ª donde hay m¨¢s contaminaci¨®n
Eso, al menos, es lo que sucede all¨ª donde las posidonias producen flores, cosa que no sucede en todas partes. Por alguna oscura raz¨®n, mientras que las posidonias de las islas Baleares o el sur de Italia florecen masivamente, en las costas catalanas apenas se observan flores y, por consiguiente, tampoco reproducci¨®n sexual. En los fondos marinos de Catalu?a, la reproducci¨®n de estas plantas se desarrolla mayoritariamente por medios puramente vegetativos, por esquejes o rebrotes. En este parco panorama, los intercambios gen¨¦ticos son m¨¢s bien escasos.
Los motivos de este abandono de la sexualidad son un completo misterio. Javier Romero, profesor de Ecolog¨ªa de la Universidad de Barcelona, cree que 'puestos a especular, puede estar relacionado con la turbidez del agua. En las Baleares, las aguas son m¨¢s transparentes, por lo que llega mucha luz hasta las plantas, que pueden fabricar y acumular mayor cantidad de reservas. En cambio, las aguas catalanas son m¨¢s turbias, y las plantas tienen menos reservas para invertir en su propia reproducci¨®n'.
Sea cual fuere la explicaci¨®n, la falta de reproducci¨®n sexual origina que la poblaci¨®n de posidonias del Mediterr¨¢neo occidental muestre, en general, una gran homogeneidad gen¨¦tica, cuando lo deseable seria que hubiera una mayor variabilidad. En la cuenca oriental, al menos, la reproducci¨®n sexual es m¨¢s frecuente y, por consiguiente, su variabilidad gen¨¦tica es mucho m¨¢s alta.
Romero lleva unos 20 a?os estudiando estas plantas en las costas catalanas. Sus ¨²ltimos trabajos apuntan: 'El 70% de las praderas de posidonias que hemos estudiado en Catalu?a muestran un estado estable, o incluso una mejor¨ªa. Otro 20% ha empeorado levemente, y el resto significativamente'. Eso supone que el estado de las posidonias 'no est¨¢ tan mal', seg¨²n sus palabras.
Su conservaci¨®n se considera importante porque favorecen la diversidad del ecosistema marino y proporcionan refugio y alimento a muchas especies comerciales. Sus efectos ben¨¦ficos llegan incluso hasta la misma playa: las acumulaciones de hojas muertas, que caen masivamente en oto?o, llegan a alfombrar la arena, y la protegen as¨ª de la violencia de los temporales.
El equipo de Javier Romero contin¨²a investigando otros misterios y extra?as paradojas que afectan a las posidonias catalanas. Por ejemplo, ha comprobado que las posidonias son comidas con mayor voracidad por erizos y salpas all¨ª donde hay m¨¢s contaminaci¨®n. ?Por qu¨¦ raz¨®n? 'Quiz¨¢ porque donde hay mucha materia org¨¢nica tambi¨¦n hay muchos peque?os organismos epifitos fijados sobre las hojas de las posidonias, y los herb¨ªvoros se los comen indistintamente con las hojas de las plantas'.
En todo caso, las posidonias de la costa catalana seguir¨¢n ofreciendo su discreta ausencia en los paseos por la playa. Alguna bola de hebras de color marr¨®n de forma esf¨¦rica que encontremos en la arena ser¨¢ el ¨²nico s¨ªntoma de su presencia sumergida. Y, muy de vez en cuando, alg¨²n afortunado submarinista podr¨¢ contemplar alguna solitaria flor en oto?o.
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