'La misi¨®n de EE UU va contra el cristianismo'
Tzvetan Todorov (Sof¨ªa, 1939) no para de escribir, de pensar, de inventar. Un humanista en acci¨®n. ?Su secreto? 'F¨¢cil. La energ¨ªa del exiliado'. El jueves por la ma?ana present¨® un acto en Par¨ªs (donde vive desde 1963). Por la tarde dio una estupenda e inquietante conferencia sobre populismo en Madrid (presentada por Jos¨¦ Mar¨ªa Ridao). Luego se fue a cenar con sus anfitriones: la Fundaci¨®n para la Modernizaci¨®n de Espa?a. Ayer madrug¨® para ver El Prado durante dos horas, en busca de 'obras prof¨¦ticas que cuenten lo que suceder¨¢ con las relaciones entre padres e hijos'. Despu¨¦s concedi¨® entrevistas. En ¨¦sta, el autor de El jard¨ªn imperfecto (Paid¨®s, 1999) o Memoria del mal, tentaci¨®n del bien (Pen¨ªnsula, 2002) repasa los peligros que afronta la humanidad tras superar el siglo XX, que ¨¦l llam¨® el siglo de los totalitarismos.
'S¨®lo las herej¨ªas milenaristas proponen restaurar el imperio del bien sobre la tierra'
'En 24 a?os no me he sacado a Bulgaria del cuerpo. Pero morir¨¦ como un exiliado feliz'
Pregunta. ?Cu¨¢l cree que es el mayor peligro, la perversi¨®n pol¨ªtica que amenazar¨¢ al siglo XXI?
Respuesta. Al final de Memoria del mal... identificaba tres amenazas posibles, que en estos a?os parecen confirmarse. La primera es el populismo, el nacionalismo, la pol¨ªtica de la identidad excesiva, que reacciona contra la globalizaci¨®n, contra la Uni¨®n Europea o contra el laicismo, crisp¨¢ndose sobre los valores identitarios o religiosos. No hay m¨¢s que ver lo que pasa en Europa, en Argelia o con las formas m¨¢s modernas del terrorismo que se nutre del resentimiento identitario isl¨¢mico (teniendo claro que el terrorista no es el islam, sino sus neofundamentalistas). El segundo peligro que citaba era el de la deriva instrumental, que consiste, simplemente, en que los pa¨ªses democr¨¢ticos olvidamos los fines para centrarnos en los medios. El mejor ejemplo de eso es la atenci¨®n exclusiva a la econom¨ªa, al ¨¦xito, cuando la econom¨ªa es s¨®lo un medio para mejorar la vida de las sociedades. Y el tercer peligro del que hablaba es la deriva moralizante, o la tentaci¨®n del bien, que el Gobierno de Estados Unidos ilustra de manera particularmente elocuente en este momento. Cierto que la pol¨ªtica imperial pertenece a todos los tiempos, siempre que un pa¨ªs ha sido m¨¢s fuerte que otro ha querido aprovecharse (Roma, Espa?a en el XVI, Francia y Gran Breta?a en el XIX, Estados Unidos en el XX...), pero lo particular de este caso es que esa pol¨ªtica imperial se pretende un medio para imponer el bien en el mundo entero. Primero se identifica un eje del mal, luego se autoconceden el puesto de jefe de la misi¨®n y por fin se impone el bien en todas partes. Ese proyecto es nuevo, posterior a la ca¨ªda del muro y a la desaparici¨®n de la URSS y, sobre todo, es un proyecto abierto, expl¨ªcito, visible en documentos oficiales de la Casa Blanca y en los discursos de los pol¨ªticos en el Congreso y el Senado...
P. ?Y cu¨¢l es su opini¨®n sobre ese proyecto?
R. No digo que est¨¦ en contra, pero s¨ª digo que esa pol¨ªtica est¨¢ en contra de la religi¨®n cristiana y del proyecto secular del humanismo. ?Por qu¨¦? Porque desde la ¨®ptica cristiana el hombre est¨¢ marcado por el pecado original y no podr¨¢ borrar su huella hasta el d¨ªa del juicio final. S¨®lo las herej¨ªas milenaristas se propusieron restaurar el imperio del bien sobre la tierra, y siempre la Iglesia cristiana combati¨® esas herej¨ªas. A su vez, la filosof¨ªa humanista no ha querido negar la condici¨®n maligna de los seres humanos pero nunca ha pretendido construir la sociedad ideal, salvo los totalitarismos utopistas. Montaigne, el fundador del humanismo moderno, ten¨ªa su f¨®rmula para designar la condici¨®n humana: el jard¨ªn imperfecto. Como jardineros que somos, podemos trabajar para mejorarlo. Pero siempre ser¨¢ imperfecto. El mal no viene de Sat¨¢n, sino de nuestro propio coraz¨®n. Y por eso toda posibilidad de actuar contra el mal se transforma en una manifestaci¨®n de ese mal. La pol¨ªtica imperial afirma alimentarse del cristianismo y del humanismo, pero los dos la condenan.
P. En su conferencia habl¨® de conceptos tab¨² para la izquierda y patrimonio de los populistas: autoridad, seguridad, patria, instituci¨®n familiar...
R. Es que no podemos tapar los ojos a la realidad, ni dejar que los populistas hagan un uso pernicioso de esos temas. La izquierda debe confrontar directamente los problemas que los populistas explotan demag¨®gicamente a su favor. La izquierda no debe tomar sus deseos por realidades. La inseguridad existe. Hay que analizar por qu¨¦, de d¨®nde viene. La familia ha sufrido una erosi¨®n que perjudica a la autoridad de los padres. Pero no hay sociedad en la que la autoridad haya desaparecido por completo. La identidad colectiva puede convertirse en asesina, pero no puedes obligar por decreto a un pueblo a dejar de reconocerse en una colectividad. S¨¦ que me meto en terreno minado, pero la izquierda debe ponerse a hablar de estas cosas desde una perspectiva distinta a la del populismo y a la de la extrema derecha.
P. Jos¨¦ Bov¨¦ lo ha hecho en Francia, con resultados contradictorios, cuando no catastr¨®ficos.
R. S¨ª, nuestro Ast¨¦rix defiende los productos fanceses contra los extranjeros, como la fruta espa?ola, y adem¨¢s exige que el queso de Roquefort se expanda por el mundo. Estoy totalmente en contra de ese activismo que, adem¨¢s de ser violento, rechaza por principio los avances gen¨¦ticos alimentarios. Si surge algo beneficioso para nuestros hijos, ?por qu¨¦ rechazarlo?
P. En su conferencia habl¨® usted de psicolog¨ªa, religi¨®n, relaciones entre generaciones, igualdad de sexos, educaci¨®n, televisi¨®n, inmigraci¨®n... ?Hay que redefinir el concepto de pol¨ªtica?
R. La pol¨ªtica no debe desaparecer: permite organizar mejor la vida colectiva. Hasta el fin de la II Guerra Mundial cre¨ªamos que la pol¨ªtica deb¨ªa conducir al pueblo a la sociedad ideal por todos los medios posibles. El gran cambio operado en Europa es que ya no creemos en el para¨ªso terrenal. Pero es verdad que la pol¨ªtica debe transformarse para mejorar la vida individual sin destrozar la sociedad. Vivimos en un mundo deshumanizado y hay que rehumanizarlo. Para eso hace falta que las instituciones, las empresas, los hospitales, la justicia, las escuelas se pongan realmente al servicio del ciudadano de forma aislada. ?se es un proyecto pol¨ªtico que, m¨¢s que prometer un futuro radiante, requiere mucho coraje por nuestra parte. Pero al mismo tiempo la pol¨ªtica internacional no est¨¢ acabada. La nube de Chern¨®bil no se par¨® en la frontera alemana. Los capitales financieros tampoco se detienen. S¨®lo una acci¨®n concertada de varios pa¨ªses, un colectivo como la Uni¨®n Europea, puede evitar nuevos peligros, enfrentarse a los efectos negativos de la globalizaci¨®n, detener las cat¨¢strofes qu¨ªmicas que acosan al planeta, impedir la extensi¨®n de la guerra contra el terrorismo. Pero eso es s¨®lo un ideal, est¨¢ claro.
P. Hablemos un poco de usted. ?Sigue siendo un exiliado?
R. Siempre he sido un hombre desplazado, como dije en el t¨ªtulo de un libro. Soy ciudadano franc¨¦s, all¨ª he vivido mi vida p¨²blica, pero nac¨ª en Bulgaria y en 24 a?os no he podido sacarme a Bulgaria del cuerpo. Ellos me echaron a m¨ª, pero yo a ellos no puedo echarlos. Morir¨¦ como exiliado, pero como un exiliado feliz.
P. Como Chomsky, usted empez¨® su carrera como ling¨¹ista y ha acabado convertido en un intelectual comprometido.
R. ?l es un gran ling¨¹ista que ha tomado posiciones pol¨ªticas muy radicales, que yo respeto. Mi caso es un poco distinto. Tras el exilio, adopt¨¦ una imagen de barquero, del que va de una orilla a otra. Pas¨¦ de Bulgaria a Francia, pero tambi¨¦n de la cultura rusa y eslava a la occidental: alemana, francesa, angloamericana. De esa misma forma, quise comunicar unas con otras a trav¨¦s de las ciencias humanas, lo que antes se llamaba humanidades. Primero estudi¨¦ ling¨¹¨ªstica, luego semi¨®tica, y eso me llev¨® a la antropolog¨ªa, a la filosof¨ªa moral, a la psicolog¨ªa, a la filosof¨ªa pol¨ªtica, y de ah¨ª a la historia del arte y de las ideas. Quise conocer desde dentro las diferentes disciplinas para acercarme a un mismo objetivo: la condici¨®n humana.
P. S¨®lo le falta la literatura.
R. Eso se lo dejo a mi mujer, que escribe novelas. Es m¨¢s sano que una pareja no haga lo mismo.
P. En Memoria del mal... rindi¨® homenaje a distintos supervivientes del nazismo, como Primo Levi, David Rousset, Germaine Tillion o Margaret Buber. Supongo que le habr¨¢ gustado que le dieran el Nobel a Imre Kert¨¦sz.
R. S¨ª, ¨¦l es un escritor de esa familia, y tambi¨¦n ilustra el camino que quise destacar en mi libro: el del individuo que ha sufrido el mal totalitario m¨¢s violento y, aun as¨ª, conserva su humanidad.
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