El Racing destroza a un fantasma
Vergonzosa actuaci¨®n del Madrid, que hizo un alarde de desidia ante un rival que le super¨® en todo
Cuando le sacas al Madrid del mullido confort del Bernab¨¦u, ocurren partidos como ¨¦ste de Santander, donde el Racing le pas¨® por encima con un gran f¨²tbol y la actitud de los equipos que se toman en serio su trabajo. El Madrid, no. Perdi¨® por muchas razones, pero una de ellas fue por su absentismo, por una desidia que no habla precisamente bien de un equipo que no gana fuera de Chamart¨ªn desde marzo. Y si contin¨²a en esta l¨ªnea, le espera una larga sequ¨ªa. No hay equipo que pretenda ganar el campeonato en el plan del Madrid, que divide la Liga en dos: la que disputa en casa, al calor de su gente, y la que desestima fuera de su estadio. Digamos que, por ahora, sus estrellas abusan de las comodidades. En El Sardinero no las tuvieron y as¨ª les fue.
RACING 2| REAL MADRID 0
Racing: Ceballos; Pineda, Morat¨®n, Juanma, Sietes; Pablo Sierra, Nafti, Ismael, Regueiro (Txiki, m.80); Munitis (Diego Alonso, m.86) y Javi Guerrero (Benayoun, m.75). Real Madrid: Casillas; Salgado, Hierro, Helguera, Roberto Carlos; McManaman, Makelele (Morientes, m.56), Cambiasso, Zidane (Portillo, m.71); Guti (Solari, m.52) y Ronaldo. Goles: 1-0. M.41. Nafti se escapa por la derecha y supera a Helguera, que acude tarde al cruce. El centro lo remata Regueiro. 2-0. M.52. Error de coordinaci¨®n de la defensa del Madrid a la hora de tirar el fuera de juego, lo que permite a Munitis recibir la pelota y elevarla sobre Casillas. ?rbitro: Pino Zamorano. Amonest¨® a Pineda y Hierro. Unos 22.000 espectadores en El Sardinero.
El calendario del Madrid se rige por un curioso r¨¦gimen laboral. En el Bernab¨¦u asume lo que de trabajo tiene el f¨²tbol, con el valor a?adido del gusto por las cosas bien hechas. Fuera de su estadio se da a la pereza de forma escandalosa, como si jugar en El Sardinero les resultara demasiado mundano a sus lujosos jugadores. En El Sardinero o en cualquier lado donde el rival les proponga un poco de l¨ªo y acci¨®n. Y claro, todo el mundo pide guerra cuando llegan Ronaldo, Zidane y el resto de la troupe. El Racing se tom¨® el partido como si le fuera la vida, con una intensidad que no sorprendi¨® a nadie, porque este equipo atraviesa buenos tiempos y la gente est¨¢ enchufada. Tambi¨¦n jug¨® con rapidez y buen orden, atacando los puntos d¨¦biles del Madrid, que fueron innumerables. Y, en fin, jug¨® sin trampas, con una limpieza exquisita, sin dar una patada. No encontrar¨¢ el Madrid ninguna coartada para justificar su inexistente resistencia en El Sardinero, donde fue aplastado desde el primer minuto.
Pocas veces ser¨¢ menos exigido el Racing en su campo. Y pocas veces sacar¨¢ menos ventaja de las ocasiones que tuvo. Anot¨® la tercera parte de sus oportunidades, que fueron clamorosas en algunos casos, como las protagonizadas por Javi Guerrero en un mano a mano con Casillas y en un remate sin oposici¨®n ante la porter¨ªa madridista. Dos goles fueron pocos para los m¨¦ritos de un equipo que se impuso en todos los aspectos. No s¨®lo jug¨® infinitamente mejor que el Madrid, sino que atendi¨® a todos los detalles. Sus jugadores ganaron todos los balones divididos, llegaron antes a los rechaces, se anticiparon siempre y se movieron como aviones. Todos estuvieron irreprochables en una gran noche, pero a la cabeza se situ¨® Regueiro, el zurdo uruguayo que le dio un buen dolor de cabeza a Salgado.
Es curioso lo que sucedi¨® con Salgado, uno de los pocos que no se arrug¨® en El Sardinero. Jug¨® como si fuera del Racing, con la misma energ¨ªa, pero pas¨® una noche de perros. Regueiro, un jugador habilidoso y veloz, le super¨® siempre, creando el primer y gran desequilibrio del partido. Por aquel flanco, Salgado no recibi¨® ayuda, y por all¨ª comenz¨® a frecuentar el Racing el ¨¢rea madridista. Hab¨ªa inter¨¦s por observar la actuaci¨®n de Munitis, que no parece en buena onda con el Madrid. Al hombre se le vio atacado, excitad¨ªsimo, con una larga cuenta que saldar, por lo visto. En realidad fue el jugador que nunca triunf¨® en el Madrid, pero que en el Racing es capit¨¢n general. Marc¨® el segundo gol y lo celebr¨® con tanto festejo que a alguno le costar¨¢ pagarle la golosa parte de la ficha que cobra en el Madrid.
Antes del gol de Regueiro, no hab¨ªa dudas del ganador del partido. El Madrid no estaba para vencer a nadie. La mayor¨ªa de la gente se dio al absentismo con un descaro asombroso. A Zidane le sali¨® el lado que acostumbra fuera del Bernab¨¦u. Se quit¨® de en medio. McManaman regres¨® a la banalidad. Guti hizo mutis. De Ronaldo no se supo nada. Y Helguera cometi¨® todos los desprop¨®sitos posibles: nunca ha jugado peor como central. Se equivoc¨® gravemente en varias ocasiones, una de ellas en el primer gol del Racing. No hab¨ªa nadie en el Madrid con entereza para defender el pabell¨®n. Apenas Cambiasso dio se?ales de vida en un equipo que fracas¨® desde el primer minuto y se aboc¨® sin remedio a la derrota. Este partido no figuraba en sus planes como una jornada del calendario. Era otra cosa. Un d¨ªa de descanso, o algo as¨ª. Y lo pag¨® merecidamente.
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