Buen rollito
En Operaci¨®n Triunfo, el profesor ?ngel ilustra a sus alumnos con un ejercicio que consiste en hacerles correr con los ojos cerrados al encuentro de sus compa?eros. Eso estimula la confianza en el grupo, dice. En un anuncio de Wanadoo, el ejercicio se repite. Un chico se deja caer de espaldas y con los ojos cerrados y siempre hay alguien que, en el ¨²ltimo segundo, impide que el muy borde se rompa la crisma. El lema de la campa?a es: Positive generation. Convertido en dogma, el buen rollo se expande hasta el punto de que el concursante Hugo se atreve a opinar que La otra noche vi llover, cantada por su autor, Armando Manzanero, es demasiado triste y que conviene darle un toque de buen rollo. A este paso convertir¨¢n el R¨¦quiem de Mozart en canci¨®n del verano.
Mal rollo
La aventura del saber (La 2) habl¨® del exilio republicano. Una exiliada cont¨® que al subirse al barco que la llev¨® hasta Chile, en plena guerra civil, pintaron las ventanas de la nave de color azul, intuyo que como medida de camuflaje en previsi¨®n de bombardeos. Viendo los esfuerzos de mis conciudadanos reclamando que el archivo de Salamanca devuelva el bot¨ªn documental requisado, sospecho que la aventura del saber necesita protegerse de los abusos de autoridad y pintar de azul su tempestuoso horizonte.
Dos Espa?as
Para compensar esta cejijunta interpretaci¨®n de una espa?olidad que presume de sus derechos de pernada, saboreemos un momento de libertad plurinacional en OT. El lunes, la nominada Ainhoa acept¨® la sugerencia de Nina de cantar, a palo seco, una canci¨®n en euskera. Ainhoa enton¨® el Lau teilatu ante la deferente mirada de sus compa?eros de Suria, Fuengirola, ?beda, Barcelona, Pamplona, Sevilla, C¨¢diz, Madrid, Santa Cruz de Tenerife, Valencia, C¨®rdoba, Ibiza y Huelva, nacidos en un pa¨ªs que ser¨ªa todav¨ªa m¨¢s libre si no se perpetuaran estos vicios de autoritarismo por una gracia de Dios que no tiene ninguna ¨ªdem.
Ojos y cerraduras
Gran Hermano explota su mejor se?a de identidad: el voyeurismo. Algo se mueve bajo un edred¨®n y all¨ª estamos, cruzando apuestas sobre si el oleaje responde a un toque de zambomba o a un infantil manoseo. Pese a las l¨¢grimas con las que despidieron a Sonia, que pasa a engrosar el peligroso ej¨¦rcito de villanas medi¨¢ticas nombradas por frivol¨ªsima votaci¨®n popular, el personal parece pasarlo bien, incluso Roc¨ªo, que juega con el fogoso tigre que Mat¨ªas lleva dentro como si fuera su peluche. Los parientes y novias, en cambio, sufren en p¨²blico, un ejercicio que produce una mezcla de compasi¨®n y verg¨¹enza. Se produce una rara mutaci¨®n, y los cornudos intentan reciclarse en ad¨²lteros consortes y tienen que soportar que su ropa sucia se seque al calor de los focos del plat¨®. Rafa, en cambio, apodado El P¨¢jaro Espino por la dura batalla que mantiene con sus propias tentaciones, s¨®lo tendr¨¢ que rendir cuentas de sus pecados ante Dios. As¨ª cualquiera.
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