El exceso de presos en la Guerra Civil impidi¨® crear una red fija de campos de concentraci¨®n
Un estudio fija en 367.000 las personas que pasaron por estos recintos hasta marzo de 1939
Un m¨ªnimo de 367.000 personas fueron hechas prisioneras de guerra e internadas en campos de concentraci¨®n por el Ej¨¦rcito de Franco entre 1936 y 1939. Son las primeras conclusiones de un estudio del historiador Javier Rodrigo presentado en el congreso Los campos de concentraci¨®n y el mundo penitenciario en Espa?a durante la Guerra Civil y el franquismo, inaugurado ayer en Barcelona. A pesar de las intenciones del ej¨¦rcito insurgente, la improvisaci¨®n rein¨® en el establecimiento de una red homog¨¦nea de campos: las causas fueron el exceso de presos y el avance de la guerra.
El estudio de los pormenores de los campos de concentraci¨®n durante la Guerra Civil y el franquismo sigue siendo una tarea complicada. Javier Rodrigo, del Instituto Universitario Europeo de Florencia, autor de la ponencia Campos en tiempos de guerra. Historia del mundo concentracionario franquista, ha establecido en 104 el n¨²mero de campos m¨¢s o menos estables por su duraci¨®n y funci¨®n dentro del entramado represivo franquista entre 1936 y 1939. Sin embargo, el historiador advierte de que esta cifra puede elevarse hasta 150 si se tienen en cuenta los centros divisionarios inestables y los centros de evacuaci¨®n.
En cuanto al n¨²mero de personas que pasaron por los campos de concentraci¨®n durante los a?os de la Guerra Civil -el sistema de campos se prolong¨® hasta 1942, y los batallones de trabajadores, hasta mediados los a?os cincuenta-, Rodrigo los ha cifrado en un m¨ªnimo de 367.000, que pueden llegar hasta el medio mill¨®n si se suman los 140.000 prisioneros hechos durante la ofensiva de la victoria, contabilizados por Alberto Reig Tapia.
A pesar de que el Ej¨¦rcito franquista pretendi¨® crear una red estable y coherente de campos, no lo consigui¨®, seg¨²n Rodrigo. Las causas est¨¢n en la cantidad ingente de presos de guerra y la misma realidad b¨¦lica, que supuso 'la victoria de la improvisaci¨®n, el triunfo de lo funcionalista frente a las intenciones totalitarias'.
Algunos datos aportados por Rodrigo acerca del hacinamiento de algunos campos son ilustrativos. En julio de 1938, por ejemplo, en La Magdalena (Santander) se contaban 1.600 presos, un 266,6% por encima de su capacidad. En Miranda de Ebro eran 2.810 presos, m¨¢s de un 234% por encima de su capacidad. Y as¨ª en la mayor¨ªa de los campos de la Inspecci¨®n de Campos de Concentraci¨®n de Prisioneros (ICCP), creada en julio de 1937 bajo la dependencia de facto, seg¨²n Rodrigo, del cuartel general de Francisco Franco. La propia ICCP lleg¨® a recomendar el cierre de nueve campos por falta de agua y letrinas.
Funci¨®n represiva
Pero esta realidad de 'colapso administrativo' no impidi¨® que los campos cumplieran con su funci¨®n represiva y que en ellos se dejaran sentir 'las tendencias de grado totalitario en el trato a los prisioneros de guerra'. Fue sobre todo en los a?os 1938 y 1939, seg¨²n Rodrigo: 'No s¨®lo por las pruebas que de ello nos dan la inquietante presencia de agentes de la Gestapo en San Pedro de la Carde?a o las demenciales investigaciones sobre psiquismo marxista y la pureza de la raza hisp¨¢nica del Gabinete de Investigaciones Psicol¨®gicas de Vallejo-N¨¢gera, sino tambi¨¦n por el endurecimiento de las condiciones de vida en los campos, el mantenimiento a veces indefinido del internamiento, y por la articulaci¨®n de programas de reeducaci¨®n ideol¨®gica, moral y religiosa sobre los prisioneros', seg¨²n el historiador, que ofrece parte de sus trabajos en la p¨¢gina web www.riomon.com.
El congreso, que se clausura ma?ana en el Museo de Historia de Catalu?a, ha recibido m¨¢s de 70 comunicaciones de historiadores. Ayer intervinieron tambi¨¦n la fil¨®loga Mar¨ªa Campillo (Universidad Aut¨®noma de Barcelona, UAB), con una ponencia sobre la literatura concentracionaria, y el historiador Francesc Vilanova (UAB), quien rastre¨® las huellas de los miles de refugiados espa?oles en Francia que, tras la Guerra Civil, se vieron pr¨¢cticamente forzados a entrar a trabajar en batallones y terminaron internados en los campos nazis 'con el silencio c¨®mplice criminal' de las autoridades del r¨¦gimen franquista.
La sesi¨®n inaugural, a cargo del historiador de la Universidad de Perpi?¨¢n Michel Leiberich, se convirti¨® en una llamada a la responsabilidad compartida de historiadores, creadores de opini¨®n y pol¨ªticos a la hora de dar a conocer, sin exclusiones, la verdad sobre los campos de concentraci¨®n: 'Es urgente y necesario para evitar los tics de totalitarismo que pueden aparecer en cualquier sistema democr¨¢tico'. El historiador subray¨® que 'las dictaduras, los totalitarismos y los periodos oscuros no pueden desaparecer ahogados en transiciones amn¨¦sicas', y apel¨® a transformar el resultado de las investigaciones de los historiadores en 'armas eficaces contra las corrientes totalitarias y antidemocr¨¢ticas'.
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