El rompecabezas de los dragos empieza a resolverse
El drago, el t¨ªpico ¨¢rbol canario, tiene a los bot¨¢nicos de sorpresa en sorpresa. Para empezar, Dracaena draco, la especie m¨¢s conocida en Espa?a, no es tan exclusivo de la macaronesia -Canarias, Madeira, Cabo Verde y tal vez Azores- como se cre¨ªa: en 1997, un bot¨¢nico franc¨¦s y otro marroqu¨ª describieron una poblaci¨®n de miles de estos ¨¢rboles en un lugar rec¨®ndito y escarpado del Atlas. Pero, adem¨¢s, resulta que D. draco no es el ¨²nico drago que hay en Canarias. Cient¨ªficos canarios han descubierto recientemente otra especie en la isla de Gran Canaria. Ahora todo son preguntas en torno a estos ¨¢rboles de hojas puntiagudas: ?Por qu¨¦ el drago de Gran Canaria no est¨¢ en las dem¨¢s islas? ?Por qu¨¦ se parece m¨¢s a los del este de ?frica que al de Tenerife y Marruecos? ?C¨®mo y cu¨¢ndo se produjo la especiaci¨®n? Las hip¨®tesis que lo explican se remontan al mioceno, cuando el S¨¢hara era un vergel.
Se han descubierto dragos en Marruecos y en la isla de Gran Canaria
Hace entre 20 y cinco millones de a?os, las costas del Mediterr¨¢neo se cubr¨ªan de laurisilva
Arnoldo Santos, del Instituto Canario de Investigaciones Agrarias (ICIA), fue el primer bot¨¢nico espa?ol en visitar los dragos de Marruecos, que est¨¢n en las gargantas del r¨ªo Umarhuz, a unos 400 kil¨®metros de la isla de Lanzarote. 'El paisaje es impresionante. Es un lugar aislado, entre zonas muy visitadas tradicionalmente por los bot¨¢nicos. Es una garganta, con paredes de 200 a 1.500 metros de altura, y los dragos est¨¢n encaramados en los riscos, en lugares completamente inaccesibles, a salvo de las cabras'. En la zona hay otras especies end¨¦micas de Canarias, como los veroles, pero tambi¨¦n encinas y madro?os, algarrobos y laureles, seguramente mucho m¨¢s comunes en el pasado. 'Gracias a la peculiar topograf¨ªa de la zona y al microclima que all¨ª se genera, esta vegetaci¨®n representa el ¨²ltimo relicto de una paleoflora de incalculable valor ecol¨®gico', explica L¨¢zaro S¨¢nchez Pinto, del Museo de Ciencias Naturales de Tenerife, en un art¨ªculo sobre el hallazgo de los dragos.
Por supuesto, la poblaci¨®n local, sobre todo pastores, conoc¨ªa los ¨¢rboles. No as¨ª los bot¨¢nicos, que a¨²n ahora se maravillan. 'Es asombroso que a estas alturas hubiera pasado inadvertida una poblaci¨®n de miles de dragos', afirma Fernando G¨®mez Manzaneque, de la Escuela de Montes de la Universidad Polit¨¦cnica de Madrid, que por puro placer los ha visitado este verano. Por su parecido con Dracaena draco de Canarias, los descubridores del drago marroqu¨ª lo consideraron una subespecie, y lo bautizaron Dracaena draco-ajgal. Ajgal es el t¨¦rmino bereber para estos ¨¢rboles y significa 'el que crece en lo alto'.
El panorama de los dragos a¨²n se enriqueci¨® m¨¢s cuando en 1998 dos bi¨®logos y un ge¨®grafo canarios descubrieron otra especie en el sur de Gran Canaria. Sus caracter¨ªsticas son tan distintas de D. draco, que al principio sus descubridores no estaban seguros siquiera de que perteneciera al mismo g¨¦nero, 'pero luego vimos otras especies de drago de Arabia y nos dimos cuenta de que se parec¨ªa mucho', explica ?guedo Marrero, del Jard¨ªn Bot¨¢nico Viera y Clavijo, en Gran Canaria. Finalmente lo bautizaron Dracaena tamaranae. Sus hojas son m¨¢s duras y afiladas que las de D. draco; son acanaladas en vez de planas y de color m¨¢s gris¨¢ceo. Sus frutos y flores son m¨¢s peque?os y se ramifican de forma distinta. ?C¨®mo no lo hab¨ªa visto nadie antes? Los autores dan varios motivos: la inercia de creer que s¨®lo pod¨ªa ser drago com¨²n; el hecho de que, como los dragos de Marruecos, est¨¦ en lugares donde se accede escalando, y, simplemente, que hay muy pocos ejemplares. 'Todo este c¨²mulo de circunstancias explica el inicial desconcierto que produjo la noticia de nuestro descubrimiento', en palabras de otro de los descubridores, el ge¨®grafo Rafael Almeida. En el mismo art¨ªculo cient¨ªfico donde describen la nueva especie, Marrero, Almeida y Manuel Gonz¨¢lez pidieron la inclusi¨®n de D. tamaranae en el Cat¨¢logo Nacional de Especies Amenazadas. Hoy quedan unos 80 ejemplares, y los bot¨¢nicos han advertido que desde que se tomaron las primeras muestras en 1994 ninguna de las floraciones ha producido frutos. 'Este a?o parece que va bien', dice Marrero. No obstante, las primeras muestras recogidas ya han permitido su cultivo en varios jardines bot¨¢nicos e incluso 'unos primeros intentos de reforestaci¨®n', explica este experto.
Otra cuesti¨®n a la que se enfrentan los bot¨¢nicos es la relaci¨®n de parentesco entre todos estos ¨¢rboles. En el mioceno, hace entre 20 y 5 millones de a?os, en el S¨¢hara hab¨ªa bosques, y las costas del antiguo Mediterr¨¢neo -el llamado mar de Tetis- y buena parte del sur de Europa estaban cubiertas de laurisilva, el tipo de bosque que ahora se da exclusivamente en la macaronesia. As¨ª, los dragos habr¨ªan ocupado todo el norte de ?frica y tambi¨¦n parte del sur de Europa. Pero con el proceso de desecaci¨®n del S¨¢hara los dragos quedaron confinados en unos pocos reductos de clima favorable. 'Los que quedan son casi como dinosaurios vivos', dice Marrero.
Otra evidencia a favor de esa hip¨®tesis es el hecho de que D. draco (el drago t¨ªpico de Canarias) y D. tamaranae (el exclusivo de Gran Canaria) se parecen menos entre s¨ª que a otras especies hoy m¨¢s distantes geogr¨¢ficamente. 'Esto significa que cualquiera de las especies de drago pudo estar a un lado o a otro del continente africano. Y adem¨¢s quiere decir que hubo dos entradas de dragos en Canarias, hecho bastante raro en el proceso de colonizaci¨®n de islas oce¨¢nicas', dice Marrero.
En el Bot¨¢nico Viera y Clavijo se aspira ahora a comparar enzimas de las distintas especies de dragos, para intentar establecer relaciones de parentesco evolutivo.
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