El club de los nuevos 'amos de casa'

A Victoriano P¨¦rez Gonz¨¢lez no le da verg¨¹enza admitir que durante 36 a?os su esposa ha sido casi como su esclava. Siempre pendiente de cada detalle de la casa. Desde la comida hasta el bot¨®n que hay que coser o la ropa que hay que planchar o el dobladillo de un pantal¨®n que hay que coger. Y gratis. 'Ella no me lo ha dicho, pero yo la he visto y lo he sentido', dice Victoriano, de 66 a?os.

Es jueves. Victoriano lleva un delantal de cocina y sostiene una vistosa libreta de apuntes. Con atenci¨®n sigue cada detalle de las clases que imparte un profesor de cocina. La meta hoy es explicar a un grupo de 15 hombres c¨®mo se prepara una lasa?a para cuatro personas. La clase transcurre en la escuela infantil Polichinela, en San Fernando de Henares, y forma parte de un curso que lleva por t¨ªtulo Atr¨¦vete con la casa, una iniciativa del Ayuntamiento de esta localidad, gobernado por IU, que busca concienciar a los hombres del pueblo de la importancia de compartir las tareas dom¨¦sticas.

'Mi madre fue una esclava de mi padre y de sus hijos. Y mi mujer tambi¨¦n', dice uno de los asistentes

'Mi madre fue una esclava de mi padre y de sus hijos. Y mi mujer tambi¨¦n', dice Victoriano con cierto aire de resignaci¨®n. Pero a juzgar por sus palabras y su actitud, parece que est¨¢ dispuesto a cambiar la situaci¨®n. 'Las mujeres nos han hecho siempre todas las tareas y han estado sometidas. Y nosotros no lo hemos sabido apreciar. Ahora me doy cuenta y quiero repararlo', comenta Victoriano justo en el mismo momento en que el profesor explica la importancia de escoger una buena marca de tomate frito para que la lasa?a salga perfecta. 'Pero m¨¢s que la cocina me interesa saber c¨®mo se cose un bot¨®n y c¨®mo se coge el bajo de un pantal¨®n', dice Victoriano.

Durante toda su vida, a este hombre le han dicho que las mujeres estaban destinadas a ejercer las tareas de casa y los hombres a trabajar fuera de ella. Victoriano sigui¨® a pie juntillas aquel legado, pero hoy se arrepiente. 'Yo trabajaba para Renfe y por mis horarios nunca pod¨ªa hacer nada en casa. A veces hac¨ªa la cama, pero a medias. Ahora que llevo dos a?os jubilado, he decidido apuntarme a este curso para darle una alegr¨ªa a mi mujer. Ella no se lo cree pero s¨¦ que al final le va a emocionar. Aunque siempre me pregunta: 'A estas alturas y tan mayor, ?t¨² crees que vas a aprender algo?' Y yo le respondo: 'A m¨ª no me da ninguna verg¨¹enza venir a estas cosas porque de mayor ya he aprendido mucho. Y las cosas que no hice de joven las aprendo ahora. Todo es querer. Eso es todo', dice Victoriano.

En el curso Atr¨¦vete con la casa Victoriano es uno de los participantes de mayor edad. Pero junto a ¨¦l hay 14 hombres m¨¢s que comparten tambi¨¦n la idea de que las tareas dom¨¦sticas no se hicieron s¨®lo para las mujeres. Hay participantes con edades entre los 18 y los 73 a?os.

Trabajadores, pensionistas, casados, divorciados, parados, cualquiera tiene la posibilidad de participar en esta iniciativia. 'Yo vine porque quer¨ªa tener conocimientos nuevos. Estoy casado desde abril pero vivo con mi mujer desde hace ocho a?os', cuenta Luis Garc¨ªa M¨ªnguez, un hombre de 27 a?os que ahora se encuentra en paro. Luis admite que las tareas dom¨¦sticas no se le daban bien. 'Me pon¨ªa muy nervioso', reconoce. A su mujer no le sentaba nada bien esa situaci¨®n, porque en alg¨²n momento tuvo que asumir todas las responsabilidades de casa: no s¨®lo trabajar, sino tambi¨¦n las tareas dom¨¦sticas. Pero Luis quiere que la situaci¨®n cambie: 'Nosotros somos cuatro hermanos y durante a?os tuve que ver a mi madre haci¨¦ndolo todo. Mi padre jam¨¢s hizo nada en casa porque ten¨ªa que trabajar y mi madre tampoco permit¨ªa que nosotros le ayud¨¢ramos. Ahora pienso que las actividades dom¨¦sticas son tarea de dos. Si mi mujer trabaja y yo estoy en casa lo l¨®gico es que ayude un poco y no est¨¦ todo el tiempo toc¨¢ndome las narices', dice Luis.

Su mujer, seg¨²n cuenta Luis, est¨¢ cada vez m¨¢s feliz desde que se convirti¨® en realidad la idea de participar en el curso del Ayuntamiento de San Fernando. De vez en cuando no falta uno que otro comentario despectivo de sus amigos, pero Luis est¨¢ dispuesto a superarlo. 'Ellos [los amigos] se cachondean porque me dicen que esto es una tonter¨ªa, pero yo he decidido venir aqu¨ª y me da lo mismo cualquier comentario', se?ala. Al terminar el curso, la esperanza de Luis, como la de Victoriano, es poder 'dar la talla' en casa y desterrar para siempre la idea de que las actividades dom¨¦sticas se hicieron s¨®lo para las mujeres.