La palabra absuelta
No abundan los dramaturgos de la palabra capaces de escribir guiones de cine de la envergadura de El sirviente, El mensajero o La mujer del teniente franc¨¦s, ya que prefieren especializarse en los culebrones de cocina por entregas. Pero Harold Pinter (Londres, 1930) es singular tambi¨¦n por otros atributos de su obra, como su facilidad para hacer creer que habla siempre de lo mismo (el lenguaje como expresi¨®n err¨®nea de las relaciones ps¨ªquicas de poder), cuando en realidad es capaz de a?adir ese tipo de variaciones que bien pueden desfigurar lo que se conoce como tema hasta hacerlo desaparecer, y hasta es posible que en ese objetivo haya cifrado su m¨¢xima ambici¨®n art¨ªstica.
Antonio D¨ªaz Zamora recurre a una puesta en escena a medio camino entre la aparente intemporalidad de Chejov y la modernidad sobrecargada de Ingmar Bergman para dar cuenta de dos breves textos, casi unos entremeses, donde destaca el juego con el uso del singular y del plural en Nit, mientras la pareja protagonista se columpia literalmente en la reconstrucci¨®n fingida de sus recuerdos, al que sigue un mon¨®logo m¨¢s brillante que inteligible, tal y como est¨¢ montado. La habilidad del dispositivo esc¨¦nico, cabe suponer que compartida por el director, es que estos dos episodios iniciales discurren sucesivamente en los extremos de un escenario central que se reserva como espacio para La col.lecci¨®, el plato fuerte del montaje, que a su vez est¨¢ dividido en dos espacios m¨¢s o menos sim¨¦tricos de actuaci¨®n.
Nit, Mon¨°leg, La col.lecci¨®
De Harold Pinter, en versi¨®n de Juan V. Mart¨ªnez Luciano. Int¨¦rpretes, Angela Castilla, Juanjo Prats, Carles Sanjaime, Rafa Alarc¨®n. Vestuario, Joan Miquel Reig. Iluminaci¨®n y Espacio esc¨¦nico, Carles Alfaro. Direcci¨®n, Antonio D¨ªaz Zamora. Espai Moma. Valencia.
El peso del dispositivo espacial tiene un peso excesivo en relaci¨®n con unos textos que no proponen nada distinto a la verificaci¨®n de la palabra y a la relaci¨®n de lo dicho con lo que en verdad pudo suceder. En ese sentido, pese a la inutilidad esc¨¦nica de los tiempos muertos para la pareja a ratos no actuante en la pieza principal del espect¨¢culo, hay que se?alar que en el montaje de este texto central est¨¢ casi todo lo que Pinter quiso decir, excepto quiz¨¢s en el uso de los silencios, y que es ah¨ª, cuando el actor debe preservar su aliento en escenas de larga duraci¨®n, donde m¨¢s se deja ver la afortunada direcci¨®n de D¨ªaz Zamora, tanto en la distracci¨®n contenida de Angela Castilla como en los enfados controlados de Juanjo Prats, con un Carles Sanjaime que quiz¨¢ compone aqu¨ª la m¨¢s ajustada de sus actuaciones. Pinter es Pinter (el brit¨¢nico m¨¢s beckettiano despu¨¦s del irland¨¦s afrancesado), y Espai Moma se convierte esta temporada en su profeta. La primera entrega pasa el aprobado sin alcanzar el notable. Un resultado natural en relaci¨®n con la envergadura de la apuesta.
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