El Madrid se acuerda de Figo
Sin nadie capaz de regatear y de buscar la l¨ªnea de fondo, el equipo de Del Bosque concedi¨® el empate al tenaz Villarreal
El Madrid ha pasado p¨¢gina en la temporada. La comenz¨® con un concurso de juegos florales y ahora est¨¢ en el barro de la Liga, donde se encuentra con rivales como el Villarreal, equipo discreto, pero extremadamente tenaz. No le concedi¨® un metro al Madrid, que tampoco lo busc¨®.
REAL MADRID 1| VILLARREAL 1
Real Madrid: Casillas; Salgado, Hierro, Helguera, Roberto Carlos; Cambiasso, Makelele; McManaman (Solari, m. 64), Guti (Ra¨²l, m. 56), Zidane; y Ronaldo (Morientes, m. 70). Villarreal: Reina; Quique ?lvarez (Reyes, m. 75), Berruet, Ballesteros, Arruabarrena; Belletti, Senna, Quique Medina, Jorge L¨®pez (Guayre, m. 71); V¨ªctor (Gracia, m. 89) y Mart¨ªn Palermo. Goles: 1-0. M. 23. Apertura a Zidane, sin marcaje a la izquierda del ¨¢rea, y el franc¨¦s acierta con un gran tiro cruzado, con la pierna izquierda, a la escuadra. 1-1, M. 47. Jorge L¨®pez cae en el ¨¢rea al entrarle Makele y ¨¦l mismo aprovecha el penalti. ?rbitro: Carmona. Amonest¨® a Jorge L¨®pez, M¨ªchel Salgado, Helguera, Arruabarena y Ballesteros. 70.059 espectadores en el estadio Bernab¨¦u y 402.000 euros de recaudaci¨®n.
En un pesad¨ªsimo ejercicio de pases al pie y desprecio del juego por los costados, el Madrid se ofusc¨® de mala manera, para mayor gloria de Ballesteros y Berruet, dos jornaleros del f¨²tbol que despejaron uno por uno todos los centros sobre el ¨¢rea del Villarreal. Centros malos, por otra parte, pues nadie se dign¨® a regatear a nadie, hasta el punto de que el ganador del partido no fue otro que Figo. No jug¨®, pero el Bernab¨¦u le ech¨® de menos. La gente quer¨ªa un extremo, pero se encontr¨® con McManaman. Y no es lo mismo, para qu¨¦ enga?arse.
Esta vez no se le discuti¨® al Madrid su capacidad de trabajo, puesta en duda durante las ¨²ltimas semanas. El equipo se entreg¨® a la causa con energ¨ªa y pocas ideas. Y hasta se le vio con cierta ¨¦pica en la segunda parte, cuando entraron Ra¨²l, Solari y Morientes. Fueron unos cambios de una sensatez intachable, a la vista del p¨¦simo partido de Guti, McManaman y Ronaldo. El Madrid atac¨® entonces con todo, pero atac¨® mal, sin criterio y con nervios, persuadido por primera vez en la temporada de que la Liga no ser¨¢ un paseo militar. Puede que sea todo lo contrario: una de esas inciertas temporadas que miden el estado nervioso de la hinchada con su equipo. Los primeros avisos se escucharon ayer. Algunos silbidos, cr¨ªticas a ¨¦ste y a aqu¨¦l, un comecome general que se prolong¨® hasta el final del encuentro. Tras el empate, el Madrid sabe muy bien que ahora le toca picar piedra.
El juego fue malo casi siempre, pero con dos partes muy distintas. En el primer tiempo se vieron dos goles y nada m¨¢s; en el segundo hubo la pasi¨®n necesaria para convertir el pesti?o en algo potable. Al Madrid le falt¨® claridad y desmarque para superar al Villarreal, cuya mejor cualidad fue la entereza. Acab¨® refugiado en su ¨¢rea, pero ni entonces descompuso la figura, con todo el mundo achicando agua. De juego estuvo escaso. No le funcionaron V¨ªctor y Jorge L¨®pez, dos ¨¢giles jugadores, de los que suelen poner en problemas a la defensa madridista. En cambio, Belletti funcion¨® como un reloj por su lado, siempre a la espalda de Roberto Carlos, obligado a jugar con el retrovisor. Si se lanzaba a sus habituales aventuras, sab¨ªa que detr¨¢s se le abr¨ªa un agujero con Belletti. Y si permanec¨ªa como lateral, el Madrid perd¨ªa al ¨²nico jugador capaz de desbordar. As¨ª aguant¨® el hombre durante todo el partido, sometido a la duda met¨®dica.
Sin desborde y sin Ra¨²l, el Madrid fue v¨ªctima en el primer tiempo de su estilo moroso. La gente acarreaba la pelota y se la daba a otro, que hac¨ªa lo mismo, una cosa bastante pelma. S¨®lo hubo un destello, el gol de Zidane, autor de un zurdazo violent¨ªsimo que sorprendi¨® a Reina. Parec¨ªa que Zidane ten¨ªa el destino del partido, pero se apag¨® pronto. Otros no aparecieron, caso de Ronaldo y Guti, que no mezclan bien por ahora. El problema era aritm¨¦tico: entre los que jugaban mal, los que prefer¨ªan no jugar y los que no pod¨ªan hacerlo -Figo y Ra¨²l-, al Madrid le quedaban muy pocas soluciones. Y menos a¨²n despu¨¦s del penalti que hizo Makelele a Jorge, una falta absurda de la que no se recuper¨® el Madrid.
Estaba clar¨ªsimo que Del Bosque tendr¨ªa que sacar a toda la caballer¨ªa. Entraron Ra¨²l, Solari y Morientes, con resultados evidentes. El Madrid comenz¨® a jugar cada vez m¨¢s cerca del ¨¢rea, donde Ballesteros y Berruet se multiplicaban en los despejes. Era conmovedor ver a Ballesteros hecho un pr¨ªncipe del fair play, hasta con detalles de clase. Pero finalmente le sali¨® el pegador que lleva dentro en una patada muy fea a Zidane, que temi¨® por sus ligamentos. Fue una forma de decir que uno no es Ballesteros por nada. La fama, la mala fama en este caso, hay que trabajarla, como todo en la vida.
Mientras se estrechaba el cerco del Madrid, ocurri¨® lo de costumbre: un contragolpe, un remate a quemarropa y el milagro de Casillas, que despej¨® con los pies el cabezazo de Palermo. Fue la ¨²nica noticia del ataque del Villarreal y el principio de un largo asedio del Madrid, con una ocasi¨®n desperciciada por Cambiasso -fall¨® un tiro sin portero-, un par de remates de Morientes y un tiro al palo de Roberto Carlos en los ¨²ltimos instantes. Subi¨® la marea hasta el cuello del Villarreal, pero no paso de ah¨ª, quiz¨¢ porque en esos momentos Zidane no tuvo la presencia necesaria. Y tambi¨¦n porque nadie regateaba a nadie. O sea, porque Figo estaba en la grada.
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