Eduard Cort¨¦s suaviza con inteligencia y tacto un ¨¢spero asunto en 'La vida de nadie'
Tiene altura el concurso de esta Seminci. Y esto es para la pel¨ªcula espa?ola La vida de nadie un indicio exterior que a?adir a los abundantes indicios interiores de que hay en ella cine inteligente y bien hecho. La dirige el debutante Eduard Cort¨¦s y la protagonizan Jos¨¦ Coronado, que sigue en buena racha, y Adriana Ozores, que, junto a Marta Etura, dan a Coronado una magn¨ªfica r¨¦plica. Y el notable filme hace cre¨ªble a un retorcido y amargo -pero endulzado con sagacidad- personaje tra¨ªdo a la vida espa?ola desde un abismo de la cr¨®nica negra francesa.
El caso -cuya brutal l¨®gica crea horror y perplejidad en grado extremo- de Jean Claude Romand ha disparado de forma casi simult¨¢nea los mecanismos de tres pel¨ªculas, las francesas El adversario, que es una obra irrelevante, dirigida por Nicole Garc¨ªa; El empleo del tiempo, que es una excelente introspecci¨®n en la negrura del personaje, dirigida por Laurent Cantet, y ahora ¨¦sta, La vida de nadie, que traslada a Madrid, y barre casi todas sus angulaciones sanguinarias, el aterrador suceso en el que aquel buen burgu¨¦s asesin¨® a sus padres, a sus hijos y a su mujer cuando le fue imposible seguir ocult¨¢ndoles que no se hab¨ªa dedicado nunca a nada y, d¨ªa tras d¨ªa, deambulaba de un lado a otro para llenar su tiempo y simular ocupaciones, pero viviendo de enga?os y sablazos.
El espanto del caso Romand se deriva de su condici¨®n de pozo, de abismo, de infierno cotidiano con una rara, casi insoportable, capacidad turbadora, pues radiograf¨ªa algunas esquinas escondidas del comportamiento arraigadas en modelos de vida en los que la simulaci¨®n, la mentira desplegada como estrategia de sostenimiento de la identidad, son pan cotidiano y afectan a todo el mundo. Eduard Cort¨¦s rebaja la mort¨ªfera electricidad de esa introspecci¨®n y casi convierte la ¨¢spera y seca tragedia en una suave y jugosa comedia con final duro e infeliz. Es l¨ªcito lo que hace, pues, aunque escamotea algunas negruras inesquivables, las compensa con el a?adido de la cercan¨ªa, pues el personaje que borda Jos¨¦ Coronado es un tipo com¨²n, identificable, amistoso, cuyas mara?as de trolas y enga?os nos resultan familiares, ya que conocemos o hemos vivido alg¨²n caso similar.
Dice Cort¨¦s: 'No me interesa el aspecto patol¨®gico del personaje, ni las causas psicol¨®gicas de su tragedia. Pero me fascinaron sus emociones y sus miedos, esos instantes en que lograba huir de sus mentiras, liberarse de ellas y dejar de ser por un instante el ser monstruoso que era. Estoy convencido de que en los parques, aparcamientos y bibliotecas hay gente como ¨¦l, que fingen vidas falsas'. Es sagaz e inteligente esta reducci¨®n a levedad de la gravedad del asunto. El vidrioso suceso, aunque pierda hondura, se hace as¨ª m¨¢s manejable y entra a formar parte del aparato orientativo com¨²n. Y lo que la pel¨ªcula pierde en fuerza de convulsi¨®n lo gana en ejemplaridad, pues nos es posible meternos en la piel del personaje, ya que alguna vez hemos estado fugazmente dentro de ella.
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