'Hern¨¢n Cort¨¦s fue maquiav¨¦lico, pero fund¨® y alent¨® el mestizaje'
Una nueva biograf¨ªa de Hern¨¢n Cort¨¦s (1485-1547), la del hispanista franc¨¦s Bartolom¨¦ Bennassar (N?mes, 1929), coincide con la del mexicano Juan Miralles: ni fue un ogro ni un loco, sino un hombre extraordinario y carism¨¢tico con defectos y virtudes. El autor de El conquistador de lo imposible (Temas de Hoy) afirma: 'Fue cruel cuando hizo falta y maquiav¨¦lico siempre. Pero tambi¨¦n genial a ratos, emprendedor y moderno para su ¨¦poca'.
Hijo de un mallorqu¨ªn emigrado a Francia en 1918, disc¨ªpulo del gran Fernand Braudel, Bennassar sigui¨® el rastro de Cort¨¦s durante dos a?os, y el resultado es un libro fascinante, rara mezcla de pasi¨®n y ecuanimidad.
Pregunta. Utiliza usted fuentes distintas a las de Miralles, y mira a Cort¨¦s desde lo global (la pol¨ªtica o la religi¨®n de la ¨¦poca) y lo privado (sus mujeres, sus negocios personales). Todo, para llegar a conclusiones id¨¦nticas.
Respuesta. S¨ª, es curioso. Discrepo del m¨¦todo de Miralles en algunas cosas, pero coincido en lo b¨¢sico: Cort¨¦s fue el fundador del M¨¦xico actual, destruy¨® un mundo para crear otro y ejecut¨® a miles de personas. Pero no tuvo m¨¢s remedio. Si hubiera podido conquistar pac¨ªficamemente, lo hubiera hecho. Siempre consider¨® a M¨¦xico un pueblo igual en raz¨®n, arte y organizaci¨®n al europeo. Am¨® mucho a ese pa¨ªs.
P. Mayormente a las mujeres.
R. S¨ª, empezando por La Malinche (o Malin-Tzin, o Do?a Marina), su primera mujer y genial int¨¦rprete, y acabando por la hija de Moctezuma, madre de su hija Isabel. Una falda graciosamente llevada lo volv¨ªa loco, est¨¢ claro. Era pol¨ªgamo. Pero no s¨®lo protagoniz¨® el mestizaje: lo promulg¨® y lo alent¨®. Es decir, que aplic¨® a ese defecto su capacidad prof¨¦tica para ver a largo plazo, su maquiavelismo. Sab¨ªa que eran muy pocos espa?oles para tantos mexicanos, y que si no se mezclaban no ser¨ªa posible conquistarlos. As¨ª que hubo muchos concubinatos, muchos matrimonios y muchos amores ileg¨ªtimos. No era raro el soldado con seis hijos espa?oles y ocho mestizos.
P. Y les conced¨ªan t¨ªtulos.
R. Para conservar la nobleza ind¨ªgena. Tras una rebeli¨®n en Panuco, al norte de Veracruz, el capit¨¢n Gonzalo de Sandoval ejecut¨® a 460 se?ores, pero luego mantuvo los se?or¨ªos a los hijos. As¨ª naci¨® la aristocracia hispano-mexicana.
P. ?Quiz¨¢ lo peor de Cort¨¦s era su tropa, sus secuaces?
R. Sus tenientes no ten¨ªan su visi¨®n pol¨ªtica, desde luego, y cuando ¨¦l se fue a sofocar la rebeli¨®n de P¨¢nfilo de Narv¨¢ez, ellos perpetraron la matanza del Templo Mayor. Pero cuando Cort¨¦s reconquist¨® Tenochtitl¨¢n y la ciudad fue destruida, la reconstruy¨® en el mismo sitio y mantuvo su nombre original, un caso ¨²nico.
P. S¨ª: un imperio, una religi¨®n.
R. Cort¨¦s rechaz¨® la religi¨®n de los ind¨ªgenas por los sacrificios humanos. El cristianismo, despu¨¦s de Trento, no los toleraba. Pero su soldado, el magn¨ªfico cronista de la conquista Bernal D¨ªaz del Castillo, que respetaba mucho a los indios, tampoco pod¨ªa soportar la repulsi¨®n al ver aquello.
P. ?Y qu¨¦ hizo Cort¨¦s con las lenguas ind¨ªgenas?
R. No las aprendi¨®, pero enseguida sinti¨® la necesidad de entenderlas, con la mediaci¨®n de Jer¨®nimo de Aguilar y de Malinche. Ella fue clave: le explic¨® las divisiones entre los distintos pueblos, sin las cuales no hubiera podido triunfar. Y muy pronto, en 1522, Cort¨¦s pidi¨® al rey 12 curas franciscanos, que aprendieron las lenguas e hicieron gram¨¢ticas y diccionarios.
P. O sea que, entre h¨¦roe y villano, todos los matices.
R. S¨ª. Era un genio espont¨¢neo en lo militar. Un pol¨ªtico prof¨¦tico, excelente. Y seg¨²n he descubierto en los archivos mexicanos, un hombre de negocios de altos vuelos: import¨® la ca?a y los molinos de az¨²car con ¨¦xito y las moreras y la seda; se le dio bien la cultura del trigo y la ganader¨ªa vacuna, lanar y porcina. Compr¨® minas de plata y las explot¨® racionalmente... Entre lo menos halag¨¹e?o, fue un predador de mujeres: las usaba y las tiraba. Y las ejecuciones masivas. Pero, en fin, tampoco los imperios modernos son mucho m¨¢s amables, ?no?
Babelia
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