Hijo o hija
El Gobierno brit¨¢nico y la Autoridad en Embriolog¨ªa y Fecundaci¨®n Humana del Reino Unido han decidido plantear un debate p¨²blico sobre la conveniencia de autorizar de forma general, sin que medien razones m¨¦dicas, la elecci¨®n del sexo de los hijos por parte de los padres. Y han vuelto a expresarse las mismas cautelas que cuando naci¨®, ahora va a hacer un cuarto de siglo, Louise Brown, el primer ser humano concebido fuera del ¨²tero de su madre.
En aquel momento se levantaron multitud de voces opuestas a una tal intervenci¨®n en el proceso natural de la concepci¨®n augurando males sin cuento. Pero la se?ora Brown pudo tener as¨ª un beb¨¦ fruto de la uni¨®n de uno de sus ¨®vulos con un espermatozoide de su marido, a pesar de su infertilidad. Hoy hay cientos de miles de parejas en el mundo que han podido ver cumplidos sus deseos de tener descendencia superando diversas formas de infertilidad mediante las t¨¦cnicas de reproducci¨®n asistida. Y, desde entonces, el avance en estas t¨¦cnicas y las demandas sociales que van surgiendo a medida que se crean nuevos medios terap¨¦uticos han obligado a reconsiderar las ideas convencionales propias de un mundo en el que ni siquiera pod¨ªan imaginarse estas posibilidades.
La elecci¨®n del sexo de los hijos es una de esas posibilidades abiertas hoy. En la mayor¨ªa de los pa¨ªses occidentales, Espa?a incluida, es legal s¨®lo para evitar la aparici¨®n de enfermedades que, como la hemofilia, est¨¢n ligadas a uno de los sexos, pero est¨¢ prohibido cuando no hay razones terap¨¦uticas que as¨ª lo aconsejen. El criterio de no intervenci¨®n en los designios de la naturaleza, que algunos aducen para oponerse a la elecci¨®n del sexo de los hijos, no puede, en rigor, ser determinante al respecto, ya que la entera sociedad humana, incluida la sanidad, las ciudades o la tecnolog¨ªa, se apoya en la modificaci¨®n de las condiciones de vida naturales. Las razones en uno u otro sentido deben buscarse, por el contrario, en las consecuencias de nuestras decisiones para esa sociedad humana.
En el caso de la fecundaci¨®n asistida no se ha producido ninguna de las consecuencias catastr¨®ficas previstas por los agoreros hace 24 a?os, sino que ha supuesto una soluci¨®n profundamente humana al problema de infertilidad natural de muchas personas. En el caso que nos ocupa, la consecuencia m¨¢s grave ser¨ªa la ruptura del equilibrio demogr¨¢fico y la preponderancia de algunos de los sexos. En Estados Unidos s¨®lo una minor¨ªa de parejas se deciden por elegir el sexo de sus hijos y, en general, sirven m¨¢s bien para compensar los desequilibrios entre ni?os y ni?as que se dan en algunas familias. Y esto mismo es lo que ha ocurrido en los casos surgidos en otros pa¨ªses, como el de una mujer espa?ola con cinco hijos varones en Matar¨®, y lo que previsiblemente ocurrir¨¢ en Gran Breta?a.
El problema podr¨ªa surgir en sociedades en las que las mujeres son gravemente discriminadas, lo que se traduce en una preferencia muy marcada por tener hijos varones debido a razones culturales o econ¨®micas. En estos casos ser¨ªa discutible que se generalizara la elecci¨®n de sexo. Pero, a medida que una sociedad supera estas lacras y tiene en la misma consideraci¨®n a los hijos de ambos sexos, parece l¨®gico ir ensanchando, en la medida que la t¨¦cnica lo permita, las posibilidades de elegir.
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