El ahorro en tiempos de tribulaci¨®n
El autor sostiene que el ahorro supone la salvaguardia del crecimiento futuro y de la convergencia europea de Espa?a, m¨¢s a¨²n en tiempos de desaceleraci¨®n de la econom¨ªa.
La sociedad espa?ola, pensando en el futuro, podr¨ªa dejar de atizar la burbuja inmobiliaria
Los datos disponibles confirman la continuidad de una desaceleraci¨®n de la econom¨ªa espa?ola que, con inicio en la segunda mitad del a?o 2000, ha continuado en los meses de 2002 para los que hay informaci¨®n y cuya recuperaci¨®n los analistas m¨¢s confiados no prev¨¦n hasta el comienzo de 2003. Situaci¨®n econ¨®mica vinculada a una baja coyuntura internacional cuyo bar¨®metro es la ca¨ªda m¨¢s o menos permanente de las cotizaciones burs¨¢tiles y que tiene tras de s¨ª la larga correcci¨®n de las exageraciones en la valoraci¨®n de las empresas tecnol¨®gicas -alimentadas adicionalmente por el falseamiento de sus cuentas de resultados-, especialmente en EE UU, la debilidad de la UEM como uni¨®n econ¨®mica y como concepto pol¨ªtico con mayores aspiraciones y la lentitud en el movimiento de recuperaci¨®n de la econom¨ªa japonesa.
Seguramente los hechos objetivos se han aliado con otras circunstancias externas (ambiente preb¨¦lico respecto a Irak, crisis argentina y brasile?a, temor a acciones terroristas tipo 11-S) e internas (la cuesti¨®n vasca, el ambiente de confrontaci¨®n preelectoral y el sentimiento de unos servicios p¨²blicos de baja calidad, entre otros) que amplifican, en el terreno psicol¨®gico a trav¨¦s de los indicadores habituales, la situaci¨®n real mostrando una baja valoraci¨®n sobre el momento que vive la econom¨ªa espa?ola y que de hecho, sin embargo, registra un crecimiento positivo y superior a la media europea, con una creaci¨®n de empleo tambi¨¦n positiva y muy aceptable y con unos desequilibrios en precios que, aunque acentuados, no est¨¢n en este momento ni tan distantes de la media europea ni son tan distintos de los que se registraron en a?os precedentes, aunque, eso s¨ª, difieran sustancialmente de las previsiones oficiales.
Ser¨ªa bueno captar la idea de que la relativa crisis que vive la econom¨ªa espa?ola tiene dos componentes bien distintos: por una parte, un elemento coyuntural, el crecimiento efectivo de la econom¨ªa (en torno a un 2% en tasa anual para 2002), est¨¢ por debajo del crecimiento estimado del PIB potencial (en torno al 3% anual acumulativo en t¨¦rminos reales seg¨²n la OCDE). Por otra parte, un componente m¨¢s permanente derivado de que el nivel de producci¨®n real por habitante de Espa?a sigue siendo m¨¢s bajo que la media europea (84,3%).
Lo primero es fruto de una ralentizaci¨®n en el crecimiento de la demanda global que se viene registrando desde el cuarto trimestre de 2001. Lo segundo -el nivel bajo, en t¨¦rminos comparativos, de la producci¨®n potencial- es consecuencia de una productividad global a¨²n baja que denota carencias de capitalizaci¨®n f¨ªsica y humana, y un escaso desarrollo tecnol¨®gico en nuestra econom¨ªa. La baja coyuntural de la producci¨®n reclama un est¨ªmulo m¨¢s o menos acentuado de la demanda, mientras que el crecimiento a largo plazo para agilizar la convergencia real reclama intensificar el proceso de ahorro-inversi¨®n en la sociedad.
Algunos parecen ver una clara contradicci¨®n entre estos dos objetivos, pero, en mi opini¨®n, es una contradicci¨®n m¨¢s aparente que real.
Estimular la demanda no quiere decir necesariamente presionar al alza sobre un consumo cuya moderaci¨®n actual s¨®lo ha hecho descender la evoluci¨®n de esta variable a tasas m¨¢s razonables que en el pasado inmediato. No es concebible que durante mucho tiempo el consumo familiar est¨¦ creciendo por encima de la renta disponible, porque ello a lo ¨²nico que conduce es a un aumento vertiginoso del endeudamiento familiar que, m¨¢s pronto que tarde, frenar¨¢ la demanda de consumo de los hogares. Mientras el patrimonio familiar no se reconstituya (entre 1994 y 2002 se estima que el endeudamiento familiar ha aumentado un 138%), no habr¨¢ reducci¨®n impositiva ni facilidad crediticia que consiga aumentar la tasa de crecimiento del consumo de las familias. Pero existen otros elementos m¨¢s nobles de la demanda global, como la exportaci¨®n y la inversi¨®n en capital productivo no residencial, cuyo est¨ªmulo ser¨ªa bienvenido; lo que sucede es que esto reclama operar sobre elementos reductores del coste cuya instrumentaci¨®n es m¨¢s compleja y exige reformas de fondo no siempre populares.
Hoy, 31 de octubre, en que la comunidad internacional de las cajas de ahorro celebra convencionalmente el D¨ªa Mundial del Ahorro, podemos, incluso en los tiempos de tribulaci¨®n e incertidumbre que vivimos, seguir proclamando la conveniencia del ahorro como salvaguardia del crecimiento futuro y de la convergencia europea de Espa?a. Un ahorro al que conviene proteger, e incluso estimular. La sociedad espa?ola, pensando en ese futuro, tal vez podr¨ªa dejar de atizar la burbuja inmobiliaria, o replantearse la renuncia impl¨ªcita que se viene haciendo a una calidad aceptable en los servicios p¨²blicos, facilitando as¨ª reducciones impositivas, y poner m¨¢s ¨¦nfasis en elevar la tasa de ahorro, que pervive estancada -d¨¦cima arriba o d¨¦cima abajo- desde 1995, asegurando adem¨¢s la neutralidad fiscal de las distintas colocaciones del ahorro.
Victorio Valle es director general de Funcas.
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