Bibliotecas del futuro
El congreso sobre bibliotecas p¨²blicas que se celebra en Valencia, y que inaugur¨® el Rey el martes, parece confirmar que esa forma de acceso al saber tiene futuro, pero para ello necesita adaptarse a los tiempos. A mediados de los noventa, algunos profetas anunciaron la muerte del libro a manos de Internet. Ya no est¨¢n tan seguros. Como antes ocurri¨® entre la prensa y la radio, y luego entre ¨¦sta y la televisi¨®n, la aparici¨®n de un nuevo medio de acceso al conocimiento no s¨®lo no liquida los anteriores, sino que ayuda a perfeccionarlos. Perdidos en el bosque de la biblioteca infinita de Internet, valoramos la dimensi¨®n humana de las bibliotecas finitas y bien atendidas; si lo est¨¢n.
Las nuevas tecnolog¨ªas dar¨¢n agilidad al funcionamiento de las bibliotecas del futuro, articuladas en grandes y eficientes redes. Los medios audiovisuales pueden acompa?ar a los libros en la oferta. Las nuevas bibliotecas se est¨¢n convirtiendo en un lugar de encuentro, al que las gentes van a leer, pero tambi¨¦n a participar en actividades culturales vinculadas a los libros. Espa?a ha mejorado sensiblemente en este campo, aunque el retraso en relaci¨®n a los pa¨ªses m¨¢s avanzados de Europa sigue siendo considerable.
El peso de la pol¨ªtica de bibliotecas recae en el poder municipal: de las 3.763 bibliotecas que hay en Espa?a, el 94,5% son municipales. Pero su dotaci¨®n sigue siendo muy deficiente, en libros y en servicio. El porcentaje de libros por habitante es de 0,97, frente a 2,23 en el Reino Unido, por ejemplo. Y faltan bibliotecarios profesionales que sepan atraer lectores. El argumento de que en Espa?a se lee poco es equ¨ªvoco: se lee menos porque el est¨ªmulo para hacerlo es insuficiente, como demuestra, en positivo, la experiencia de las bibliotecas de barrio, que han atra¨ªdo lectores donde parec¨ªa no haberlos.
S¨®lo desde un elitismo ignorante se puede pensar que en la sociedad de los medios electr¨®nicos las bibliotecas son prescindibles. Generalmente, los que lo piensan leen poco (y piensan poco). Es verdad que el libro agoniza: tiene los siglos contados.
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