Y t¨², ?qu¨¦ ves en ese cuadro?
Un programa del Museo Thyssen fomenta la participaci¨®n de los escolares para que descubran las obras de los grandes maestros Un programa del Museo Thyssen fomenta la participaci¨®n de los escolares para que descubran las obras de los grandes maestros
Un bigote!', '?Un sombrero!', '?Una barbilla!', responde los escolares cuando se les pregunta qu¨¦ ven en un cuadro cubista. Es el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid y una treintena de escolares, de nueve a?os, est¨¢n sentados en el suelo frente al cuadro El fumador, de Juan Gris. Con los ojos bien abiertos los chavales se empe?an en comprender qu¨¦ se propuso pintar el artista en ese lienzo.
'Este cuadro es como un puzzle. Hay que buscar las piezas. ?Qui¨¦n me cuenta si ve en esta pintura un personaje?', sigue preguntando el coordinador de desarrollo educativo del museo, Rufino Ferreras, mientras ofrece a los alumnos unas cuantas pistas sobre la obra que tienen en frente. Pero eso, s¨®lo pistas, porque deben ser los ni?os los protagonistas de su descubrimiento.
Dependiendo de su edad, los alumnos hacen un recorrido u otro por el Museo Thyssen. Cada itinerario consta de seis cuadros, que son analizados a trav¨¦s de un di¨¢logo entre el monitor y los alumnos. ?l s¨®lo les orienta; nunca impone una lectura fija de la obra.
'Los chicos se sorprenden de ser ellos los que interpretan la pintura. No importa lo que digan. Cada uno debe descubrir el cuadro a su manera. ?Si les cuentas t¨² la pel¨ªcula en vez de que sean ellos los que te la cuenten a ti, se aburren como ostras!', asegura Ferreras.
Entre cuadro y cuadro, los ni?os se acercan corriendo a leer los t¨ªtulos de las obras. El monitor les rega?a: 'Los t¨ªtulos son enga?osos y evitan ver lo que hay verdaderamente en el cuadro, se hace mucho menos emocionante. Los t¨ªtulos s¨®lo los leen los que visitan los museos corriendo'.
El recorrido de un ni?o por un museo siempre es diferente al de un adulto. As¨ª lo explica Ferreras: 'Para empezar, los peque?os ven, f¨ªsicamente, distinto que los mayores. El ni?o nunca globaliza el cuadro. Es decir, si tiene delante un paisaje ve un ¨¢rbol, un r¨ªo, una monta?a... y despu¨¦s de verlo todo llega a la conclusi¨®n de que est¨¢ viendo un paisaje', dice.
Cuando los chavales se se colocan frente a la pintura Arlequ¨ªn con espejo, de Pablo Picasso, el monitor les hace pensar. '?Por qu¨¦ va as¨ª vestido? ?Por qu¨¦ se mira al espejo? ?A qui¨¦n cre¨¦is que quiere Arlequ¨ªn?'. Y uno de los ni?os acierta: '?Se mira al espejo porque se quiere a s¨ª mismo!'.
Hay m¨¢s diferencias entre la visita de una persona mayor y de un peque?o. Por ejemplo, el tiempo que cada uno de ellos dedica a observar una obra. 'Cuando un adulto viene a un museo lo que quiere es com¨¦rselo entero mientras que la ¨²nica intenci¨®n de un ni?o es comerse el cuadro que tiene delante', asegura Ferreras.
Y eso les ocurre con Hombre rojo con bigote, de Willen de Kooning. Ferreras sugiere a los alumnos que no se acerquen mucho. 'Hay cuadros que hay que mirarlos de lejos, como una totalidad. En cambio, hay otros que es mejor verlos de cerca porque el pintor se ha esmerado en los detalles'. En esta pintura llama la atenci¨®n los brochazos gordos y los colores llamativos y el monitor les exlica que la intenci¨®n del autor era 'expresar la fuerza del personaje'.
Para acabar, los ni?os se emocionan con el famos¨ªsimo Mujer en el ba?o, de estilo pop art, de Roy Lichtenstein. 'Est¨¢ todo pintado con puntitos', se asombra uno mientras su compa?ero pregunta al monitor: '?Y por qu¨¦ la se?ora est¨¢ tan maquillada si s¨®lo se est¨¢ dando un ba?o?'.
Los visitantes del futuro
La mayor¨ªa de los grandes museos cuenta con un departamento did¨¢ctico, dirigido a alumnos escolares, que desarrolla actividades a medio camino entre la cultura y la educaci¨®n. La raz¨®n es captar a futuros visitantes.
El programa visita taller del Museo Thyssen-Bornemisza para estudiantes de primaria est¨¢ en marcha desde 1997 y participan en ¨¦l cada a?o unos 9.000 ni?os.
El recorrido de los alumnos no termina en la exhibici¨®n de cuadros. Despu¨¦s de la visita en sala, el grupo de alumnos acude a un taller para participar en una actividad pl¨¢stica que tiene que ver con el tema del itinerario que acaban de recorrer (La ciudad; La naturaleza; Hombre y mujeres; Juegos y espect¨¢culos; La m¨²sica, y La imaginaci¨®n del artista).
En este taller se hacen distintas actividades. Desde pintar un cuadro mezclando pintura con detergente a realizar un grabado. 'El ni?o necesita dar rienda a su expresividad una vez que ha visto la obra del artista', asegura el coordinador de desarrollo educativo del Thyssen- Bornemisza, Rufino Ferreras. 'A su nivel, los alumnos deben ser tambi¨¦n capaces de crear'.
El taller es la 'cara bonita, lo m¨¢s grato del museo', dice el monitor. 'Actividades como ¨¦stas les motivan a volver'.
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