Miedo
Hace unos d¨ªas fij¨¦ mi atenci¨®n en una mochila. Parec¨ªa olvidada sobre un banco junto a un puesto de venta de loter¨ªa atendido por una se?ora ciega. Pregunt¨¦ a las personas cercanas si era suya con intenci¨®n de hacerme cargo, pero entonces ocurri¨® algo inesperado.
Una mujer apunt¨® la posibilidad de que fuese una bomba. Inmediatamente me ech¨¦ a re¨ªr, pero casi al mismo tiempo sent¨ª un escalofr¨ªo y mir¨¦ la bolsa de tejido vaquero, hinchada, abandonada, sospechosa, y sent¨ª que no era imposible, desde luego. Una loter¨ªa, en verdad. Ser o no ser, vivir o morir, explotar o no.
Tras unos segundos de tensa indecisi¨®n, me fui. Pens¨¦ que su due?o la encontrar¨ªa sobre el banco si no tardaba demasiado en volver. Luego comprend¨ª el alcance de la situaci¨®n: fui presa del miedo, fui una v¨ªctima del terrorismo. Mi cuerpo no sufri¨® ning¨²n rasgu?o ni por all¨ª pas¨® seguramente ning¨²n terrorista. Pero el clima de miedo creado por ellos hizo de m¨ª alguien peor, m¨¢s cobarde, menos libre, y ello en perjuicio de mi capacidad de darme a los dem¨¢s, saliendo da?ada la sociedad finalmente.
Ignoro cu¨¢l fue el destino de aquella mochila azul, pero la recuerdo bien llena, mostrando un gran poder bajo la tela, como si ¨¦sta fuese a reventar por la pura presi¨®n del interior. Lleno de odio est¨¢ el equipaje de los terroristas, que llenaron de miedo mi alma hace unos d¨ªas. Sin embargo, la bolsa deb¨ªa de contener tan s¨®lo algo de ropa, voluminosa pero blanda, junto a peque?as cosas que a veces lo son todo para alguien.
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