Lula y 'Zapa'
Iberoam¨¦rica, el continente m¨¢s castigado junto con ?frica por la dictadura neoliberal de los pa¨ªses ricos, alumbr¨® en los ¨²ltimos 40 a?os tres proyectos nacionales de liberaci¨®n popular que abrieron v¨ªas continentales de independencia econ¨®mica y de cambio social: Fidel Castro, el sandinismo y la Unidad Popular chilena. Los yanquis cercaron a Cuba; la CIA mat¨® al Che y rearm¨® a la Contra nicarag¨¹ense; Henry Kissinger apoy¨® el golpe de Pinochet en el que Salvador Allende perdi¨® la vida. ?Qu¨¦ destino le espera a Lula cuando ofrece un nuevo proyecto para acabar con la miseria humana y la injusticia social en Brasil, 'pa¨ªs del futuro'?
A diferencia de las revoluciones armadas caribe?as, Lula inscribe su combate en un r¨¦gimen de democracia pluralista en el que los intereses del capital y del mercado pugnan por preservar su hegemon¨ªa, pero descartan de momento el retorno a una dictadura sangrienta y militar como la que sufri¨® en su juventud el nuevo presidente electo. Ahora la derecha brasile?a conf¨ªa en que George W. Bush y el Fondo Monetario Internacional obliguen a Lula a renunciar 'por realismo' a todo aquello que est¨¢ en el origen del Partido de los Trabajadores. Lula, que no es comunista marxista ni comparte los populismos al estilo de Ch¨¢vez, s¨®lo podr¨ªa, en el mejor de los casos, prolongar las pol¨ªticas de Fernando Henrique Cardoso y Jos¨¦ Serra, socialdem¨®cratas a la americana; pol¨ªticas que, justamente porque han fracasado a la hora de dar de comer a 22 millones de hambrientos, han llevado a Lula a la presidencia.
El v¨ªa crucis de Lula consistir¨¢ en ser fiel al esp¨ªritu de Porto Alegre mientras los poderosos y sus aliados extranjeros le impiden ser algo m¨¢s que un gestor respetuoso del sistema actual y un moderador de la violencia desesperada de las masas. Pero ?no estar¨¢ de nuevo condenada al fracaso esta s¨ªntesis tan contradictoria? ?Cometer¨¢ Lula la antigua traici¨®n de tanta izquierda europea que, 'por realismo', renunci¨® a su declarado proyecto revolucionario? Como es de ver, lo que aqu¨ª estoy poniendo de relieve es el drama tr¨¢gico de toda lucha por la verdadera democracia, por la justicia social aut¨¦ntica, por la vida digna de millones de seres en el marco de una naci¨®n soberana en teor¨ªa. Si no fue posible el 'socialismo de un solo pa¨ªs', como lo atestiguan la URSS, China y, en menor medida, Cuba, ?romper¨¢ el Brasil de Lula esa imposibilidad?
Con todo, Lula y su partido gozan de un estilo de juego bonito. Han demostrado ya ser ¨¢giles, flexibles, bellamente eficaces. Han conjugado bien, sin dogmas y con ideas claras y firmes, la defensa de la gente y la estrategia posibilista dentro de su radicalidad. Si el socialdem¨®crata Serra colaborase con Lula, por pura coherencia y honestidad socialistas, podr¨ªan, juntos, obligar a las fuerzas del dinero y del poder mafioso a ceder una gran parte de su terreno. Los fracasos de la izquierda europea se han producido, en parte, por no haber trenzado una efectiva alianza entre sus alas moderada y radical. Si la t¨¢ctica es moderada, pero la estrategia es radical, el avance es seguro. ?Por qu¨¦? Porque se gobierna con prudencia sin romper los lazos con la presi¨®n popular. Gobernar, entonces, es hacerlo de verdad, y eso ya es una revoluci¨®n, pues supone ir solucionando los problemas vitales de la gente, caiga quien caiga. Y si el que cae apela al poder econ¨®mico de la internacional capitalista, se denuncia la agresi¨®n y se sigue redistribuyendo con justicia la renta mermada. Eso y se proyecta una constante tarea de informaci¨®n y de formaci¨®n pol¨ªtica y cultural de las masas para que apoyen conscientemente a sus gobiernos y les impidan caer en la trampa de las concesiones realistas al enemigo interior y exterior.
La ilusi¨®n popular por el cambio que ha provocado Lula en Brasil me evoca la que estos d¨ªas se rememora de la victoria del PSOE de Felipe Gonz¨¢lez. Entonces, como ahora con Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, la cuesti¨®n capital era y es lograr la democracia real frente a la derecha autoritaria, pre y posfranquista: la de siempre. Y para esto bastaba y basta con gobernar, en vez de tan s¨®lo mandar, como hace la derecha; es decir, solucionar problemas y no provocarlos. Pero el gran error de aquel PSOE no fue, como se dice, su corrupci¨®n final (en eso le ganan de sobras desde el principio sus rivales), sino cortar las ra¨ªces con su base social y socialista de coraz¨®n y no haber desarrollado la conciencia pol¨ªtica de los ciudadanos. Con lo cual, carentes los gobiernos socialdem¨®cratas de su savia nutricia y con la ciudadan¨ªa desmovilizada, el retorno triunfal de la derecha estaba cantado.
Hoy, Zapa (as¨ª le llaman las juventudes socialistas) ha recogido lo mejor del moderado estilo de Felipe y se apresta a un nuevo y necesar¨ªsimo cambio a favor de la democracia y de la justicia social, pero adem¨¢s sabe que las fr¨ªas tecnocracias de derecha o de izquierda no quieren o no saben estar al servicio de las personas, sino de las estad¨ªsticas mentirosas. Zapa ha prometido no cortar las ra¨ªces del proyecto socialista y, con su moderaci¨®n y juego limpio, puede ir m¨¢s lejos que su antecesor. Para eso necesita no s¨®lo buenos equipos t¨¦cnicos de recambio, sino que una base movilizada, cr¨ªtica y exigente, le empuje y le apoye al cambio de verdad. Si no existe, se ha de crear. Lula podr¨¢ ir adelante, pese a las mil trampas y duros impedimentos que habr¨¢ de sortear y vencer si se mantiene fiel a un partido surgido de lo m¨¢s explotado del pueblo y que ha sabido recoger su padecer y su sentir. Lula y Zapa, cada uno en su peculiar situaci¨®n de espacio y tiempo hist¨®rico, son actores de un mismo drama, hasta ahora tr¨¢gico. Yo espero contra toda esperanza que lleguen ambos al desenlace del nudo que les aprieta sin doblegarse hasta el punto de convertir el drama en una triste comedia.
J. A. Gonz¨¢lez Casanova es constitucionalista.
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