'La culpa colectiva ir¨¢ disminuyendo'
En las ¨²ltimas d¨¦cadas, s¨®lo tres novelas alemanas han sido ¨¦xitos mundiales: El tambor de hojalata, de G¨¹nter Grass; El perfume, de Patrick S¨¹skind, y El lector, de Bernhard Schlink. Este ¨²ltimo, de 57 a?os, es un catedr¨¢tico de Derecho de las universidades Humboldt en Berl¨ªn y Yeshiva en Nueva York. Su deb¨² literario fue a los 43 a?os. El lector, una breve novela sobre un joven alem¨¢n que en los a?os cincuenta se enamora de una antigua guardiana del campo de concentraci¨®n, se edit¨® en 1995. En 2000, Schlink confirm¨® su talento con los cuentos de Amores en fuga.
PREGUNTA. ?Es cierto que piensa abandonar la universidad y dedicarse s¨®lo a la escritura?
RESPUESTA. S¨ª, estoy en la afortunada posici¨®n de poder dar este paso. Me divierto tanto a la hora de escribir que quiero dedicarme completamente a ello.
P. ?C¨®mo ha influido su formaci¨®n jur¨ªdica en su obra?
R. No lo s¨¦. Sospecho que hay nociones de claridad, precisi¨®n e inteligibilidad, de las que me he apropiado al escribir textos jur¨ªdicos, y que luego me han acompa?ado tambi¨¦n en la literatura. La escritura cr¨ªptica no me interesa.
P. ?Y desde el punto de vista tem¨¢tico?
R. Seguramente hay temas que me interesan como escritor y como jurista: el pasado, la culpa, y el estar involucrado en esta culpa y en este pasado. Pero soy incapaz de determinar si lo literario proviene de lo jur¨ªdico, o al rev¨¦s. Puede ser que ambos tengan un sustrato com¨²n.
P. ?C¨®mo se explica el gran ¨¦xito de El lector, especialmente en Estados Unidos?
R. Se juntan varias cosas. Juega un papel el hecho de que la voz de la novela sea una de la segunda generaci¨®n despu¨¦s del Holocausto, de la que hasta entonces poco se hab¨ªa le¨ªdo en Estados Unidos. La novela, adem¨¢s, combina distintos niveles: la historia de amor, el drama de un tribunal, la novela moral. He escuchado que este tercer nivel gusta a la gente, que se ve enfrentada a problemas como: '?Y t¨² que hubieras hecho en su lugar?'. Nunca hay que subestimar a los lectores en sus necesidades.
P. ?Es un escritor m¨¢s anglosaj¨®n que sus colegas alemanes, como dicen?
R. Yo nunca he buscado esto, pero muchos me lo han dicho, tambi¨¦n en Estados Unidos: 'He aqu¨ª una novela alemana mucho m¨¢s legible que las dem¨¢s'.
P. Con motivo de la traducci¨®n en Reino Unido de Amores de fuga se han escuchado cr¨ªticas en contra de El lector. Se habla hasta de 'pornograf¨ªa cultural'. ?Es una v¨ªctima de lo pol¨ªticamente correcto?
R. No. Adem¨¢s, no cabe hablar de fuertes cr¨ªticas. Lo que ha sucedido es que el S¨¹ddeutsche Zeitung ha desenterrado tres cartas cr¨ªticas al director del Times Literary Supplement, y luego ha invitado a escribir a dos de estos autores. Eso ha sido todo.
P. En El lector, el narrador se enamora de la antigua guardiana del campo de concentraci¨®n. Una cr¨ªtica es que as¨ª se trivializan los cr¨ªmenes nazis.
R. S¨ª, ¨¦se es el tema central: el amor de la segunda generaci¨®n por la primera. Ellos fueron nuestros padres, nuestros maestros, nuestros profesores, a quienes quisimos, estimamos y admiramos. Se trata del problema de c¨®mo se ha visto involucrada la segunda generaci¨®n en lo sucedido. Pero, ?por qu¨¦ es esto trivial?
P. Ha hablado de una complacencia excesiva de la generaci¨®n del 68. ?A qu¨¦ se refiere?
R. Creo que esa confianza en s¨ª mismo de la generaci¨®n del 68 -decir: 'Nosotros lo hubi¨¦ramos hecho mejor' o 'nosotros nunca hubi¨¦ramos cometido estos cr¨ªmenes'- fue apresurada y presentada de una manera complaciente a la generaci¨®n anterior. Esto no quiere decir que la cr¨ªtica acerca de lo que sucedi¨® no deba formularse con dureza. Pero sucede lo mismo que en los tribunales.
P. ?Qu¨¦ suceder¨¢ con la tercera y cuarta generaci¨®n de los alemanes, que ya ni siquiera se ven vinculados con el Holocausto a trav¨¦s de sus padres?
R. Creo que la sensaci¨®n de estar involucrado en el pasado y la culpa colectiva ir¨¢n disminuyendo. No se trata de cuestiones m¨ªsticas, sino que tienen que ver con las relaciones con otras personas. En la tercera generaci¨®n ya s¨®lo hay abuelos y en la cuarta... Esto no quiere decir que no quedar¨¢ nada . Tambi¨¦n en la cuarta generaci¨®n habr¨¢ sensibilidad con el trauma que hemos infringido a los jud¨ªos, una especial consideraci¨®n, un especial tacto. Todo esto se sigue debiendo. Entre las nuevas generaciones, muchos tienen esta sensaci¨®n, que, sin embargo, es distinta a la culpa.
P. ?No se siente presionado a la hora de escribir tras el gran ¨¦xito de El lector?
R. No, creo que eso tiene que ver con la edad. Si a los 30 a?os se escribe una novela de gran ¨¦xito, eso es muy dif¨ªcil. Yo voy para los 60, y antes de El lector ya me hab¨ªa abierto camino como jurista y hab¨ªa escrito novelas policiacas. Para m¨ª, escribir es parte de la vida. Ahora me dedico a mi pr¨®ximo libro. Me alegrar¨¦ si es bien recibido. Caso contrario, tampoco es una tragedia.
P. ?Ha encontrado ya su estilo?
R. Hasta cierto punto. Aunque en la novela en la cual trabajo me pregunto si no deber¨ªa escribir de una forma menos directa. No es que me diga: 'Ahora me gustar¨ªa experimentar'. M¨¢s bien es el tema el que me interroga: '?No deber¨ªas intentar algo distinto aqu¨ª?'.
El lector y Amores en fuga. Bernhard Schlink. Traducci¨®n de Joan Parra Contreras. Anagrama. Barcelona, 2002. 208 y 272 p¨¢ginas. 11,27 y 14,42 euros, respectivamente.
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