La isla sensible
En junio de 1937, Lezama Lima preguntaba a Juan Ram¨®n Jim¨¦nez: 'En el breve tiempo que lleva usted entre nosotros, ?no ha percibido ciertos elementos de sensibilidad (cosa que nada tiene que ver con la etapa actual de nuestra l¨ªrica ni con lo m¨¢s visible de nuestra sensibilidad), que nos hagan pensar en la posibilidad del 'insularismo'? Y el exiliado espa?ol respond¨ªa: 'Si la pregunta no es una salida, ?qu¨¦ extensi¨®n le da usted al concepto insularismo? Porque si Cuba es una isla, Inglaterra es una isla, Australia es una isla y el planeta en que habitamos es una isla. Y los que viven en islas deben vivir hacia dentro. Adem¨¢s si se habla de una sensibilidad insular, habr¨ªa que definirla o, mejor, que adivinarla por contraste. En este caso, ?frente a qu¨¦, oponi¨¦ndose a qu¨¦ otra sensibilidad, se levanta este tema de la sensibilidad diferente de las islas? En poes¨ªa, para concretarme a la esencia de todo problema de sensibilidad, no he advertido que el problema del 'insularismo' penetre en el de la sensibilidad art¨ªstica hasta darle un tono distinto. V¨¦ase, por ejemplo, la gran l¨ªrica inglesa'.
POEMAS CUBANOS DEL SIGLO XX
Selecci¨®n y edici¨®n de Manuel D¨ªaz Mart¨ªnez Hiperi¨®n. Madrid, 2002 280 p¨¢ginas. 15 euros
De la sensibilidad insular nos llega esta antolog¨ªa, Poemas cubanos del siglo XX, preparada por, el tambi¨¦n vate cubano, Manuel D¨ªaz Mart¨ªnez (Santa Clara, 1936). No se trata de una selecci¨®n de autores sino de poemas, elegidos por el gusto particular del ant¨®logo. Son en total 104 los poetas aqu¨ª recogidos en una muy amplia muestra que arranca con Bonifacio Byrne (1861-1936) y concluye en Jos¨¦ F¨¦lix Le¨®n (1973). De uno a otro, toda una n¨®mina, con nombres conocidos y reconocidos: Nicol¨¢s Guill¨¦n, Eugenio Florit, Dulce Mar¨ªa Loynaz, Lezama, Gast¨®n Baquero, Severo Sarduy, Reinaldo Arenas... y m¨¢s: Eliseo Diego, Cintio Vitier, Carilda Oliver, Fern¨¢ndez Retamar, Barnet, Kozer, Nancy Morej¨®n, Cruz Varela... y entre los m¨¢s j¨®venes: Rodolfo H?sler, Zo¨¦ Vald¨¦s, D¨ªaz Pimienta, Damaris Calder¨®n, Norge Espinosa... (algunos nombres que en las ¨²ltimas antolog¨ªas aparecidas en Espa?a, como La casa se mueve, de Jes¨²s Aguado y Aurora Luque; La isla en su tinta, de Francisco Mor¨¢n, o Voces viajeras, de Carlota Caulfield, estaban presentes). La extensa n¨®mina nos ofrece la posibilidad de transitar, por los senderos cubanos, los caminos de la l¨ªrica: del fondo marino de la isla surge y emerge un istmo que la une a los ismos: simbolismo, modernismo, surrealismo... modos y modas po¨¦ticas llegan en ondas conc¨¦ntricas al cocodrilo verde y encuentran orilla y eco. Otras voces parecen surgir, propias, de su luz personal. La riqueza y variedad de la poes¨ªa cubana, su fertilidad y pujanza, quedan patentes. As¨ª vamos del hermoso Nacimiento de La Habana, un poema de prodigiosa fragilidad transparente y l¨ªmpido ritmo a¨¦reo, de Lezama, al emocionante y t¨²rbido Norge Espinosa de Vestido de novia. Y no menos curioso resulta comprobar c¨®mo los poetas de distintas generaciones dialogan, desde sus poemas, entre ellos. Se echa en falta, s¨ª, una nota, aunque breve, aunque escueta, que sit¨²e biobibliogr¨¢ficamente a los autores. Y hay alg¨²n fallo incomprensible como, en el ¨ªndice, dar a¨²n por vivo a Reinaldo Arenas, fallecido en 1990 en Nueva York.
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