Novelas
A partir de los treinta a?os de edad, ninguna persona inteligente pierde el tiempo leyendo novelas. Eso, sobre poco m¨¢s o menos, pensaba Josep Pla y eso, o algo muy parecido, escribi¨® en sus diarios el malicioso autor de Palafrugell. Quiz¨¢s exageraba, es muy posible, todos los escritores exageran, aunque no tanto como la realidad, que es la maestra de la exageraci¨®n.
Mientras Pla se burlaba de las novelas y de sus lectores, en Espa?a se estaban escribiendo algunas obras que han pasado a la historia de la literatura (Cela, Delibes y Torrente Ballester se encontraban en plena actividad creadora). Pasar¨ªan los a?os, Josep Pla morir¨ªa y el marqu¨¦s de Iria Flavia y don Gonzalo, el de la insuperable Saga-fuga que estos d¨ªas celebra su treinta aniversario, ganar¨ªan el premio Planeta para que los idiotas (seg¨²n Pla) mayores de treinta a?os perdieran su dinero y su tiempo leyendo unas novelas terminales (alguna ni siquiera original y puede que plagiada) que nadie recordar¨ªa al a?o siguiente de su publicaci¨®n. S¨®lo Miguel Delibes se neg¨® y a¨²n hoy se niega a prestarse al enjuague planetario.
Compruebo que son m¨¢s los que leen al mentecato de Paulo Coelho que los adictos a Antonio Lobo Antunes
En 2002 el g¨¦nero hegem¨®nico sigue siendo la novela. Se escriben y publican m¨¢s novelas que nunca. ?Hay m¨¢s tontos mayores de treinta a?os que nunca? Al parecer, una gran proporci¨®n de estos supuestos tontos (seg¨²n Pla) pertenece al g¨¦nero femenino. No hago juicio. Compruebo que son m¨¢s las mujeres que leen las revistas y los libros de Ana Rosa Quintana que las que leen a Bel¨¦n Gopegui, y m¨¢s los hombres, claro, que leen al mentecato de Paulho Coelho que los adictos a Antonio Lobo Antunes.
Enrique Vila-Matas, que no acaba de ganar el Planeta, sino el Herralde de novela, ha dicho que 'en los despachos editoriales se insiste en acabar con la literatura'. ?Exagera tambi¨¦n Vila-Matas como quiz¨¢s exageraba Pla? No lo parece. Todo induce a pensar que hoy un autor como Gonzalo Torrente Ballester lo tendr¨ªa dif¨ªcil a la hora de editar su Saga-fuga. En los despachos editoriales se tiene una fe ciega en los idiotas mayores de treinta a?os.
No es ese el p¨²blico de Vila-Matas, enganchado a la droga de la literatura sin adulterar. El escritor barcelon¨¦s afirma que su libro premiado es un h¨ªbrido, a caballo entre el diario y la novela. Esa parece la ¨²nica manera -escribir novelas que no lo son del todo o que son adem¨¢s otra cosa- de conjurar los riesgos de un g¨¦nero abocado a reciclar sus propios y desgastados restos. 'La novela', explicaba el te¨®rico anarcoprimitivista John Zerzan, que visit¨® Bilbao hace unos meses, 'est¨¢ eclipsada por la no ficci¨®n como la ¨²nica forma posible de escribir con seriedad'. La verdad es que a uno, cada vez que abre una novela de esas que premian o promocionan a bombo y platillo las editoriales, lo que le entra es la risa. Que a uno le vengan a estas alturas con los cabellos de oro de la protagonista es m¨¢s de lo que puede soportar. Para novelas chungas ya tenemos el cine comercial. A partir de los treinta uno prefiere los documentales. Siempre se aprende algo.
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